El arte de hablar por radio y televisión

Bienvenidos sean entonces todos los esfuerzos para salvaguardar la pureza de la lengua castellana, idioma oficial de más de 500 millones de personas, sin contar los otros millones de hablantes que en el mundo la tienen como su segunda lengua. Extraordinaria responsabilidad de la locución cubana, en tanto, establece patrones.  Seamos, pues,  cada vez mejores.

NO SE TRATA SOLO DE LA VOZ.  Frecuentemente escuchamos decir “fulano tiene voz de locutor” Sí, efectivamente, existen voces que tienen ventajas sobre otras para ser más agradables o para ganar más en calidad cuando se utilizan ante el micrófono, lo que se llama  “voces radioeufónicas”

 Pero también ejemplos sobran de locutores y locutoras famosos que no tuvieron o tienen ese tipo de voz y sin embargo han sentado cátedra en nuestros medios. Por algo Germán Pinelli  recibió en dos ocasiones  (1967 Y 1968) el Premio Iberoamericano “ONDAS” al considerarlo, con justeza:  EL MEJOR LOCUTOR DE HABLA HISPANA. Esto demuestra que para hacer una elocución agradable y convincente existen otros elementos que pueden llegar a suplir o complementar, en lo posible, la falta de esa cualidad exquisita en la voz.  Entre ellos resaltamos, como muy importantes, los siguientes:

  • Articulación y dicción claras.
  • Valorización de la elocución en cuanto a las pausas, recalcos, intenciones psicológicas, inflexiones, fraseo y énfasis. Se debe entonar bien. Usted debe interpretar. ¿Quién dijo que la dramaturgia está reñida con la locución?
  • Naturalidad
  • Tono e intensidad de voz apropiados para la radiodifusión.
  • Dominar  la técnica del micrófono y el telepronter.
  • Manejar el tema que se trata –por haber estudiado y enriquecido un buen libreto–, que permita una correcta  improvisación.
  • La defensa de nuestra identidad.
  • Conocimiento absoluto de todas o algunas de las especialidades de la locución.

No pretendo convertir este artículo en una clase de locución y de las características que deben tener en cuenta los profesionales del habla,  porque existen ya otros textos escritos por nuestros mejores profesores, que los locutores hemos estudiado ampliamente para someternos a las evaluaciones periódicas, aunque,  y hay que decirlo, no siempre se cumplen. Por eso es saludable que recordemos algunas:

La articulación y dicción claras

Los doctores Eloína Miyares y Vitelio Ruiz, en sus sabias investigaciones, se refieren a las incorrecciones lingüísticas del idioma como pseudodislalias culturales. Todos los que utilizan la palabra para comunicarse a través del micrófono, deben cuidar el empleo correcto de los elementos que la conforman. Hay que articular bien. La pronunciación clara de todos los fonemas y sílabas compensa, en parte, cualquier pequeña deficiencia de la elocución, incluso hasta la carencia de una voz de perfección radio eufónica.

Existen defectos muy graves que deben ser tratados por un foniatra, entre ellos, las voces guturales, nasales, infantiles, etc., como también existen los vulgarismos o barbarismos prosódicos afines a personas carentes de los más elementales signos de cultura. Salvado lo anterior, queremos detenernos brevemente en los defectos de pronunciación.

Nos referimos a los más frecuentes, a los que escuchamos por nuestros medios, que son palabras que contienen sílabas líquidas o contractas, o sea, sílabas que constan de una o más vocales a las que preceden dos consonantes fundidas en un solo sonido, debiendo ser por fuerza una de estas consonantes clasificadas como líquidas (l o r). Ejemplo: (bra) para Braulio, (tri) para Trinidad, (bla) para blandir, (pro) para programa, etc, etc.

Para evitar el camelo (Baulio, Tinidad, bandir, progama o pograma)..

