La radio: Un jonrón de felicidad

A las 7:50 de la noche en mi casa era casi religioso sentarse a comer escuchando Alegrías de Sobremesa, de Radio Progreso. Al lado izquierdo de mi abuelo había un radio, que él bajaba o subía el volumen cuando comenzaba Eduardo Rosillo a decir: “Y continuamos riendo con un libreto de Alberto Luberta y la actuación de Marta Jiménez Oropesa, Aurorita Basnuevo…”.

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La radio, esa hermana mayor

Nací en un hogar donde la música fue un acompañamiento imprescindible de la vida familiar, primero a través de la radio y poco después desde la pantalla de un televisor, que me permitió conocer los rostros de los hombres y mujeres, cuyas bien timbradas voces yo solamente había escuchado interpretando canciones que en mi primera infancia llegué a aprenderme de memoria. Muy lejos estaba yo de imaginar en ese entonces —allá en la década de los cincuenta del pasado siglo— que al paso del tiempo mi vida profesional estaría vinculada de un modo u otro a esos dos medios de comunicación. O quién sabe si identificarme con ellos tan tempranamente fue como una predestinación, sustentada además en la admiración que he sentido desde siempre por los hacedores del cotidiano milagro de forjar tantos sonidos e imágenes en la fragua de su consagración y su talento. Este 22 de agosto cumplió100 años la radio cubana, la cual trazara desde sus comienzos en la 2LC fundada por el músico y patriota Luis Casas Romero, el arduo y fascinante camino de búsquedas y hallazgos que convirtiera años después a muchos artistas, técnicos y directivos del medio radial en fundadores de la televisión en nuestro país, para que a partir del 24 de octubre de 1950 el orticón se encargara de complementar con la imagen a ese «sonido para ver», que fue su antecedente mediático. Era como saldar una deuda de gratitud con las enseñanzas aportadas por la radiodifusión nacional. Esa hermana mayor que marcara el derrotero hacia nuevos avances tecnológicos y códigos comunicacionales, sin renunciar jamás a su impactante y necesaria presencia entre nosotros. Es por eso que nuestra centenaria radio y nuestra televisión no contienden por la preferencia de sus públicos, sino conjugan diaria y sabiamente su quehacer con el propósito de …

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