El periodismo cubano: Revolucionario, orientador y objetivo

Nos enfrentamos como nación al reto de mantener vivo el proyecto político, económico y social por el cual generaciones de cubanos y cubanas han ofrendado lo mejor de sus vidas por más de medio siglo; mantener con ello la soberanía nacional y al mismo tiempo elevar los niveles de vida material y espiritual de todo el pueblo. La dirección de la Revolución, consecuente con el pensamiento de Fidel y junto con Raúl, acepta y se pone de frente a ese desafío histórico, de la misma manera que hace cincuenta años todo un pueblo miliciano combatió en las arenas de Playa Girón para no dejarse arrebatar su soberanía. Vivimos y somos protagonistas de otro Girón, el de las ideas, la actualización del modelo económico que implica, por sí, la actualización de modos de pensar y actuar, de concebir e interpretar.

En este reto, parte también de la Batalla de Ideas, se decide el futuro de la Patria para los próximos 100 años. Estamos sentando las bases del Modelo Económico y Social del Socialismo Cubano que constituye, en palabras del compañero Raúl “…descentralizar y cambiar la mentalidad”.  Es importante tener conciencia de que esta tarea, y vuelvo a citar a nuestro Presidente, está “…llena de complejidades e interrelaciones que tocan, en mayor o menor medida, todas las facetas de la sociedad en su conjunto y
por ello sabemos que no es una cuestión a resolver en un día, ni siquiera en un año…”

Dentro de esas facetas se encuentra la función y el compromiso de nuestros medios de comunicación, de la prensa cubana en todas sus modalidades, sin excepción. Más que nunca el periodismo cubano – del llamado prensa plana, así como Radio, Televisión e Internet – requiere estar a la vanguardia como fuente de orientación y esclarecimiento de cada paso, de cada acontecimiento y transformación,  dotado de una sincera y profunda objetividad revolucionaria.

La Revolución, su Proyecto defendido desde los lejanos años del Moncada, el Granma y la Sierra Maestra, la actualización del Modelo Económico y Social, en conjunto el pueblo cubano, para nada necesitan una prensa acomodaticia, autocomplaciente ni triunfalista o apologética, donde casi
siempre subyace el “no buscarse problemas” y “ver como se obtienen ventajas personales” o “se cae simpático al de arriba”. Semejantes vicios, si de cierta manera se han enquistado en algunos, nada tiene que ver con la Revolución y el Socialismo, y mucho menos con el proceso de Actualización del Modelo Económico y Social que emprende la nación cubana.

Nuestra labor en la prensa – en todas sus manifestaciones – debe y exige comenzar por una  introspección de cuanto se ha dicho y hecho para de inmediato, sin alma timorata ni cálculos estériles, asumir con hidalguía viril la misión social exigida por la Patria en los momentos actuales y por venir.

Cito a Raúl cuando en el Informe Central al VI Congreso dijo con absoluta claridad: “En la consecución de este empeño la prensa cubana, en sus diferentes formatos, está llamada a jugar un papel decisivo con el esclarecimiento y difusión objetiva, constante y crítica de la marcha de la actualización del Modelo Económico, de modo que con artículos y trabajos sagaces y concretos, en un lenguaje accesible para todos, se vaya fomentando en el país una cultura sobre estos temas. “

Lenguaje accesible que significa “hacernos entender con claridad” y llamar “al pan, pan y al vino, vino”; igual que constituye orientar, esclarecer, llevar a cada ciudadano – hombre o mujer – de este país la dimensión y el concepto exactos de la nueva etapa histórica – y no por nueva menos gloriosa – que hoy vivimos.

Expresó también Raúl, y vuelvo a citar sus palabras textuales: “En este frente se requiere también dejar atrás, definitivamente, el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la actualidad
nacional y generar materiales escritos y programas de televisión y radio, que por su contenido y estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión pública, lo que supone elevar la profesionalidad y los conocimientos de nuestros periodistas; si bien es cierto que, a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, en la mayoría de las veces ellos no cuentan con el acceso  oportuno a la información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en cuestión. La suma de estos factores explica la difusión, en no pocas ocasiones, de materiales aburridos, improvisados y superficiales.”

Ahí están las pautas de nuestro quehacer periodístico. Es la posición que debemos ocupar en esta contienda, que no es campaña ni embullo circunstancial. Nuestro único, sagrado e irrenunciable  compromiso en con la Patria, la Revolución y el Socialismo Cubano.

En estos días, recordando la Victoria de Playa Girón y ante el VI Congreso del Partido, recuerdo cuando apenas a comienzos de la década del 70 Tony, un profesor mío del Preuniversitario me dijo con sabiduría casi proverbial que “entre las muchas virtudes del pueblo cubano y su liderazgo revolucionario está la osadía de haber hecho una Revolución más grande que nosotros mismos.” Más de una vez he pensado en esto, cómo la obra trasciende de tal manera – en grandeza y época – a quienes la crearon, al
extremo de que continuamente urge entender mejor su dinámica, su diversidad y la grandeza que la define.

Que la obra nos trascienda, son virtud y mérito de generaciones; defenderla, reinterpretarla de acuerdo con la circunstancia histórica, actualizarla y perfeccionarla continuamente son desafíos ineludibles para
un periodismo comprometido con el reclamo de su tiempo.

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