Minoska Cadalso: «En vivo… desde un campo de caña o desde un avión»

Nació un día de San Roque, en Santa Clara, un 16 de agosto. Pudo llamarse Roquelina, mas sus padres prefirieron el ruso Minoska. Puede despertar a una ciudad desde el micrófono, a toda Cuba… pero no le pidas que lo haga en un acto público. Es temerosa de la escena, pero osada cuando se trata de ejercer el criterio.

Ama a su familia, como raíz y talismán. Y es capaz de soltarte un bolerazo en cualquier momento. Ella fusiona en perfecto equilibrio la firmeza en el decir y la capacidad para aprehender los detalles de las pequeñas cosas.

Desde 1996 es corresponsal de Radio Rebelde en Villa Clara. Ahora mismo es la enviada especial de la Radio Cubana a la República Bolivariana de Venezuela. Es Minoska Cadalso Navarro.

-«Solo es feliz aquel que no ha perdido su alma de niño», escribió José Martí. ¿Cuánto conservas de aquella niña que fuiste? ¿Cómo la revisitas desde el presente?

«Fui una niña feliz, responsabilidad de mis padres, dos seres maravillosos, y de una hermana que ha sido siempre mi amiga y mi confidente. Esa niña nunca me abandona, y hasta a veces la regaño, porque es pícara y traviesa; pero sobre todo, sensible. Es observadora, le gusta escudriñar el alma de la gente y por eso la revivo desde el presente».

Dicen que por el oído entra la fe… y también la radio. ¿Cómo resultó en tu caso? ¿Qué atmósfera se respira en la emisora CMHW, qué ha sido, que es un verdadero taller de profesionales?

«Estudié  Licenciatura en Letras en la Universidad Central de Las Villas. Fue un tiempo hermoso que hoy recuerdo con especial devoción… y llegué al periodismo por casualidad. Lo hice en la que siempre he considerado una escuela: la emisora provincial de radio CMHW de Villa Clara. Allí me brindaron las herramientas y después me dijeron: sal a la calle y haz tu tarea. En la W me enseñaron rigor, disciplina y sobre todo respeto por el oyente. Nunca dejaré de agradecer a todos los que confiaron en mí».

«En la década del 90, comenzó  mi romance con la radio que dura ya casi 30 años, marcado, como es lógico, por alegrías, insatisfacciones, sacrificios, angustias y madrugadas. He realizado transmisiones en vivo lo mismo en un campo de caña que desde el baño de un avión. La radio tiene una magia contagiosa y una vez que entras, no puedes salir. Me fascina la inmediatez, estar en el lugar del suceso y reportarlo».

«Para mí es fundamental prepararme para las coberturas y más, si son en vivo. Todas son importantes. En el transcurso de estos años, imagínate a cuantos sucesos trascendentales he asistido. Te cito solo dos: la llegada de los restos del Che a la Biblioteca de Santa Clara que tuve la responsabilidad de transmitir en vivo a través de Radio Rebelde; y la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro a China y Vietnam».

¿Dónde encuentras asideros para convertir cada día en algo de interés nacional, un suceso que ocurre en el centro del país?

«Hoy la gente está ávida por escuchar historias. Claro, no todo el mundo las sabe contar y ese es mi asidero para hacer trascender una noticia provincial o local. Se me da bien la crónica como género periodístico, y entonces trato de libar la esencia de un hecho o de un personaje, eso me inspira y trato de decírselo a la gente de una manera sencilla para que todos entiendan el mensaje».

La Patria de Bolívar, donde ahora mismo realizas tu trabajo, vive una indudable intensidad política. Tendrás muchas vivencias para contar… ¿te animas?

«Cuando creía que lo había hecho casi todo, llegué hace poco más de un año a la República Bolivariana de Venezuela y este país se convirtió en la otra escuela. Desde aquí reporto para varias emisoras cubanas: Radio Rebelde, Radio Habana Cuba, Radio Reloj; escribo para la página web de Rebelde, estoy activa en  facebook, twitter; he colaborado con Cubadebate. Aquí, edito mis propios reportes y los transmito a Cuba».

«Nuestra principal misión, y hablo en plural porque somos un equipo: tres periodistas, un camarógrafo y un editor (Radio, TV y periódico Granma), es reflejar el quehacer de los colaboradores cubanos en el país, el estoicismo de miles de hombres y mujeres que, a pesar de los momentos difíciles que vive esta gran nación, se mantienen en sus puestos de trabajo con una entrega digna de elogio».

«He recorrido prácticamente toda la geografía venezolana, desde el inmenso lago de Maracaibo, las comunidades indígenas en Delta Amacuro, la frontera colombo- venezolana en Táchira… hasta la fría y bella Mérida, los llanos de Barinas, y en todos, en el  lugar menos imaginable, hay un colaborador cubano».

«En Venezuela he conocido de cerca la pobreza, el dolor, las enfermedades; pero también la voluntad, el valor, el temple, el desvelo. Por eso, a la hora del recuento siempre estará presente. Venezuela me ha hecho crecer como profesional y como ser humano».

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