En la última evaluación de locutores también encontramos otros de los  vicios de dicción que todavía se presentan:

  • Supresión de vocal ante un diptongo: trenta por treinta.
  • Cambio de fonemas:  amigo(j) oyentes, o sea, J por S.
  • Omitivas: Excluyen fonemas:  etamos bien, infomativo, etc.
  • Alternas: Trueque de fonemas L por R o viceversa, Pinal, (Pinar) orfato (por olfato). E por I  (pasiar por pasear, síntisis por síntesis). T por D y los fonemas intermedios P, B, M, T, por K o R. Ej: amistat, órtimo, oktener, etc. 
  • Asimilación por contacto: Asimilación de (r) ante otra consonante: Caslo, cabbon, vedde.
  • Supresión: Se elimina la vocal cuando le sigue la misma vocal. Ej. Vamos (a) acostarnos, El ventilador es (de él) del.

La naturalidad

El principal atributo de un buen locutor es aquél que no lo parece porque ha logrado un tono fresco, con un contagioso optimismo, capaz de trasladar alegría. Ahí radica su mayor profesionalidad. Aunque se debe tratar con el mayor respeto a un entrevistado, se resta naturalidad cuando empleamos un lenguaje fuera de lo normal en una conversación entre colegas. Por ejemplo: cuando dos locutores o conductores se tratan de usted constantemente, pierden naturalidad porque en las relaciones normales el tratamiento es más coloquial y camaraderil. ¡Ah!, no dejarse vencer por sus problemas personales, los mismos no pueden penetrar en el estudio con usted. Y algo que se ha superado bastante pero que todavía podemos encontrar es aquél que, indebidamente,  imposta la voz, en la búsqueda de valores ficticios, que no aportan belleza al lenguaje y sí  le restan naturalidad.

El carácter colectivo del trabajo radial también se manifiesta en la excelencia que pueda alcanzar un locutor, cuando los guionistas redactan para que el material se pueda interpretar ante el micrófono o mirando al telepronter. Los textos deben estar escritos para ser hablados y no para ser leídos. El buen locutor  debe dar la sensación de que está hablando, aunque en la realidad esté leyendo. Eso es parte de su profesionalismo. Hay que hacer énfasis en el uso del telepronter, valioso instrumento de  la televisión que debemos conocer para usar a nuestro favor, para  jugar con  él, pero nunca para hacernos dependientes ni para dejarnos esclavizar.

Hay que tener presente que la lectura correcta en radio y televisión no sólo se logra observando los signos ortográficos propiamente dichos, sino también aquellos, como las pausas y pausitas, que facilitan la naturalidad expositiva. Es necesario acudir además a los signos convencionales de prevención que situamos en el texto.

Los signos más útiles son: las comas, (que indican pequeña pausa) y deben entonarse hacia arriba. Los puntos (que indican una pausa mayor) y se entonan hacia abajo. El punto y coma significa una pausa mayor que la coma y la misma dirección de entonación. En los dos puntos debe hacerse una pausa más breve que en el punto, y siempre antecede a una enumeración. Los puntos suspensivos dan fe de algo que queda inconcluso y en la locución la idea queda abierta. Por su parte cuando vamos a interrogar con una pregunta cerrada, debemos entonar hacia arriba: ¿Cuándo vienes?. Pero, ante una pregunta abierta, la entonación siempre será hacia abajo: ¿Qué deseas cenar?

Tono e intensidad

La  radio y la televisión son íntimas: El tono y la intensidad, el volumen de la voz, son en ellos diametralmente distintos de los que utilizan los oradores en una plaza o en un recinto colmado de público, o los actores y actrices en el escenario de un teatro.

El locutor o locutora, no tiene por qué elevar su tono de voz, ni aumentar su intensidad o volumen, ni colocarla de manera que se proyecte a distancia. El orador en nuestros medios se dirige personalmente, es decir, en forma individual, a miles y miles de personas a la vez, teniendo por tanto la ventaja que no tienen otros medios de convencer individualmente (no colectivamente) a miles y millones de personas al mismo tiempo.

Los profesionales de la voz tienen que estar conscientes que con su trabajo están actuando sobre la razón, o sea, sobre el estímulo de la conciencia.

Piense por un momento en las personas en sus casas,  sentadas cómodamente ante el televisor, acostados, o sencillamente realizando alguna labor manual, pero con el oído atento a su radio. En otros casos transitando en auto, o  en un gimnasio, con sus audífonos, pendientes de usted,   que debe trasmitir un mensaje claro, con una voz agradable, natural, con una pronunciación correcta, sin estridencias, haciendo uso de la técnica del micrófono. Usted tiene que hacer una oratoria de tipo argumentativa, capaz de convencer por medio de la razón.

