La radio y la televisión cubanas: El camino a la lealtad y camaradería

Y nunca estas palabras han tenido mayor vigencia –pienso- como cuando en ciertos espacios y lugares se tiende a demeritar la influencia de la radio comparado con el número creciente de audiencia que se suma a la TV o al ciberespacio, o cuando en plena faena periodística escucho decir: “¿Llegó la televisión? Como para afirmar la llegada de los medios de prensa a las coberturas.

No quiero con ello desacreditar al “octavo arte” como algunos califican a la televisión, sino significar la labor que muchos radialistas cubanos ejercen y ejercieron, así como de un medio que tiene una probada influencia en el público y que además ha contribuido de forma notable al desarrollo televisivo a lo largo de los años.

En el caso nuestro, la popularidad de la radio propició el lanzamiento y desarrollo de la televisión en un clima de competencia entre Gaspar Pumarejo y Goar Mestre. “El primero de ellos comenzó la construcción de un edificio de trasmisiones llamado Radio Centro, mientras que el otro llegó a improvisar unos estudios de TV en su propia casa para intentar ser el primero” explica Dany Herranz Delgado en su artículo «Breve historia de la televisión en el mundo, en Cuba y en la provincia de Sancti Spíritus.»

Más allá del clima de enfrentamientos entre estos empresarios cubanos, la radio ha devenido en matriz cultural y apoyo del audiovisual desde su propia creación en Cuba y a la cual fluyeron géneros, historias, autores, realizadores, locutores e intérpretes que enfrentaron los retos de la pantalla chica y asumieron la reconversión al audiovisual de las herramientas que habían utilizado en el medio radial.

Cabrían entonces mencionar a programas como “Las aventuras de Chelín y Bebita” en la oriental provincia de Santiago de Cuba, cuyas narraciones para niños alcanzaron notoriedad en este grupo poblacional y del cual más tarde se apropiaría la televisión.

Cómo no destacar además al pedagogo y radialista cubano Antonio Vázquez Gallo cuando creó y comandó  a fines de los cuarenta la escuelita del “Maestro Pulgarón” cuyos protagonistas “Timoteo” y “Cantimplora” en poco tiempo de inaugurarse la primera planta televisiva en el país ya habían acaparado gran parte del   público cubano.

“De esta semilla germinó, en la primera mitad de la década de los 50s, las obras precursoras de las aventuras heroicas, protagonizadas entonces por Enrique Almirante” en la televisión cubana expone Mayra Cue Sierra en su artículo “El mundo de la fantasía en la programación televisiva”.

Pero no sólo en espacios infantiles se puede apreciar el apoyo de la radio a la TV sino también en programas culturales, campesinos, musicales, que luego se conformarían tras el triunfo en el cincuenta y nueve en función de los intereses de la naciente revolución cubana y en el fortalecimiento de su identidad cultural.

Es válido tener en cuenta que la televisión también ha contribuido al desarrollo de la radiodifusión. Espacios televisivos actuales como “Pasaje a lo desconocido” de gran arraigo en la población cubana fueron adaptados al lenguaje radial por las posibilidades de interacción e intercambio con el oyente, lo cual es menos posible en la TV.

Las posibilidades cuantitativas que brinda el poder llegar a muchas personas con menos recursos  y penetrar en la intimidad de sus hogares, lleva a algunos a procurarse una onda, un espacio y un micrófono para llegar al público y hacerse parte de sus vidas.

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