Conjunto Casino: Gloria de la música cubana

A los casi 63 años de existencia en fecha reciente Marrero (locutor, escritor y realizador radial, ha trabajado en emisoras municipales, provinciales y nacionales, con espacios de comentarios acerca de la música cubana y temas costumbristas e históricos) nos regala un texto que Ediciones Cidmuc ha puesto en circulación recientemente: Los campeones del ritmo. Memorias del Conjunto Casino.

Sobre este libro, sin dudas de especial interés y consulta para los estudiosos de la música cubana, versó esta entrevista que ahora ofrezco y que nos revela a ese inquieto hombre, seguro en sus valoraciones.

¿Cómo comenzó en ti la necesidad de la investigación musical cubana?.

Fue la radio la inspiradora. Y fue precisamente una necesidad. Comencé en este medio en enero de 1973. Llevaba apenas unos meses vinculado con la emisora COCO-CMCK El Periódico del Aire, gracias a un  programa vespertino que transmitía entonces dedicado a Las voces del recuerdo, Panchito Riset y Roberto Faz. Siempre Faz fue mi ídolo musical. Un día se me ocurrió “escribir” una pequeña biografía de Faz y decidí obsequiarla al equipo de realización de ese programa. Aquel 28 de julio de 1972 conocí a quien sería mi compañero, amigo y primer maestro en el sector, Ignacio Figueredo, ya lamentablemente desaparecido. El Fígaro, como le llamaban sus compañeros, me propuso asumir el guión y la producción musical de un espacio dominical que había quedado desatendido. Era una audición con grabaciones del Trío Matamoros, que salía al aire de 10 a 10 y media de la mañana. Se hacía necesario entonces incluir en el guión alguna información acerca del trío. Y yo carecía de ella.

Guido García Inclán, uno de los más grandes radialistas fundador de la COCO el Periódico del AireUnas semanas después del 14 de enero de 1973 –fecha en que salió al aire mi primer guión radial- me llevaron a conocer al Viejo, al Jefe. Era el director y antiguo propietario de la emisora, el gran periodista nuestro Guido García Inclán. Él sentía ferviente admiración por Los Matamoros y me consta que escuchaba el programa cada domingo en su oficina antes de marcharse. Cuando lo vi, me preguntó cómo me sentía y me atreví a decirle que apenas tenía datos de ellos y que me hacía falta que me facilitaran información.

Recordaré siempre el rostro compasivo, casi paternal, de Guido cuando puso su mano sobre mi hombro y me dijo: Marrero, el periodista no espera a que le traigan la noticia, sino que sale a buscarla. Aplíquelo a lo suyo. La vergüenza que sentí la traduje en una decisión que marcaría mi vida. Días más tarde, visité por primera vez la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y empecé a revisar viejos periódicos y revistas. Descubrí un entramado maravilloso, como un gran bosque donde se entrelazan las ramas de frondosos árboles. Y lo tupido de ese bosque me ha impedido salir de él. Así ha sido hasta hoy.

Los Campeones del Ritmo (Ediciones Cidmuc)…¿De qué trata esta investigación?. Cuéntame las peripecias de ella….¿Se te quedó algo en el tintero?.

Se trata de un estudio dedicado al Conjunto Casino, una de las agrupaciones musicales importantes de Cuba durante el siglo XX. El Casino fue el portador de una de las tres líneas experimentales a partir de las cuales surgieron todos los demás grupos musicales del formato de conjunto en Cuba (las otras dos son la Sonora Matancera y el Conjunto de Arsenio Rodríguez).

Con ese pretexto, se hace un repaso del acontecer musical en Cuba durante la etapa en que se desarrolló el Casino, de modo que se demuestre el impacto de los llamados Campeones del Ritmo en el panorama de la música popular cubana.

Cuenta con un prólogo escrito por la editora del libro, Liliana Casanellas Cué y un capítulo introductorio titulado Senda Fonográfica hacia la Era de los Conjuntos, donde se demuestra, a partir de la discografía de la época, cómo evolucionaron nuestros grupos musicales hasta llegar al conjunto (piano, bajo, percusión, dos, tres o cuatro trompetas y tres o cuatro cantantes).