El locutor o locutora debe mantener su tono como en una conversación natural, sobre lo grave, utilizando su voz central, proyectada desde el diafragma.

La locución feriada  (y no se trata de gritar, ni de correr por correr) tiene su momento y se utiliza ante un texto que pide ese tipo de locución, para ofrecer algo o para incitar a realizar alguna acción. En Cuba han existido y existen  locutores y locutoras que han sido y son maestros en el arte de adecuar su locución al ritmo y al tono que demanda cada circunstancia.

El rostro de la voz

La voz, como portadora de importantes informaciones en el ámbito emocional, es un elemento de expresión y de impresión. Es famosa la frase del filósofo griego Sócrates, cuando un alumno vino a presentarse ante él:  ”Habla para que te vea”, le dijo. Ello refleja el significado de la voz y del habla como expresión e impresión de una personalidad. Las personas se identifican por medio del sonido de su voz, porque cada ser humano tiene un timbre personal. Los programas se identifican en la radio por la voz. Muchas veces las personas no recuerdan el nombre del programa ni el de la emisora, sino el del profesional que lo conduce.

La voz debe tener rostro de credibilidad. En primer lugar hay que creer en lo que se dice. Por ello los locutores no pueden  leer poco,  no tener nada original que decir, ni descuidar la forma de lo que dicen. Los profesionales de la voz necesitan estudiar constantemente, no para demostrar que saben, sino para comunicarse  mejor con los oyentes.

Tienen que ampliar su vocabulario sistemáticamente,   con el uso de palabras comprensibles y útiles, teniendo presente que la cultura es sinónimo de sencillez. Hay que tratar de utilizar las palabras que las personas puedan decodificar fácilmente.

Recuerde que el mejor locutor es aquél que se parece a sí mismo. Aunque siempre existen figuras que han merecido o merecen admiración, no trate nunca de imitarlas, sea usted mismo. Retomando a Sócrates, cada cual debe tener el cabal conocimiento de sí mismo. 

Conocer sus propias posibilidades y carencias  le ayudará a proyectar mejor el camino.
Recuerden cuando Enrique Almirante sustituyó a Cepero Brito en Detrás de la Fachada. Su éxito fue hacerlo sin dejar de ser el jovial Enrique Almirante.

Ahora quiero repasar, junto a ustedes, algunas de las especialidades de la locución, dado el  tratamiento que éstas reciben en nuestros medios, y recordar de paso a aquellos anunciadores que, de forma incipiente, surgen como una necesidad en la etapa comercial de la radio a finales de los años veinte y que van cobrando auge en los años treinta del pasado siglo, hasta nuestros días. Han pasado 80 años, y con ellos el desarrollo de la sociedad y de una actividad que adquiere categoría en 1940, cuando comienza a otorgarse el título que da personalidad a una profesión: la del locutor.

Ese locutor que lo mismo anuncia un producto, que un número musical, que, en una palabra, se convierte en multifacético y que,  al igual que en una competencia de decatlón, trata de hacer el mayor esfuerzo para salir adelante.

Pero las especialidades de la locución son otra cosa y exigen mucho profesionalismo y cualidades para asumir cada una de ellas con el máximo nivel. Un deportista del béisbol, por ejemplo, puede ser muy bueno como primera base, pero nunca podría utilizarse con igual rendimiento como receptor o en el campo corto, aunque cumpla todos los requisitos para integrar, incluso un equipo nacional. Lo mismo sucede con la locución que tiene, entre sus principales especialidades las siguientes:

  • Locución de noticieros
  • Narración de dramatizados
  • Locución de programas de texto y musicales
  • Animador de programas en vivo
  • Reseña de actividades por control remoto
  • Presentación de actividades políticas o culturales
  • Narración de eventos solemnes
  • Animador de espectáculos
  • Narraciones deportivas
  • Comentarios deportivos
  • Locutor de menciones y promociones

De todas estas actividades propias de un locutor o locutora nos detendremos de forma especial a:
Locución de noticieros

Los locutores  o locutoras de noticias son, ante todo,  excelentes lectores; lo hacen con cierta rapidez y ritmo, sin perder la vocalización y la dicción. Antes que leer la noticia la cuenta, y tienen  convicción en sus entonaciones, para darle veracidad a las informaciones que presentan. ¿Acaso la lectura de las noticias está reñida con la dramaturgia? Muy por el contrario.

