Locución radial

La locución es un acto esencialmente profesional en todo sentido. Las mejores locutoras y locutores que he conocido en más de cuarenta años de trabajo en la Radio han sido seres humanos de una gran responsabilidad ante el micrófono. En ellos he notado, antes de salir al aire o previo a una grabación, ese especial bichito profesional que los tensa y a la vez modula. Luego nos dejamos llevar por el encanto de sus voces que llegan a cualquier parte de nuestro hogar, en el trabajo, en la calle, en el campo, en las montañas con ese sello  personal que va quedando grabado un día tras otro en la memoria colectiva de los oyentes.

Nadie crea que la locución es un acto de pura voluntad. Ser locutora o locutor supone transitar por estudios previos que califican para hablar frente a un micrófono. A esta idea tendría que agregar una serie de aspectos que se tienen que dominar ante un micrófono abierto.

Se sabe que la locución se integra a partir de una correspondencia del tono, ritmo o intencionalidad con los temas que se estén abordando. A ello se suma el nivel afectivo con los oyentes, esa empatía especial que logra en los sintonizan el programa el agradable encuentro esperado.

Un aspecto esencial que he mencionado es el ritmo que puede ser dinámico, intermedio, lento, justamente en correspondencia con los temas que se estén tratando y que se interrelacionan con la función, la forma y el destinatario del programa.

Un director de programas de Radio en cualquiera de sus posibilidades de forma debe ajustar convenientemente el balance de voces, en el caso de que las llevara. Ello le permitirá calidad en los diálogos si el programa lo acepta. Y la calidad del diálogo entre dos profesionales de la locución se establece siempre sobre la base de la coherencia. No ser coherente en un programa radial es fatal, o como diría un buen amigo, desastrosamente fatídico.

Otro aspecto primordial en la locución es la  adecuada utilización del idioma. En esta especialidad radial mientras más se domine la lengua materna se obtendrán mayores resultados que mucho se aprecia en la calidad de un programa.

En cuanto al terreno de la improvisación el lenguaje tiene que ser directo y claro y siempre alejado de esas musarañas idiomáticas que nos dejan como esa aseveración popular colgados de la brocha.

En la locución los tonos deben ser respetados esencialmente ya sea feriado, alegre, triste, pesimista, sobrio, conversacional, didáctico, intimista, romántico, siempre en correspondencia con los temas que trata el programa, la función y la forma y el  destinatario del programa.

La locución de excelencia reúne intencionalidades y matices que marcan y aportan su sello personal y distintivo de la calidad de un profesional de la palabra. No se puede olvidar que un mensaje se enriquece en la voz radial cuando la intencionalidad profesional lo proyecta con los mensajes que se pueden derivar desde el fondo de cada palabra misma.

La memoria de la Radio cubana atesorará para siempre la excelencia de voces de locutoras y locutores  que hicieron de esta profesión una maravilla de recuerdos imborrables. Voces que nutrieron, además, la fecunda lista de dramatizados de amor, históricos, de aventuras, policíacos, entre otros, que se ganaron un sitio, a su vez, en la memoria de los oyentes.

Cuba ha sido y seguirá siendo un  país donde la maravilla de sus voces radiales marcará pauta en la arena internacional.

Ahora mismo encienda su radio y escuche la variedad de voces que a cualquier hora del día nos entregan calidad y profesionalismo cuando todo lo que hemos  mencionado se cumple para bien de los oyentes.

Y digo más: desde Pinar del Río hasta Baracoa,  en las decenas de emisoras de Radio que se multiplican en todo el país,  he tenido la oportunidad de admirar voces que  me han llevado a pensar que nuestro archipiélago es, en sí mismo, el país de la buena locución y que en las voces más jóvenes se advierte ya la seguridad de un buen relevo.

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