Perdurables del pentagrama cubano

Entre las composiciones de Ignacio Piñeiro sobresalen los sones Cuatro palomas y Esas no son cubanas, ambos de 1927.

Otros igualmente significativos son: Suavecito, Bardo, Entre tinieblas y Échale salsita, casi todos de 1933… Y no olvidemos los boleros Mustios amores, Me arrepiento, Descanso y No me perturbes porque ellos también completaron un catálogo que sobrepasa las 300 creaciones musicales.

Músico irrepetible, Ignacio Piñeiro fue el exponente líder del son cubano y todas sus variantes. Pero a sus múltiples aportes debe añadirse la temática literaria de gran popularidad que marcó sus composiciones.

Tampoco podemos obviar la novedad de repertorio que aportó al Septeto Nacional, agrupación que fundó hace más de ochenta años para hacerla sobresalir entre las de su época. Nos dejó una obra que es orgullo nuestro por su relevancia nacional e internacional.

Con sus modificaciones estructurales, la cadencia del ritmo y la creación de melodías interpretadas por su Septeto Nacional, hizo posible que el son en su vertiente citadina deviniera clásico.

Entre nuestros músicos irrepetibles también está el maestro Leo Brouwer, guitarrista, pedagogo, compositor y director orquestal. Aunque se inició en la creación musical de forma autodidacta, luego estudió composición en la Julliard School of Music de New York.

Obras suyas como la famosa Canción de gesta han sido grabadas y ejecutadas por las más importantes orquestas del mundo. Y otras constituyen repertorio habitual de numerosos instrumentistas clásicos, además de ser materia programada en conservatorios de todo el orbe.

Leo Brouwer es igualmente uno de los compositores más demandados por productores cinematográficos para la realización de bandas sonoras. Tanto es así, que a su autoría debemos la música de más de cien películas y documentales para cine y televisión.

Este artista irrepetible fue el primer compositor cubano que usó el aleatonismo y las formas abiertas de la música. Su escritura original encuentra fuentes de inspiración en la riqueza, variedad rítmica y colorido armónico de la música popular de nuestro país. Creador y promotor del Festival de Música de Cámara que lleva su nombre, Leo Brouwer ttambién ha trabajado como profesor y conferencista en importantes centros culturales del mundo.

Y por su aporte a la música cubana y universal ha recibido importantes reconocimientos incluyendo el Premio Nacional de Música y el Grammy Latino.

Aunque se llama José Luis Quintana Fuerte, todos lo conocen por Changuito, sobrenombre con el que lo bautizó el maestro Felipe Dulzaides durante su estancia en el grupo Los Armónicos. Hoy Changuito tiene 66 años y de ellos alrededor de 70 dedicados a la percusión, disciplina donde es considerado un maestro.

Recordemos que fue el baterista fundador de Los Van Van, quien junto a Juan Formell y otros miembros de la agrupación participó en la creación del songo. En esta orquesta permaneció 22 años hasta que emprendió su destino en solitario y también una carrera musical que ha ido en constante ascenso.

Aunque es un músico autodidacta, Changuito figura entre los intérpretes más renombrados de la percusión en el ámbito internacional. Por si fuera poco, cuenta con alumnos famosos en el mundo entero como los cubanos Giovanni Hidalgo, Patricio Díaz y el difunto Angá, junto a los extranjeros Dave Garibaldi, Gret Vissonet y Billy Colaiuta, entre otros.

Changuito posee además tres Grammy Latinos por su participación en los discos HABANA, La rumba soy yo y Lágrimas negras, este último con Diego El Cigala y Bebo Valdés.

Aunque sus preferidas son las congas, este percusionista irrepetible domina desde ella y el bongó, hasta la batería y los batás. Y es que para Changuito la percusión es vida, movimiento y energía. Nunca oculta su pasión por esa forma expresiva que acerca y alegra a los seres humanos.

Omara Portuondo es una de nuestras grandes cantantes y es también otra de las figuras únicas e irrepetibles que prestigian la música cubana. Conocida en sus inicios como La Novia del Feeling, ganó este apelativo como voz femenina del grupo Loquibambia, dirigido por el pianista Frank Emilio.

Pero ese fue solo el comienzo de una larga carrera musical que ha ido sumando éxitos. Desde 1967 la ex integrante de Anacaona y del cuarteto  Las D Aida emprendió su camino en solitario para conquistar nuevos triunfos dentro y fuera de Cuba.

Pese a ser ya una consagrada, Omara Portundo cambió su vida para siempre luego de unirse al proyecto Buena Vista Social Club. A partir de entonces dio un segundo aire a su carrera para conquistar los más exigentes auditorios más allá de nuestras fronteras.

La Diva del Buena Vista Social Club se ha mantenido en la cresta de la ola con nuevos éxitos y discos que la reafirman como una de las grandes. Su estilo interpretativo no envejece, se mantiene pleno de versatilidad y maestría para todos los géneros de la música cubana.

 

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