Recuerde que la voz tiene rostro, hagamos que sea el de la credibilidad.

Narración de dramatizados

Se requieren condiciones especiales,  prácticamente se convierte un actor o actriz más dentro de la obra, porque es quien pone en situación a los oyentes, cuando describe un paisaje, un estado de ánimo o una circunstancia en particular. Forma parte del elenco radio-teatral. Su voz debe ser descriptiva, para hacer sentir y vivir las situaciones que relatan. Es una especialidad compleja de la locución.

Locución de ceremonias

Debe  actuar con sobriedad y  cuidar su presencia física de acuerdo al evento de que se trate.  No cabe  aquí  el gracejo ni el humor,  por el contrario, el maestro o maestra  de ceremonias debe infundir un profundo respeto, una serenidad sin rayar en la petulancia o en la suficiencia, un manejo del público, pero con elegancia y dominio del objetivo de la actividad de que se trate.
A diferencia de los animadores, que acuden a su público para pedir aplausos o bromear con él, este profesional,  en circunstancias solemnes no puede manifestarse de esa forma. Debe imprimir la sobriedad que en cada caso se requiere…

Locución de menciones y promociones

Con su voz y su interpretación, con entonación y ritmo de acuerdo al tema y el objetivo a alcanzar, este profesional, trasmite fuerza convincente;  crea inquietudes, invita a participar.  Enfatiza los argumentos de forma sugerente para ayudar a la reflexión.

Narraciones deportivas

Además de las cualidades propias de un locutor, requiere de especialización en las distintas disciplinas deportivas  y un nivel de conocimientos que le permita charlar sobre los más variados temas culturales, políticos y sociales. Los narradores deben tener capacidad de improvisación, fluidez y, sobre todo, tener conocimiento del tema para referirse a él o para entrevistar a cualquier personalidad si fuera necesario.   También es un intérprete de las emociones, para transmitirlas a sus oyentes. Debe conocer todas las reglas del deporte que trasmite y tener una gran memoria para retener los nombres de los participantes, además de fuerza descriptiva y gran sentido de la ubicación.

Comentarista deportivo

La gran mayoría de nuestros narradores deportivos están calificados para realizar comentarios  sobre las especialidades del deporte  que dominan, sin embargo, no todos los comentaristas  pueden asumir el trabajo de narrador con elegancia y suficiente fluidez. Por otra parte para llegar a ser  excelente comentarista  es necesario poseer muchos conocimientos y no  dejar nunca de estudiar e investigar.
Necesita poseer además imparcialidad, criterio analítico y saber sortear los ángulos del comentario, para ofrecer un análisis correcto sobre el tema de que se trate, con honestidad intachable y gran objetividad. O sea que aún dentro de la especialidad existen especificidades.

Animación de programas o espectáculos

Uno de los mejores locutores de nuestro país, José Antonio Cepero Brito, decía:  “La animación es el escalón más alto de la locución y de la actuación”.

Cuando en 1977 tuve el alto honor de compartir con él la animación de la Gala “Esperando el 26”  en Camagüey,  para despejar una duda le pregunté:

 –“¿Es verdad que los doctores llegan a las respuestas correctas por sus conocimientos o es un montaje para que no decaiga el interés por Escriba y Lea?”.

Y Cepero me respondió:

— “Ten la completa seguridad de que los doctores son personas muy cultas y estudiosas, pero también puedes estar segura, que el más documentado sobre los temas de cada programa soy yo”  — y soltó su risa.

