La producción radial en Cuba en las décadas del 70 y el 80

En algunas emisoras nacionales la creación se alejó de los públicos, por lo que se fueron perdiendo oyentes. La decisión de hacer toda la programación grabada eliminaba la impronta de la inmediatez de la información,  incluso en los programas, revistas y noticieros la hora de  cierre estaba bien alejada de sus horarios de transmisiones.

En esta etapa, buscando un sistema organizativo eficiente y racional, se concibió concentrar en una Dirección de Programación la realización de  programas para tres emisoras nacionales. En ellas solo existía una  coordinadora, quien recibía los programas destinados a ponerlos en la cabina  para transmitirlos. Esto despersonalizaba a los creadores y la falta del sentido de pertenencia fue afectando a los artistas de cualquier rango y especialidad.

Esta concentración sucedió alrededor de 1969  o 1970,  su vida fue corta,  pues ya a finales del 1970 se produjo la integración de equipos en cada emisora y se responsabilizaron con la creación y producción general de todo lo que se trasmitía. Es necesario  señalar que se incluye un grupo de actores y actrices en estas unidades, para solo ser utilizados en el horario de la mañana  pues por la tarde tenía prioridad la televisión.

Estas producciones, que se realizaban  con personal  fijo, tenían la ventaja de que las personas asumían un centro de trabajo y el sentido de pertenencia era mayor,  el colectivo se empleaba más en la búsqueda de nuevos productos para la programación, pero seguían arrastrando el sentido de grabarlo todo, con lo que se seguían afectando las  audiencias.

La desventaja de este momento estaba centrada en cubrir con salarios a los artistas, a quienes aunque no fueran los idóneos para un rol determinado se empleaban para cubrir con tareas a todo el personal. Otra desventaja se daba en la pobreza de voces,  pues un mismo locutor o artista hacía cuatro o cinco programas en el día.

La unificación de Radio Rebelde y Radio Liberación ofreció a la Radio Cubana  un nuevo aire y  los oyentes reaccionaron de forma muy positiva a la dinámica de su programación, quedó atrás en buen grado la programación grabada y la inmediatez fue alimentada con profesionalismo y modos de hacer que la radio había abandonado.

En esos tiempos salió nuevamente el radio periodismo en vivo, desde un móvil remoto se hurgaba cuanto de creativo acometía la sociedad cubana, para  labrar la obra de la Revolución, y se practicaba la crítica oportuna a los encargados de vigilar que sus empresas y establecimientos de servicios fueran verdaderas trincheras, en defensa de la construcción de una sociedad donde los valores sociales están en primer orden.

Quedaba atrás,  en buena medida,  una radio esquemática y simple y se imponía otra de alta responsabilidad con la sociedad. No todo andaba parejo, algunas emisoras no lograron incorporar toda la programación a este ritmo y se apreciaban los desbalances entre las líderes y las rezagadas.

En estas dos décadas también se incorporaron a la capacitación nuevos cursos de formación y calificación de artistas en centros del propio Instituto Cubano de Radiodifusión, devenido posteriormente Instituto Cubano de Radio y Televisión.

Al recordar este momento del organismo nos percatamos que se ha hecho una historia rica por el protagonismo de sus miembros, fieles a la Revolución y a Fidel, como ejército presto al combate ante los enemigos, quienes se han tratado de imponer en el campo de las ideas, utilizando para ello todo el arsenal mediático contra nuestro pueblo.

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