Adriana y Gerardo: lo posible cuando todo parecía imposible

Ahora sus rostros se tornan diferentes; tomados de la mano se acarician una y otra vez, la pesadilla de tantos años de separación culminó en diciembre del 2014. Para esta feliz pareja cualquier herida pasada desapareció para disfrutar al máximo y hablar de lo que pareció un imposible: el nacimiento de tres retoños Gema, Gerardito y Ámbar.

En un diálogo con la periodista Arleen Rodríguez Derivet para el programa radial A la luz del Recuerdo, Adriana evoca fragmentos de una carta enviada a su amado cuando los separaba una abismal distancia geográfica, y los días se convertían en largas noches sin la más mínima esperanza del reencuentro con Gerardo Hernández: “Conociéndote tanto, he tenido siempre la seguridad de que serías un padre excelente – afirmaba-. Toda tu imaginación, creatividad, inteligencia y sensibilidad humana te hacen merecedor de ese privilegio de ser padre. Nadie mejor que tú para lograr ese sueño y la mayor satisfacción para mí, es poder ser la elegida para cumplirlo. Quizás, no seamos tan jóvenes como otros padres, pero sí estaremos por encima de muchos”.

Acto seguido hace una confesión: “En el 2001 se sospechaba que la condena iba a ser larga, y aún así Gerardo me dice que cuando retornara a Cuba ´iba a tirar doble”. Fui pesimista y le dije “que va eso es casi es imposible”. Fue una premonición que años después se cumple.

La vida les había proporcionado mucho sufrimiento a ambos, pero los hijos fueron una bendición para los dos ¿cómo se concibe Gema, la primogénita? “Fue un sueño lindo y deseado, que pasó por la incertidumbre y después por la felicidad anhelada, sabíamos de los riesgos que se corrían, el primer intento falló, y casi me rindo, pero la entereza de Gerardo que persistió siempre, fue quien nos llevó a un segundo intento momento en que los especialistas aconsejaron implantar dos embriones en vez de uno, y tuvieron razón: uno de ellos no se dio, el otro fructificó”, acota Adriana, a quien se le iluminan los ojos cuando habla de Gema, la hija deseada, ¨la niña de Cuba», como la calificarían millones de personas en el país.

Después vino el segundo embarazo, y nacen los gemelos Gerardito y Ámbar, muy deseados también: ¨Debo decir que Raúl y Vilma fueron un componente importante en nuestras vidas: Recuerdo que en medio de la ceremonia de condecoración a los Cinco con el título de Héroes de la República de Cuba, celebrada en el Palacio de las Convenciones, Raúl nos dijo a Gerardo y a mí. “ahora tienen que buscar el varón, mientras Vilma en su momento, se preocupó siempre por nosotras las mujeres e insistía en analizar una manera para que yo pudiera tener mis hijos”.

Adriana había imaginado un prototipo de lo que quería con Gema, después con Gerardito y Ámbar, la primera nacida un 6 de Enero de 2015, una fecha significativa; los jimaguas el 16 de diciembre pero de 2016, horas antes de otro día que nunca se olvida, exactamente casi dos años después del regreso de Gerardo Hernández a la Patria tras más de 15 años separado de su amada.

Entre sus manos, Arleen sostiene un papel con un fragmento de un poema de Gerardo, nacido en la intimidad y la necesidad de decir cosas en momentos en que era sometido al cruel encierro en cárceles de Estados Unidos. Su título Solo delata por sí mismo la fortaleza del amor existente entre los dos y el inmenso espíritu que acompañaba a Gerardo:

Sólo en los días de sol inmenso,
o en las mañanas de húmedo andar
si el árbol mudo dibuja el viento,
o si la lluvia golpea el cristal.

Si en el silencio invoco tu risa
o alguna voz se me antoja igual
si el tiempo duele, lento o de prisa,
y de las penas ansío el final.

Sólo en las noches de eterna luna,
si mil estrellas se hacen mirar,
o si no alcanzo a contar ninguna,
y el cielo añora su palpitar.

Si el frío acecha junto a mi lecho,
si aun despierto intento soñar,
si no reposas sobre mi pecho,
o si en los sueños contemplo el mar.

Sólo si río o si estoy triste,
sólo si pienso en lo que yo fui
sólo si sé que el amor existe
sólo si vivo pienso en ti.

Después de convertirse en padre, Gerardo Hernández reconoce que ningún otro sentimiento se le parece al experimentar que otros son parte de él “es indescriptible saberse padre, hay que vivirlo. Despertar a Gema en las mañanas, darle el primer beso o asistirla cuando toma su yogurt, mimarla o hacer de titiritero, o cantar canciones infantiles para que los gemelos duerman, o acariciarlos, es algo único e intenso” asegura.

Al decir de los dos- Adriana y Gerardo-, desde el nacimiento de sus hijos todo ha cambiado en casa. Desde los horarios de la comida donde tratan de coincidir ambos, hasta los ritmos y el descanso. “Fueron 62 días con sus noches en que dormíamos apenas 2 a 3 horas diarias, hasta que los gemelos comenzaron a adaptar sus horarios de sueño. Nosotros comenzamos al revés, ya casi de “abuelos” a ser padres. Ahora podríamos haber tenido un hijo de aproximadamente 26 años, pues perdí un primer embarazo estando muy joven- comenta Adriana- , no teníamos condiciones entonces para tenerlo. Pero estamos felices y muy orgullosos de disfrutar los tres retoños que hoy son nuestra vida”.

“El nacimiento de Ámbar y Gerardito estaba previsto para finales de diciembre del 2016, sin embargo por el riesgo que corría mi embarazo y exceso de líquido, los médicos decidieron no esperar tanto, revela Adriana- incluso ni a la fecha del 17 de diciembre cuando se cumplirían los dos años del retorno a casa de Gerardo. Por eso ellos nacen horas antes”.

Algunos piensan que hay algo de mágico en el nacimiento de estos niños (Gema, Ámbar y Gerardito), porque lo hicieron en fechas significativas, sin embargo para los felices padres, el secreto está en la profesionalidad y dedicación de los médicos que la atendieron con la misma dedicación que lo hicieron con otras madres a punto de tener en esos momentos partos múltiples “es un agradecimiento infinito que nunca se termina de expresar y un éxito de la medicina cubana”, afirma Adriana.

Gerardo Hernández y Adriana Pérez, matrimonio de casi tres décadas que conserva el amor como el primer día, se miran a los ojos, sonríen y dejan ver toda la alegría que se siente después de tantos años de sacrificio y pruebas de la vida.

En este Día de los Padres, sienten orgullo infinito por sus hijos. Porque son fruto de la persistencia, la confianza de alcanzar algo posible cuando todo parecía imposible. Con ese amor del bueno, nadie puede.

 

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