Cangamba me cambió la vida

 

Cinco manzanilleros mostraron  su valor allí junto a aquellos hombres que luchaban por su independencia. Reymundo Vargas Yero, fue  uno de esos luchadores  que,  con solo 21 años,  experimentó el calor de un combate.

«Fue un momento muy difícil, estuvimos sitiados unos nueve días, sin tomar agua, pensando en la familia y viendo como caían  nuestros compañeros, unos desfallecidos y otros baleados,  pues el tiroteo era intenso y no nos dejaban movernos. Eran momentos terribles ya que la escasa comida y la desesperación se adueñaba de nosotros», recuerda Reymundo, quien aún siente vivos esos episodios.

La voluntad  de los combatientes internacionalistas cubanos y de las Fuerzas Populares de Liberación de Angola (FAPLA),  hizo que buscaran alternativas para resistir estos terrible momentos,  comenta Vargas Yero  que «gracias a una mata de plátano y el agua de los radiadores de los carros pudimos sobrevivir, hasta la pasta de dientes nos la comimos de tanto desespero».

La llegada oportuna  de la aviación de combate y helicópteros cubanos, así como las Fuerzas de Destino Especial desembarcadas en la retaguardia de la Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA), impidieron que este último lograra sus objetivos

«Gracias a la compañía de refuerzo nosotros estamos vivos, éramos pocos cubanos  que estábamos asesorando las FAPLA,  y la lucha era de día y noche. El día 10,  finalmente la UNITA se retiró gracias al apoyo de la aviación y de las fuerzas angolanas que los tomaron por sorpresa».

Este joven de escasos 21 años se creció en Cangamba, el valor y la solidaridad marcaron su vida para siempre y recuerda este momento con mucho honor.

«Estar allí y haber contribuido a esa victoria   me enorgullece, siempre que sea necesario estaré donde la Revolución me necesite».

Para Darío Daniel Reyes Fonseca, Laureano Enea Almeida, Juan Lorenzo Vargas Yero y Joaquín Sequeiro Figueredo, este combate  también fue un momento decisivo en sus vidas, en el  que compromiso y deber se unieron para cumplir una única misión: defender esa hermana tierra.

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