Ecos de la Caravana
Al principio la llamaban de la victoria, de la libertad… No importa cómo. La prensa, emisoras de radio y televisión de entonces que palpaban el triunfo revolucionario solo tenían claro que la caravana representaba la entrada triunfal. Yo no estuve allí. Solo intento reseñar. Quienes vivieron el acontecimiento recuerdan los balcones llenos de banderas agitadas, de flores, de palomas revoloteando sobre la muchedumbre de pueblo y una que otra posada, como quien medita al observar. Las cornetas y los vítores de los humildes fueron los principales medios que evidenciaron la algarabía popular cuando Fidel Castro y los barbudos entraron a La Habana aquella tarde del ocho de enero de 1959.


La muerte es la ironía de la vida. Sorprende y pocas veces se espera. Sé de personas que la asumen como el necesario fin de la existencia, un viaje o un sueño eterno; pero presiento que algunos hombres son inmortales porque aún el mundo recuerda su imagen con nostalgia.
Poder localizarlo fue verdaderamente difícil. Más que la entrevista misma, supuso un reto para mí, como joven periodista en el medio contactar con Alberto Ajón León. Todos lo conocían y me mostraban muy buenas referencias de él pero yo seguía sin poder concertar con mi entrevistado.
Jesús Martín Barbero al escribir sobre el papel de los Medios ha puesto al decir de los cubanos “la tapa al pomo” porque no hay dudas: “en las brechas de la televisión comercial, y en las posibilidades abiertas por los canales culturales, regionales y locales o comunitarios, la televisión aparece como un espacio estratégico para la producción y reproducción de las imágenes que de si mismos se hacen nuestros pueblos y con las que quieren hacerse reconocer de los demás.
Hoy desperté como muchos más o menos de mi edad recordando aquel ambiente de alegría en las calles, animados con música, cornetas de autos y un repetir hasta el cansancio: “Se fue Batista”, “triunfaron los rebeldes” .