Cuando nos pasan los años/ y ya nos sentimos viejos, / no valen los complejos/ que nos hagan daño, / sigamos subiendo escaños. / siempre alegres, sin alarde, /con un amor que se guarda, /como todo amor merece/ en un jardín que florece, / porque nunca será tarde.
Así, con este consejo a manera de décima que ofrece a la juventud una voz radial inconfundible comenzó mi conversación con José Aurelio Martínez Estévez, o mejor, con Pepe Martínez, como es conocido este hombre que ha dedicado 55 años de su vida a casi todas las especialidades de ese medio de comunicación.
Por: Jesmir Varona Socías
La emisora donde ha dejado sus sueños, creaciones y amor, Radio Cadena Agramonte, celebró un nuevo aniversario y no veo mejor manera para enaltecerla que acercándonos a sus hacedores.
Pepe
Comenzó muy joven en este mundo apasionante de los sonidos del cual está muy orgulloso. Se define como músico poeta y loco, pues ha hecho casi de todo en la Radio, excepto reparar la técnica, que ya es algo muy específico de ingenieros.
Si algo tiene claro es que los radialistas trabajamos para nuestros oyentes y no para complacer el gusto propio, pues el público te dispensa su tiempo y merece respeto.
En 1968 hizo una prueba de voz y dicción leyendo al Mío Cid, con las exigencias de Nino Moncada (actor que da nombre al grupo dramático de Camagüey) fue aprobado. Desde entonces comenzó andar con pasos firmes y adentrarse en otras especialidades como el periodismo, la dirección, el sonido y la asesoría de programas radiales.
Con mucho orgullo hoy nos cuenta sobre su obra maestra el programa En Ambiente Juvenil, que los sábados llenaba las tardes para educar a los jóvenes camagüeyanos de manera entretenida y musical. Pero muchos espacios dramatizados también salieron bajo la batuta de Pepe.
En Ambiente Juvenil
En 1983 Josefa Bracero, la directora en esos años de la Radio camagüeyana, le propone el reto de crear un espacio para atraer a los adolescentes a escuchar la radio con un saldo que les aportara saberes mientras disfrutaban de manera divertida.
Así surgió el legendario programa donde cada emisión era diferente y todo un reto a la creatividad, pues en el colectivo todos eran inexpertos, se iniciaban en el medio y estaban aprendiendo, pero debía ser coloquial, con música actualizada y temas atractivos para ese público que exigía dramatizados, concursos y por supuesto las canciones más pegadas en las listas de éxitos.
Se acercó a sus oyentes partiendo de una presentación informal: introducir el tema para “enganchar” y luego entraba la presentación habitual y banda sonora que caracterizó al espacio por más de 20 años.
Aunque asegura que la satisfacción completa no existe, pues toda obra es perfectible, siente mucho gozo al recordar cada emisión. Allí me regala un consejo, soy su discípula eternamente, fue mi profesor cuando me hice directora de programas radiales: como periodista defiende la inmediatez y la profundidad de cada noticia e insiste en la necesidad de trabajar, no con horarios, sino con entrega.
Recomienda a todos los directores del gremio no perderse sus propios espacios si son grabados debido a que al escucharlos al aire detectamos errores y surgen nuevas formas de hacer e ideas renovadas.
Hogar de Radialistas
Debo hacer un paréntesis para contarles que su esposa desde hace 35 años es María Dolores Albín Valdés conocida en el mundo radial como Loly, Cuando inicié mi labor en la emisora mirándola dirigir sus programas, siempre bailando, me inspiró a llevar a los míos esa buena armonía que hace al colectivo más fraternal y comprometido.
Por tanto, al reunirnos los tres en la agradable sala de su hogar, después de algún tiempo sin vernos, fue un disfrute ya que en algo estamos muy de acuerdo quienes amamos este medio: hacer radio es un arte y hablar del que hacemos cada uno, es un orgullo que da mucho placer.
La tarde a pesar de las amenazas de lluvia fue especial y la despedida con un “Viva la radio, mi novia eterna”, creo que lo dice todo.