Réquiem para Enrique Romero de la Paz

«La radio tendrá que ser eterna». Estas fueron sus palabras de despedida en aquella entrevista del pasado 13 de julio. Yo, inexperta, en la sala de su casa decorada con premios y distinciones. Me sentí tan pequeña delante de Enrique Romero de la Paz, todo un grande de la radio villaclareña, un hombre que me dejó abiertas las puertas de su morada para seguir charlando, aunque no lo volviera a ver por culpa de esta pandemia dolorosa.

A la inmortalidad partió Enrique Romero. Además de combatiente de la clandestinidad, trabajó en CMHW durante 47 años, como operador de audio, grabador, realizador del Grupo Dramático, y técnico de sonido del primer control remoto.

Su padre fue René Romero López, director de espacios y locutor que entregó varias décadas a esta emisora desde sus inicios; su abuelo, Evaristo de La Paz, otro hombre-radio de la entonces capital villareña.

Enrique Romero de la Paz arribó a su novena década de vida con la radio en la sangre. Su hijo, radioaficionado, así como su hermano que también dejó su huella en los albores de la CMHW: Enrique Romero fue parte de un legado familiar que ahora sigue latente. Y me estremezco al escuchar estas palabras suyas, tan llenas de vida, tan llenas de sonido, de afición radial.

Se fue Enrique Romero de la Paz, y con él un historiador de la CMHW y de la radio al interior de Cuba, pero que no se apague el dial, porque precisamente esa es la mejor manera de recordarlo, porque «la radio tendrá que ser eterna».

Fotos: Gleidys Sorí Velázquez

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