Radio Martí: La combinación de arrogancia e ignorancia

Muestra de ello son las innumerables falsedades que se publican a diario en la «mal llamada» Radio Martí y en otras cadenas de radio de EE.UU para desacreditar a nivel internacional el prestigio que ha logrado Cuba ante el mundo.

Y digo «mal llamada» porque una emisora que lleva el nombre del Apóstol –expresión de sensibilidad y deseos de unidad latinoamericana – no traería consigo una programación de tan mala calidad y poca ética, donde predominan las mentiras y groserías más brutales en torno a la nación cubana; mucho menos si en nombre de «garantizar la soberanía» o «suplir la necesidad de expresión que tienen los cubanos» como manifiestan cínicamente, justifican sus aberraciones.

La emisora anticubana constituye una pieza dentro del Programa de Acción encubierta contra Cuba aprobado el 17 de marzo de 1960 por el presidente de turno en los Estados Unidos   Dwight D. Eisenhower, en el que se define como se ha de emplear la propaganda contra la Isla y su modus operandi.

Desde su origen Radio Martí selló su perfil y para ello no repara en esfuerzos «muy bien pagados (el número asciende a 600 millones de dólares)» en lograr tales objetivos. Pero si la lógica indica que cuando una estrategia no funciona, se elimina, ¿porqué persisten en políticas y actitudes fallidas frente a una nación que crece deslumbrante ante sus narices?. Tal vez la respuesta radique en lo que dijo Octavio Paz, que no era un hombre de izquierda ni simpatizante de la Revolución Cubana y que retomara Ricardo Alarcón de Quesada, presidente del Parlamento cubano, durante una entrevista exclusiva para el canal informativo digital Cubadebate: «La política norteamericana se define con dos palabras: Arrogancia e ignorancia».

Muchas veces Cuba ha puesto en ridículo a Radio Martí. La más reciente de estas lecciones que pone de manifiesto su rol manipulador y falta de veracidad al no comprobar lo informado por sus fuentes, fue la demostración de Carlos Serpa Maceira, el agente Emilio, en el programa «Las razones de Cuba», al mostrar cómo se maneja la información sobre supuestas agresiones a las Damas de Blanco.

Ese papel manipulador e incoherente ha sucedido también con el tratamiento a los hechos relacionados con algunos presos políticos en la isla, el proceso de reordenamiento de la economía cubana, el estado de salud del Comandante en Jefe Fidel Castro, la política de empleo, entre otros pretextos que utiliza la estación radial con sus papagayos, a quienes no les importa decir cualquier falacia en pos de llenarse el bolsillo.

Es tanto el orgullo, que hacen caso omiso a las reiteradas llamadas de atención que ha hecho la Unión Internacional de Telecomunicaciones al gobierno norteamericano; ni tampoco la reafirmación por parte de la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones celebrada este año, de que violan las normas por invadir el territorio cubano con frecuencias radioelectrónicas, que significan una clara transgresión a la soberanía de la isla.

Aún cuando todo objetivo político –como el que persigue Radio Martí con la revolución cubana- requiere de una estrategia de comunicación para el control de las audiencias, la suya no ha sido efectiva, porque a casi treinta años de fundada, y casi cinco décadas de Programa de Acción encubierta, no ha logrado que Cuba le preste atención, se doblegue y mucho menos que se rinda.

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