Dos mundos

Esto sucede a la vista de todos, es como ver una película de terror en una pantalla gigante, en la que se aprecia todo tipo de crueles sufrimientos, dígase guerras, donde mueren miles de seres humanos, en la que se destruye la flora y la fauna; enfermedades como el cólera, el SIDA y otras; terremotos, tsunamis, inundaciones y sequías, en fin…y lo más significativo es que los principales dolientes de tales martirios, por supuesto, son los países pobres; los mismos que deben pagar el costo de la codicia ajena, para que otros continúen disfrutando de su vida muelle.

Por ejemplo, una información reciente da cuenta de protestas que han efectuado los británicos por las medidas de austeridad que ha declarado el gobierno, mientras se avecinaba la pomposa boda del príncipe Guillermo con Kate Middleton, todo obviamente con el máximo lujo y esplendor, incluyendo el vestido de la novia con un valor de 400 mil dólares. ¿Será posible que este príncipe y su novia piensen en niños que  mueren diariamente de hambre?

Y por si fuera poco, los poderosos medios de comunicación de ese mundo injusto se convierten, de hecho, en sus secuaces más activos e incondicionales, difundiendo por el mundo noticias basura o de engaño, de modo que las grandes masas permanezcan idiotizadas. Es decir, mientras el mundo se cae a pedazos por la acción nefasta de los poderosos, los principales medios hablan de estupideces, y hasta del perrito de Obama y su esposa; de chismes de alcoba, de  la artista “fulana” que le es infiel a su marido; el lujoso auto que compró un acaudalado señor para su “amiga”, y claro, muchos ejemplos más hasta el infinito. ¿Cuál es el objetivo principal?. No es, lógicamente, informar con veracidad. Es, eso sí, contribuir a la resignación, al desconocimiento de las verdaderas causas que producen tantos males, de modo tal que los pueblos permanezcan ajenos, y sobre todo incapaces de comprender. En resumen horadarles el cerebro hasta inundarlo de  cuestiones banales y  superficiales, para que jamás se produzca la acción de rechazo, pero sí la mansedumbre.

Derrumbar a ese mundo injusto será, indudablemente, una tarea gigantesca, llena de escollos y sufrimientos sin par, pero imprescindible si es que aspiramos a vivir con honor. No me cansaré jamás de recurrir a Martí: “…los malos no triunfan sino donde los buenos son indiferentes”.

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