Recuerdos del aire: La radio de 1959

Los relojes marcaban las dos de la mañana; desde la pista en sombras, tres aviones levantaron el vuelo, y Eulogio Cantillo, un general de pocas ideas, quedaba inesperadamente al frente de una nación en crisis. Por: Ismael Rensoly La Ciudad Militar de Columbia es el último reducto de una tiranía derrotada. En aquellas horas dramáticas hay tres civiles expectantes en el salón de la prensa; cada uno representa las letras de una radioemisora: Abel Mestre, CMQ; Manolo Fernández, CMBC; Guillermo Salas, CMBZ. Nadie en Cuba ha tenido noticias de los últimos acontecimientos: ni los propios ministros del Gobierno. Un pacto de silencio ha cubierto la fuga de Batista. Las ondas de Radio Rebelde han comunicado al pueblo la toma de Santa Clara; un tren blindado enviado por Batista había caído en manos de las fuerzas de Camilo Cienfuegos y del Che. El pueblo duerme, y las antenas están apagadas. Hay una fuerte tensión dramática en aquella madrugada histórica. Es el 1ro de enero de 1959. Abel Mestre (el hermano del magnate Goar), está en Columbia en aquella noche de fin de año con un doble carácter: es el director del Noticiero CMQ y al mismo tiempo, representa a la Federación de Radioemisores de Cuba. Cuando plantea la necesidad de obtener informes sobre la situación, amenazando con dar por CMQ una versión personal de los acontecimientos, el General Eulogio Cantillo accede le concede una entrevista a Guillermo Gener, reportero del periódico Prensa Libre. Cantillo pide calma: no deben divulgarse noticias hasta que se integre una llamada «fórmula jurídica» y exista una Junta de Gobierno capaz de garantizar el orden.

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JOEL JAMES: Cuando entrevistas a un roble…

Cuando invité a Aníbal Joel James Figarola a la revista vespertina Imagen, en la emisora CMKC, casi al expirar la década de los noventa, sabía perfectamente con el carácter que trataría. Parte de aquellas ideas habían sido expresadas, de manera prístina, en libros como Vergüenza contra dinero, El Caribe entre el ser y el definir, Cuba: la gran Nganga y El caballo bermejo.

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Ocho de enero, cuando Fidel y la libertad entraron a La Habana

Era el 8 de enero de 1959 y Cuba entera vestía de verde olivo. Desde Santiago hasta La Habana, millones de personas vitoreaban a los guerrilleros y aclamaban a Fidel Castro. Por: Angélica Paredes López Habían pasado siete días desde el triunfo de la Revolución. Los barbudos entraban a la capital, luego de recorrer todo el territorio nacional. Los tanques y otros equipos blindados del ejército del dictador Fulgencio Batista sirvieron a los rebeldes para protagonizar la Caravana de la Libertad. Fue un día histórico. Un mar de pueblo inundó las habaneras calles. Dicen los que tienen edad para contarlo, que en cada sitio por donde transitaban los guerrilleros, la garganta del pueblo enronquecía en un grito libertario. En la ciudad, la ruta victoriosa se había iniciado en el Cotorro. Luego la caravana pasa frente al Castillo de Atarés. Más tarde, frente a la sede de la Marina de Guerra. Allí, atado al muelle, está el yate Granma. Fidel aborda la embarcación, acompañado por oficiales rebeldes. Seguidamente, la marcha se desvía por la Avenida de Las Misiones y llega al Palacio Presidencial. El paso triunfal se detiene allí y Fidel pronuncia vibrantes palabras desde la terraza norte. Sin escolta, se confunde entre la oleada de seguidores y les pide que acudan al Cuartel Columbia. Después, los barbudos continúan su travesía por el Malecón y suben por la avenida 23. En Radiocentro, en la esquina de la calle M, el líder de la Revolución conversa con algunos artistas y en medio de la alegría popular la caravana prosigue su rumbo a Marianao. El punto final de la histórica ruta iniciada en Santiago de Cuba fue el 8 de enero de 1959 en el campamento militar de Columbia, bastión de la tiranía batistiana. Lo que ocurrió allí lo recuerdan los más veteranos, …

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Una marcha siempre nueva

La Caravana de la Libertad, encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en enero de 1959, constituye un hecho de singular naturaleza en la historia de Cuba y, posiblemente, en la historia universal contemporánea. A 65 años de su realización, reeditarla cada enero trasciende la propia marcha y la devuelve a la memoria siempre nueva. Por: Elvis R. Rodríguez Rodríguez En los días finales de diciembre de 1958 ya era inminente el triunfo de la Revolución, pues el poder estaba prácticamente en manos del Ejército Rebelde; en tanto las fuerzas de la tiranía batistiana, superior en recursos de todo tipo, con preparación militar profesional y el apoyo de Estados Unidos, habían sufrido una derrota imposible de revertir. Para salvarse, Batista abandonó el poder y huyó a República Dominicana. La maniobra del golpe de Estado había fracasado. Por orden de Fidel, los comandantes Camilo y Che, al frente de sus respectivas columnas, avanzaban impetuosamente hacia la toma de la fortaleza de La Cabaña y Ciudad Libertad. Simultáneamente, fuerzas del Directorio Revolucionario ocupaban puntos importantes en la capital. Por otra parte, el entusiasmo popular era inmenso, el liderazgo del Movimiento 26 de Julio y de Fidel en particular, no tenía paralelo. El escenario político-social era complejo y no exento de peligros. Ante la situación en extremo complicada, acrecentada tras la traición del general Cantillo, y el golpe de Estado, traidor y amañado, dado en Columbia, Fidel decide avanzar hacia la capital con los tanques que estaban en la ciudad y habían sido puestos a su disposición, para prever en caso de que en La Habana el movimiento fracasase y hubiese necesidad de situar nuestra vanguardia lo más cerca posible de la capital. Y, además, para prever que no se fueran a realizar excesos en la ciudad de La Habana. Surge, …

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