Cuatro grandes de la radio

Sencillez, modestia, ética, entrega, proyecciones artísticas unen a estos creadores, al identificarse con el mismo objetivo: saber cómo sienten, cómo viven los públicos, a los que dirigen sus mensajes, tras apropiarse de sus vivencias, y traducirlas en la pasión de sonidos e imágenes.

De amena lectura y resultará un material de consulta, que permitirá al lector adentrarse con nuevos elementos en la historia de vida de estos cuatro artistas, no ha sido la intencionalidad dar la receta de sus éxitos, sino preservar la imagen para que no sean abandonados por el tiempo y el olvido figuras de la talla de Alberto Luberta, artífice por más de 40 años del humor; de Joaquín Cuartas, quien se apoderó del drama radial, le dio su sello para sembrar, defender valores sociales, de Eduardo Rosillo, creador de un estilo de decir en el show radial o de Renaldo Infante, una institución en los medios de comunicación, que trazó estrategias en la información y en la programación radial, con la autoridad de sus múltiples conocimientos y experiencias, junto a una profusa entrega profesional.

Las autoras transitan por cada una de estas personalidades, motivan al lector para que profundice en el magisterio, la sabiduría, entre otros vastos saberes del quehacer radial, puestos al servicio del enriquecimiento intelectual y artístico de sus oyentes, plasman el encanto, la ternura, el análisis de cada uno de ellos está signado por las particularidades que le imprimen las autoras y los creadores sometidos al estudio. Encontrará el lector estilos muy diferenciados en el tratamiento y el enfoque, pero se apartará de la historia de vida tradicional, no hará uso de las entrevistas de forma directa, pues el objetivo ha sido dar la valoración desde el amor y el respeto dela obra y trascendencia de cada uno.

Se reflejan las características personales, un Rosillo, siempre presto a la sonrisa, a la complacencia, lleno de recuerdos y fotos, un Luberta escurridizo, amigo de la conversación y del diálogo, pero no atento a dejar testimonio, el siempre impredecible y genial Joaquín, que huye del testimonio gráfico, pues parece bastarle con lo que ha legado a partir de su obra. Y ese Renaldo amoroso y atento, que todos admiran y aprecian por su dedicación y entrega. Este libro no constituye una historia lineal de cada personalidad descrita, resulta admirable la información y el criterio científico con que se tratan cada uno de los estudios, que no tiene otro propósito que perpetuar la historia rica y viviente de la radio cubana. Apenas es un acercamiento al trabajo diario de aquellos que nutren el alma de su pueblo. Interesante fue para varias de las autoras recoger entrevistas y opiniones de quienes los han conocido y admirado y dejarlos plasmados en los textos como complementación de la información. Nos han presentado un diálogo con estrellas.

La radio necesita que se estudie su trayectoria, se investigue y divulgue el quehacer de quienes han estado por largo tiempo haciendo su historia. Loable el empeño de Norma Gálvez, quien investiga y selecciona estos creadores para rendirle homenaje. Como estudiosa y amante de la radio ha sabido encontrar «cuatro grandes», como los ha llamado, para iniciar el rescate de la historia y la vida de quienes entre micrófonos, cabinas y emisoras han dedicado lo mejor de su talento para informar, entretener, educar y hacer reír a varias generaciones de cubanos.

Cuatro mujeres se han dispuesto a darnos testimonios de décadas de hacer radial y televisivo, pues no solo estos creadores se han circunscrito a la radio, Rosillo ha hecho televisión, quizás fue este medio el que le abrió el camino en una emisora nacional, Joaquín Cuartas incursionó en la dramaturgia televisiva, pero su amor a la radio, como el de Luberta, lo dejaron por siempre en Radio Progreso, Renaldo Infante ha brindado su ingenio en ambos medio.

Entre todas hay un nexo, el Instituto Superior de Arte, Marielvis Calzada, recién egresada de la carrera de Teatrología, muestra dominio e interés por los dramatizados radiales. Su artículo reflexivo y bellamente escrito nos da un Joaquín Cuartas en la inmensidad de su obra. Graciela Gómez, quien se desempeña en la radio, dedicó su tesis de maestría al estudio de la vida y obra de Renaldo Infante y se hace explícita en su admiración. Yulmis Merencio comparte con Norma Gálvez el estudio de Alberto Luberta, y es muy interesante como logran unir historia y crítica en un artículo tan sustancioso. Por su parte Norma Gálvez nos da un Rosillo que si bien ha sido objeto de estudio en materiales anteriores, ahora lo encontramos nuevo con aristas que abren las posibilidades de futuros estudios de investigación. Solo nos restaría invitarlas a que el proyecto continuara y se recuperara la historia y la memoria de la radio cubana desde el enfoque ellas nos han brindado.

Este libro plasma referencias, que en el futuro estudiarán los interesados en conocer la historia de los creadores de la Radio. Se analizan programas que han sido emblemáticos y constituyen en algunas ocasiones únicos en el medio radial, o han tenido tanta influencia y aceptación por la población que por décadas han demostrado que son los preferidos. Además de los valores histórico y pedagógico, testimoniará circunstancias de una época, en la cual se privilegia la entereza y el ingenio humano, para enfrentar las campañas mediáticas más despiadadas en la historia de la humanidad hacia un país pequeño como Cuba.

En la Radio, la Revolución siempre ha contado con fieles soldados, como los descritos en este texto. La superficialidad, la chabacanería y el mal gusto nunca han encontrado brecha, en la obra de estos artistas de referencia trascendental. Han cultivado sueños, proyectos de cómo servir mejor en busca del sedimento de cultura para impregnar en los oyentes una huella imperecedera existente entre el artista, la obra y los públicos.

Los artistas de Cuatro grandes de la Radio viven para los oyentes, sienten como ellos, son parte de su realidad, lo cual los ha hecho más fuertes creativamente, la vida enseña diariamente lecciones diferentes de donde extraer contenidos y generalizarlos a través del éter.

La radio los acogió durante la mayor parte de sus vidas, constituyó un marco propicio para disponer del talento, volcarlo con sabiduría y audacia al servicio de una nueva plataforma estratégica alejada de mercantilismo, vicios, egoísmos y modos de vida ajenos a la sociedad cubana.

Noventa años de historia desde aquel 22 de agosto de 1922 cuando se comenzaron las transmisiones sistemática la radio ha brindado a la cultura cubana voces que le son imprescindibles, En Vivo ofrece un texto que traza rumbo a las investigaciones y abre el camino de la socialización de la historia acumulada en estos noventa años.

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