Enseñar es ante todo una obra de infinito amor

Como afirmara José Martí: “El maestro labra el alma de sus alumnos. La enseñanza- dijo-¿quién no lo sabe? Es ante todo una obra de infinito amor”.

Por estos días todos rinden homenaje a los maestros a propósito de celebrarse su día en el país el 22 de diciembre. De ellos es preciso escribir todos los días por la importancia e impacto en la sociedad de la labor que realizan.

Primero en las edades preescolares los niños se separan por primera vez de sus padres para ir al círculo infantil; allí es poco el tiempo que transcurre en la adaptación porque las educadoras de esas instituciones creadas por la Revolución, están preparadas pedagógicamente para adentrarlos en el mundo del saber y que se sientan como en sus propias casas.

Luego transcurre la primaria. Aprenden a leer y a escribir para en un santiamén cursar esa enseñanza y luego de estudiar en la secundaria básica, egresar de esta convertidos en adolescentes. De manera útil y provechosa pasan el preuniversitario unos y otros la enseñanza técnica y profesional. Siempre al lado de los maestros.

Muchos de ellos señalan que la mayor recompensa que reciben a lo largo de sus vidas es ver a sus alumnos convertidos en hombres y mujeres útiles a la sociedad donde viven, por ello guardan con infinito amor el recuerdo de esos encuentros en que los más jóvenes les preguntan: ¿Profe, usted no se acuerda de mí?

El maestro es el ejemplo a seguir, el espejo en que se reflejan sus alumnos, la mano amiga; ellos tienen la responsabilidad del futuro de las naciones porque son los encargados de formar a las nuevas generaciones.

Años atrás, el 5 de noviembre de 1961, la primicia de erradicar ese flagelo la tuvo el municipio de Melena del Sur, antigua provincia La Habana, izándose la bandera de la alfabetización, que constituía la forma de reconocer a los lugares que cumplían el compromiso hecho por el líder de la Revolución al mundo.

En el acto que se realizó para celebrar el logro se hizo el llamado para culminar la Campaña en el país el 20 de diciembre.

Y los alfabetizadores cumplieron. En la epopeya participaron 121 mil Alfabetizadores Populares; 100 mil brigadistas Conrado Benítez; 15 mil brigadistas Patria o Muerte; 35 mil maestros voluntarios, lo que hace un total de 271 mil educadores.

Aquel 22 de diciembre de 1961, las palabras de Fidel en la Plaza de la Revolución, José Martí, resumieron el esfuerzo:

«Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como éste en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados. Hemos ganado una gran batalla, y hay que llamarlo así -batalla-, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla”.

A las palabras de Fidel, retumbó en la Plaza de la Revolución la unánime respuesta de todos los brigadistas: «¡Fidel, Fidel, dinos que otra cosa tenemos que hacer!».

A 62 años de aquel acontecimiento, la educación cubana llega a la memorable fecha del 22 de diciembre, con el logro de tener más de millón de graduados universitarias, cientos de doctores en ciencias, decenas de miles de técnicos y obreros calificados, planteándose nuevos retos encaminados a desarrollar el país.

Cuba fue declarada libre de analfabetismo, el primer país de América Latina en lograrlo.

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