Luego, en diferentes capítulos, se describe paso a paso la trayectoria del Conjunto Casino, combinando la fonografía, los testimonios personales, materiales de archivo, documentos oficiales del conjunto y referencias de la prensa de la época. Cuenta con un apreciable número de ilustraciones.

Se anexa una Discografía Mínima Actual, donde se compilan las producciones disponibles en el mercado internacional en formato de CD con muchas grabaciones del Conjunto Casino. También, una Cronología, la Relación Nominal de músicos que actuaron con el grupo hasta 1969, un Cancionero con los textos de los grandes éxitos del Casino, la Bibliografía consultada y un Índice onomástico. En total, 455 páginas.    

Autor de Presencia espirituana en la fonografía musical cubana (Ediciones Luminaria; Volumen 1, 2008, y Volumen 2, 2012), La Orquesta Aragón (Editorial José Martí, 2001, segunda edición, 2009) y ahora Los Campeones del Ritmo (Ediciones Cidmuc,2014), Marrero  está destinado a sorprendernos con sus investigaciones. Por ello le pregunto:

¿Cómo valoras la música cubana de estos tiempos?…defectos, virtudes…ausencias..…necesidades.

El Conjunto Casino no hizo el son, la guaracha o el bolero como los hizo Miguelito Valdés con la Orquesta Casino de la PlayaCada época tiene su música. No puede esperarse que los jóvenes de hoy tengan como preferencia musical la manera de los años cincuenta. El Conjunto Casino no hizo el son, la guaracha o el bolero como los hizo Miguelito Valdés con la Orquesta Casino de la Playa –no es la misma agrupación, el desconocimiento ha hecho estragos en muchos difusores- ni Benny Moré mantuvo el estilo del Sexteto Habanero o el Nacional. Tampoco la Orquesta Aragón dejó de renovarse nunca: incluso en esta época. Pero ciertas lluvias trajeron estos lodos: hubo un rompimiento brusco con la tradición musical cubana a partir de los años 1960s. Se pretendió desde adentro que nos aisláramos de cuanto sonaba en el mundo y eso nos ha costado caro.

Cuando en 1966 salió al aire el programa Nocturno¸ de Radio Progreso, todo lo que se prohibió en años nos invadió como un torrente que rompe sus diques, como decía un popular bailable de aquellos tiempos. Y con la intención apasionada de renovar y actualizar nos olvidamos de lo que fuimos. A tal extremo, que desde aquella generación es apreciable que el gusto musical de los cubanos se enfoca a todo aquello que suene con la marcada influencia del rock y el pop. Y aquellos jóvenes que escuchaban Nocturno, los padres y hasta los abuelos de hoy, han fomentado en sus descendientes, directa o indirectamente, el mismo patrón de apreciación musical. Es la balada la que predomina y, preferentemente, la que nos llega desde otras latitudes: sobre todo, Estados Unidos y los países de habla hispana. Y con otros géneros ha pasado lo mismo. Fíjate que, en lo bailable, se distingue a los salseros y hay quienes prefieren las maneras de hacer de los músicos boricuas, fundamentalmente, antes que a las orquestas cubanas, que las hay y de una calidad superior. No hace falta nombrarlas.

En este aspecto recuerdo una frase que le escuché a Reinaldo Hierrezuelo, aquel de Los Compadres y de la Vieja Trova Santiaguera y el Rey Caney que llegó a grabar hasta con la Sonora Matancera: No es lo mismo música cubana que música hecha en Cuba. No quiero ser alarmista, pero a juzgar por lo que se escucha por las calles, y no solo en La Habana, la preferencia musical del cubano de a pie está muy alejada de nuestras raíces. Ten en cuenta además que desde hace casi veinticinco años no existe un mercado discográfico en Cuba. Conseguir música cubana para el consumo popular es punto menos que imposible. Más fácil se obtienen los éxitos internacionales del momento. Estamos en la era de Internet y muchos decisores lo olvidan. Todavía no se cuenta con esa herramienta, hoy imprescindible, en las casas de los cubanos. Imagina qué ocurrirá con nuestra música cuando eso suceda.

