Palestina y las fuerzas oscuras
Cualquier persona de este mundo puede preguntarse hoy, ¿cómo es posible tanta injusticia, tanta barbarie, tanto genocidio en nuestros días si se tiene en cuenta la situación actual que tiene perpleja a la humanidad?
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Cualquier persona de este mundo puede preguntarse hoy, ¿cómo es posible tanta injusticia, tanta barbarie, tanto genocidio en nuestros días si se tiene en cuenta la situación actual que tiene perpleja a la humanidad?
Existe un emperador moderno, pero este es de cuello y corbata, tiene un abolengo político y burgués, por supuesto; se mueve en autos de lujo, y trabaja en un círculo muy selecto escogido de las más agraciadas figuras del aborrecible imperio actual. No se llama Nerón, su nombre es Karl Rove y sirvió al tenebroso George W. Bush como principal asesor.
Este 20 de octubre se celebra el día de la cultura cubana como recordación y homenaje a un hecho de gran significación ocurrido en similar día en el año 1868 cuando los luchadores independentistas encabezados por Carlos Manuel de Céspedes lograron el control de la ciudad de Bayamo.
Algunos animales se revuelcan en sus propios lodos como un hábito consustancial a su existencia. Y lo siguen haciendo toda la vida, a menos que alguien decida, con chorros de agua, lavar tanta impureza. El animal está tan acostumbrado que llega a parecerle lógico ser como es, y por tanto nada le importa el daño que cause a los humanos. Algo parecido –o igual- sucede con el imperio yanqui, porque está totalmente convencido que su sistema es el mejor para la humanidad, desprecia otros, y por tanto, muestra sus garras al que lo contradiga, y lo hace con saña tal que no le importa declarar guerras, usar armas prohibidas, intervenir en golpes de estado o blandos, y un sinfín de atropellos a la dignidad humana.
Nuestro José Martí, refiriéndose al niño Lino Figueredo en una de sus obras cumbre, El Presidio Político, decía de aquel muchachito condenado a 10 años de prisión: “Aquella rosa de los campos de Cuba que el Presidio transformó en cadáver viviente y marcado por la viruela con solo 12 años de edad…”. Es obvio que cualquier persona honesta de este mundo tiene que sentir un dolor profundo al conocer de aquel crimen horrendo contra un niño, consecuencia de la bestialidad que demostró el gobierno español de la época. Pero aún peor: estar consciente de que semejantes hechos se repiten hoy con increíble desprecio a los que merecen el mayor cuidado y celo para garantizar el futuro.