Bueno para radialistas

La Editorial Científico Técnica del Instituto Cubano del Libro publicó en el 2009 el libro Historia Popular de la Ciencia, del estadounidense Clifford D. Conner, historiador y catedrático nacido en Nashville, Teneessee, que reside actualmente en Nueva York. Lo primero que me sugirió el título del libro, es que se trata de una historia cronológica de los descubrimientos científicos, contada de modo accesible para individuos de cualquier nivel de escolaridad. Ese fue mi único gran error. Tan pronto comencé a leer el Prólogo que el mismo autor hizo para la edición cubana de su obra, entendí que el contenido nada tenía que ver con mi suposición aunque, a decir verdad, está escrito para que se logre una fácil comprensión.

En el referido Prólogo el autor toma un fragmento de palabras de Fidel cuando dijo: “…hay cientos de miles de científicos. Hasta el individuo que fabrica las pequeñas piezas y busca soluciones es un científico y un tipo de investigador ”. (1) Fidel se anticipó 13 años a la esencia del libro del doctor Clifford, y es que “Historia Popular de la Ciencia” propuso y consiguió echar por tierra los rígidos criterios elitistas acerca del desarrollo científico alcanzado por la Humanidad a través de los siglos.

El autor expone con abundantes ejemplos como fuerzas y manos humanas de la cotidianidad han dado pautas a numerosos descubrimientos e innovaciones, luego atribuidas únicamente a personajes hoy considerados íconos de la ciencia. Clifford reivindica con creces a las fuerzas productivas sencillas, las mismas que llegaron con su duro quehacer al encuentro con fenómenos más tarde reestudiados e investidos de argumentación teórica. ¡Y eso es importante! Los radialistas, periodistas y comunicadores trabajamos con las verdades y,   para ser más exactos y objetivos, debemos partir de los presupuestos más sólidos. Es como rectificar la brújula de las conceptualizaciones; es también ver y enunciar un mismo fenómeno arrojando una nueva luz más esclarecedora.

En “Historia Popular de la Ciencia” se reivindican las fuerzas de la intuición como las más antiguas parteras del conocimiento. Resuelve el viejo dilema que ponía a la ciencia por encima de la tecnología, como si fuese una categoría superior cuando, en la realidad, ambas se complementan. En el encuentro diario con la realidad, la praxis va al encuentro de lo cierto que, después, se encierra en postulados, teorías y leyes: Primero la obra; luego cómo explicarla. “ El trabajo manual primeramente descubrió aspectos de la naturaleza sobre los que más adelante se elaboraron las filosofías, y durante siglos ha continuado siendo la fuente primaria del conocimiento de la naturaleza”. (2)

Esta es una obra de indiscutible dimensión revolucionaria, ya que plantea una nueva perspectiva del conocimiento, muy alejada de lo acostumbrado. Saca al devenir científico de sus viejas cúpulas y lo ubica en un espacio pragmático-natural. Al tiempo de ser una lectura agradable que absorbe, constituye el replanteamiento argumentado y profundo de antiguos conflictos, lo que hace con una óptica renovadora. “Otro rasgo ideológico del desprecio de los intelectuales por el trabajo manual es la difundida idea de que la ciencia es inconfundiblemente diferente y sustituye a la tecnología en importancia histórica”. (3)

Los radialistas que cada día acometemos la labor de explicarnos – y explicar – el mundo y todo lo que nos rodea, podemos encontrar en este libro muchas respuestas. A la par de su pródiga riqueza narrativa, “Historia Popular de la Ciencia” planta firme en nuevos conceptos de interpretación y método ciertamente válidos, que incitan al ejercicio del pensamiento. Es una propuesta de la cual se tiene derecho a discrepar, pero no a dejar de conocerla. Los radialistas, profesionales apasionados y comprometidos, estamos llamados también a ese conocimiento.

Notas:
Castro Ruz, Fidel. Discurso por el Día de la Ciencia. 15 de enero de 1992.
Clifford D. Conner – Historia Popular de la Ciencia, Editorial Científico-Técnica, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1999, pág. 10
Ídem. Pág. 10

 

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