La Radio Cubana y los programas musicales…¿qué sobra, que falta?….¿Deben renovarse en sus estructuras como proyectos radiofónicos?.

Me parece que la debilidad de los proyectos musicales concebidos para la radio pasan por una deficiencia mucho más profunda e incomprensible: aquello que en uno de los congresos de la UNEAC se calificó como desprofesionalización de quienes trabajan en el sector de la radio y la televisión.

Resulta que ahora, para hablar de música cubana, es imprescindible un especialista. ¡En Cuba! Si me dijeras: se trata de un programa para la radio de Finlandia, de las Islas Fiji, o del Reino de Tonga, te lo admito. Y observa que no menciono, por ejemplo, a Colombia, donde la música cubana y, en especial, la Sonora Matancera alimentan pasiones. Pero ¿que en Cuba, cuna de toda esa música y de aquellos grandes músicos, se requiera de programas especializados para que un especialista hable de ella? Sencillamente parece una burla.

He visto a muchos jóvenes aspirantes a la evaluación artística como directores de programas de radio aprendiendo de memoria una lista de géneros de la música cubana, nombres de compositores o intérpretes que son glorias de la cultura nacional, para aprobar el examen teórico. Lo triste es que logran convertirse en directores y, para muchos de ellos, ahí termina su interés por la música cubana… hasta la próxima evaluación. Esos directores noveles acusan una apreciación musical deformada, debido al proceso generacional del que ya te hablé. Abusan de las nuevas tecnologías y en el proceso de corta y pega que ha invadido la radio y la televisión cubanas –donde hay ahora más escritores en nómina que los que tuvo CMQ en sus años de emporio- repiten al calco cuanta información musical les llega, preferentemente desde el extranjero y acerca de las estrellas sublimadas por las transnacionales. Y como en la radio hasta con el tono se opina, deforman igualmente, en consecuencia, a los oyentes.

La radio cubana instruye en su politica musical, solo falta creatividad, conocimiento y profesionalismo para cumplirla afirma Gaspar MarreroEs como el famoso cuento de la buena pipa. Lo más triste es que la política musical está muy bien escrita y definida para nuestros medios. Pero la inmensa mayoría de quienes tienen que hacerla cumplir solo se refugian en los numeritos del 70 y 30, el 80 y 20, o el 85 y 15, que son los porcentajes de música de autores cubanos y extranjeros que debe difundirse, según el alcance de la emisora radial. ¿Dónde están los decisores que le cuestionen a un realizador por qué no aparece un son en una producción musical y cuál es la razón por la que Silvio solo se oiga en fechas solemnes y La bella cubana de José White se haya relegado solamente a TODOS los programas del 20 de octubre de cada año?. Por otro lado, conozco muy de cerca a funcionarios que hacen caso omiso al criterio de las pomposas Comisiones de Calidad. Y también cómo, a resultas de tales opiniones, los afectados arremeten contra sus integrantes y llegan hasta la enemistad manifiesta. Eso de no buscarse problemas también existe en este sector. ¡Y mira cuántas cosas tenemos en juego!. Y no hablemos de la banda sonora de las emisoras cubanas: música rock para todos los spots o cuñas publicitarias, sobre todo en noticieros y boletines de noticias. En ocasiones, si el locutor no identifica la emisora –algo que, ya que lo digo, cuesta mucho trabajo que se haga en los programas- no es posible advertir si es una emisora de Cuba. En fin, Roberto, tú que eres un hombre de radio, sabes y comprendes muy bien que faltan muchas cosas: preparación, preparación, preparación y preparación. Y también un compromiso con la identidad nacional. ¡Cuidado!: es posible perderla.

Por supuesto, la entrevista tiene otras vertientes pero me falta espacio. Quizá en otra ocasión  pueda entregar  una segunda parte imperdible. Ojalá se pueda publicar sin tener que esperar mucho. Gaspar Marrero lo merece como también nuestros apasionados lectores de  temas sugerentes y críticos.

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