Y a continuación me ofreció su magisterio:   “La locución  depurada se puede lograr con buena voz, dicción y técnica, sin embargo la animación es otra cosa, hay que tener agilidad mental, no se puede descuidar el estudio sistemático, porque se requiere de una cultura amplia, buen nivel de información, ser capaz de asumir cualquier situación sin un guión y hacerlo mejor que si estuviera escrito.”1

No me canso de reiterar que a hablar no sólo se aprende hablando; que hay que leer mucho todos los días: literatura cubana y universal, libros, revistas especializadas, periódicos… Quien no lea mucho no puede improvisar sobre nada. Y mejor es que no lo haga.

En muchas ocasiones las personas que conducen o animan se encuentran ante personalidades que deben entrevistar y no siempre llegan a esa entrevista con suficiente preparación para realizarle preguntas inteligentes que propicien la información de primera mano que el pueblo espera, o desconociendo la historia y las actividades de la personalidad en cuestión. Verdaderos maestros dejaron su impronta en la entrevista, como Germán Pinelli, Orlando Castellanos y el propio Eddy Martin, tres locutores y periodistas de excelencia en múltiples especialidades, por solo mencionar estos ejemplos. Y entre los actuales, en radio, Franco Carbón y Andrés Machado Conte, en televisión destacaría el trabajo de Amaury Pérez Vidal, Zenaida Romeo, Isabel Fernández Agesta  y  Marino Luzardo, por solo mencionar estos ejemplos.… Creo que estaremos de acuerdo con que se puede llegar a ser un  buen locutor o locutora, sin tener necesariamente que dominar todas las categorías de la locución. No todos podemos ser, por ejemplo, César Arredondo, que es una figura de referencia nacional en la locución de noticieros, la narración dramática, locución de menciones y promociones, presentación de actividades o la locución poética….  Por citar un ejemplo.

Se puede dominar solamente la locución de cabina, y no por ello dejar de ser muy bueno como locutor o locutora; lo mismo que ser un excelente médico de familia sin dejar de ser un buen médico especializado.

Podemos afirmar entonces que no existen “voces de locutores”. En la  Radio y en la  Televisión, como en la vida, hay sitios para todas las voces y timbres. El secreto radica en saber educarlas, cultivarlas sistemáticamente y utilizarlas de acuerdo con las características del programa y con las particularidades  de cada locutor o locutora.

El problema mayor está en los que tienen la responsabilidad de programar el trabajo de estos profesionales en cada lugar, y utilizarlos aprovechando su mejor capacidad porque, al igual que en cualquier profesión, la locución tiene especificidades, que no siempre se cuidan. A nadie se le ocurriría  que un neurocirujano se enfrentara a una intervención  cardiovascular, por ejemplo, aunque fuera un cirujano  muy bueno en su especialidad.

Enfatizo en ello porque no siempre al escoger un profesional tenemos en cuenta la diferencia en el  lenguaje., lo que difiere en radio y televisión.

Se puede lograr un buen  desempeño en ambos medios, pero a veces no. Un  buen conductor de Revista Informativa o locutor de noticias, puede ser estelar en radio, pero no en televisión y viceversa. En radio todas las intenciones dependen de la voz, en un medio muy difícil. Pero en televisión tiene un gran por ciento  la imagen, el manejo del diálogo, de las manos, de la cámara y del telepronter; la memoria, la expresión del rostro, etc Su imagen tiene que tener eso que no se aprende en ningún  curso, eso que se llama ángel.

Por otro lado muchas veces no se tienen en cuenta los niveles alcanzados en la evaluación, que en nuestros medios fue muy fuerte.

Ejemplos positivos existen en el manejo de la locución en radio y televisión. En aras de la brevedad señalo a los noticieros de la televisión, “El matutino” de Radio Reloj y el Noticiero Nacional de Radio, entre muchos otros.

Existen otros problemas que lastran el mejor desenvolvimiento de la locución, no obstante la última evaluación a los profesionales del habla, que abarcó incluso a una categoría llamada de hablantes, referidas a aquellas personas que son utilizados como especialistas.

De lo que se trata es de que la ausencia de una ética radial y televisiva respecto a la locución, ha conllevado a que en ocasiones se recurra de forma indiscriminada a determinados artistas y periodistas en funciones de conductoras o conductores de programas, fundamentalmente en algunos espacios de la televisión.

Por supuesto, no nos referimos a los especialistas que de forma impecable por su voz, dicción y otros atributos de un buen comunicador conducen programas sobre distintas especialidades, como es el caso en Radio Progreso y CMBF de Miriam Ramos, quien además compareció disciplinadamente a la evaluación.

Y en televisión, por siempre en el recuerdo, la extraordinaria Esther Borja, quien durante 25 años nos deleitó como conductora y cancionera del estelar “Álbum de Cuba”. Los más de 25 años que hemos andado La Habana con el doctor Eusebio Leal, quien nos ha enseñado los valores perennes de nuestra idiosincrasia, de nuestras tradiciones, de nuestra cultura, o la maestría de Amaury Pérez Vidal, con su “Muy personal”, por solo mencionar estos ejemplos…

En nuestros días también se destacan, entre otros: el propio Amaury con ese regalo de Con dos que se quieran o la comunicación que logra Manuel Calviño con Vale la pena. Zenaida Romeu, Alfredo Calderón,  Randy Alonso, Arleen Rodríguez, Magda Resik, Rolando Almirante y la doctora María Dolores Ortiz… en Otros Tiempos, Escriba y Lea, la Mesa Redonda y  Entre Libros,  de la   Televisión Nacional,  y El Triángulo de la Confianza del Canal Habana, además del programa titulado también Entre Libros de Habana Radio, en los que la persona que conduce tiene que dominar más que los panelistas los temas del día, o los aspectos fundamentales de la vida del entrevistado, con todos los atributos del buen decir.

Si todavía subsisten, en algunos casos, locutoras o locutores, que no  están capacitados muchas veces para asumir determinada categoría de la locución, ¿cómo es posible que otras personas, que ni siquiera observan las  cualidades lingüísticas de la especialidad puedan actuar en un medio de comunicación?, la mayoría de las veces en programas y horarios estelares, solo aprovechando  su popularidad y maestría, en otra profesión.

Momentos hubo en este país, –y me refiero a la memoria histórica para proyectar un presente y futuro mejores–, en los que para realizar una función como profesional del habla en cualquiera de sus manifestaciones había que estar preparado y ser aceptado como tal, de acuerdo con el reglamento ético del momento, como es el caso de extraordinarias actrices y después locutoras de referencia como Consuelito Vidal, Margarita Balboa, Xiomara Fernández o Hilda Saavedra, por sólo citar algunos nombres femeninos, o el de Carlos Paulín o Rosendo Rosell entre los hombres.

Pienso que eventos como este nos ayudarán a la conceptualización de estos temas, pero va siendo hora ya de pasar a un estadio superior y de que surja una Organización, y que en el próximo evento contemos con la Asociación de Locutores de la UNEAC o la Unión Nacional de Locutores, para que asuma la misión de reglamentar, exigir y cuidar los valores más genuinos del idioma, antes de que sea demasiado tarde para salvar a una especialidad que en nuestros medios constituye: El rostro hermoso de la palabra interminable.

Urge también encaminar esfuerzos para que en los cursos de locución, además de los elementos técnicos-artísticos generales, se enfatice en las tipicidades de cada especialidad.

En su obra Martí, escritor americano, nuestro primer ensayista Juan Marinello, afirma: “Muy denunciador que, cuando el libertador cubano alude a lo que más duele en su corazón, el sacrificio de sus compañeros de pelea, recuerde el don de la lengua como compensación posible… Martí no podía, por justo, dejar de condenar el retraso y la furia españoles, ni podía por culto dejar de rendir homenaje a la lengua insuperable”. Y recuerda Marinello:  ” En 1873, José Martí, recrimina a España. La condenación, es dura, encendida, implacable… Y, de pronto, el escritor irrumpe, con sus devociones vitalicias, en la proclama del político, para expresar “Cuba paga cara la sonoridad de la lengua española con las vidas ilustres que España le ha hecho perder”.2 

Salvemos la pureza de nuestra lengua. Estamos a tiempo.

Notas al pie:
1 Conversación con la autora
2 Marinello Juan, Martí, Escritor americano, Editorial Grijalbo,    S:A: México, 1958. Pág. 85 y 86

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