Relatos del éter: nuevo libro de Mayra Cué sobre la Radio Cubana

No es la historia de la radio cubana: nunca ninguna historia puede absolutizarse acabada; pero sin complementos como los aportados en este libro, una historia de la radio cubana estaría más incompleta aún.

Se trata de una compilación de 29 monografías suyas “la mayoría en sitios digitales especializados en temas de la comunicación y la cultura” (aclara en la introducción) hasta lograr un libro que con muy ilustrativas fotos en blanco y negro y la bibliografía al final, comienza y concluye con valoraciones de la radio como plataforma cultural revalorizando la radio comercial, desvistiéndola de prejuicios y clisés, hasta sus tributos que la radio legó a la televisión, como subraya su aporte esencial en los años 50: su “profunda sinergia con la televisión”, la herencia radial en el nuevo medio (añado: a la vez, complemento y competencia que se ha demostrado nada antagónica en lo absoluto, y mucho menos excluyente), análisis que nos invita a extender a sus relaciones de la radio también, con los otros medios: la prensa escrita, el cine y la Internet.

Además de la relación histórica y mediática entre la radio y la televisión durante las primeras décadas de radio cubana, avanzando ocasional e inevitablemente en la segunda mitad del siglo, se detiene en personalidades emblemáticas, y resulta infaltable el iniciador Luis Casas Romero y su relevancia para la música y la radiofonía cubanas no solo con su emisora 2LC, sino también otras como la 7AZ (la primera en la ciudad de su natal Camagüey; 1924), su hijo director artístico de la CMC de la Cuban Telephone Co.; la COCO, primera planta de onda corta en Cuba(1933); y mucho más.

No podían faltar el paso por la radio y la televisión, de Rita Montaner, y de José Antonio Alonso Aday, quien con su esposa Xiomara Fernández y La Corte Suprema del Arte (entre otras de sus obras radiales ya casi míticas) se establece en la televisión, y es ocasión ideal para introducir a otros clásicos en la radio, como el poeta José Angel Buesa o Enriqueta Sierra, a su vez maestra de las inmensas Rosita Fornés, Raquel Revuelta y Gina Cabrera.

Otros infaltables son dos pilares indiscutibles de la locución y la animación cubanas, y de la actuación y la escena musical en nuestra radio, televisión, cine y teatro: Germán Pineli y Consuelito Vidal; y la casi legendaria María Valero, luchadora republicana en Madrid, como bien dice la Cué: “más allá del mito”; y con la Valero y otros, los aportes de tantos inmigrantes al patrimonio mediático y la más cara memoria histórica cubanos; es el caso en el humorismo, invocando a otros grandes, de Castor Vispo, que no en balde lo cita “entre gallegos y negritos”, con cimas como La tremenda corte con el “Tres patines” y “El Negrito” de Leopoldo Fernández.

Recrea asimismo el alto vuelo intelectual y versatilidad con que enriquecieron nuestra radio antaño, Félix Pita Rodríguez e Iris Dávila, y ese monumento de la mejor cultura política cubana que ha quedado con el nombre de Eduardo Chibás, otra cumbre en la historia de aquella radio, al margen de su célebre aldabonazo.

No solo tan recias personalidades robustecían aquel éter; también sus frutos en sí, como son las emisoras CMQ y RHC Cadena Azul, de cada una de las cuales, la Cué se detiene en los que considera sus hitos, que incluyen, sí, excelsas personalidades en sus más disímiles valores de cada una, pero también fechas, programas, espacios, hechos… analiza contextualmente sus estrategias y todo el sistema que conforman en la cultura y la sociedad cubanas del momento, hacia y desde la radio.

Otro tanto es notable al detenerse en la misión educativa y cultural de la CMZ, y su impacto en otros escenarios; en CMBF, como la segunda emisora especializada de CMQ; en Mil Diez “la radioemisora del pueblo”; en Radio Progreso, en Radio Reloj

El costumbrismo en nuestra radio se regodea felizmente en este texto, y sin obviar antecedentes de tanto interés como la obra teatral Alma guajira (1928), es el caso de las estampas campesinas cubanas en Rincón criollo, con José Antonio Alonso en la CMQ, “la organización radial más poderosa de América Latina”, innovando en La Corte Suprema del Arte, hasta devenir “verdadero programa de orientaciones patrias”, con Sol Pinelli y Paco Alfonso entre otros; y el largometraje en veinte salas cinematográficas habaneras desde el 12 de julio de 1950, en que Celina y Reutilio interpretaron su Santa Bárbara, y también se aprecian el conjunto de Ñico Saquito y Celia Cruz y sus Mulatas del Trópico, entre muchos más.

Aquella radio era un asidero para la cultura cubana en toda su diversidad; así, por ejemplo, La Universidad del Aire creada en la emisora CMBZ por Jorge Mañach Robato (y con él, entre otros, esa cumbre en nuestra radio que ha sido Oscar Luis López) que del 13 de diciembre de 1932 al 6 de octubre de 1933 impartió los cursos La evolución de la cultura, y Civilización contemporánea; y ya en CMQ Radio, renace el 9 de enero de 1949 con cobertura nacional e internacional, regularmente con una hora de duración, para mantenerse hasta 1960 con toda una pléyade entre lo más elevado de la intelectualidad cubana del momento, con los más diversos y polémicos temas.

No por azar, la autora focaliza “la primera revolución cultural” al auge de la radio en los años 30 que llegaba incluso a los iletrados, con las inquietudes de nuestros artistas e intelectuales fortaleciendo nuestras raíces hispánicas y africanas contra los moldes estadounidenses, y su impacto en la Ley de Radio hasta la tan avanzada Constitución de julio de 1940.

Son ejemplos elocuentes en los que estas páginas pormenorizan, el radio-teatro y “el teatro sintético del aire”, con sus obras radiadas entre 1932 y 1936; La hora múltiple, en CMW “La voz de las Antillas”, desde el 2 de mayo de 1931, con la huella de Ernesto Lecuona, José Ángel Buesa y sus concursos, las dramatizaciones de Enriqueta Sierra, el violín de Amadeo Roldán y su hijo en el violonchelo, las Charlas literarias e históricas de Jorge Mañach, Ofelia Rodríguez A. y Carlos Robreño, la crítica política de Antonio Vall y su personaje Don Cornelio en coplas con música de La siguaraya y La cucaracha no es de extrañar que aún en 1937, la revista Bohemia se cuestionara el motivo de que este programa había dejado de ser trasmitido.

Igualmente, se detiene en las Transmisiones César (su director general era el periodista y dramaturgo César Rodríguez Expósito; 1937) desde el 20 de mayo en El Progreso Cubano CMBC; y por supuesto, no menos atención le merecen los grandes atractivos que eran aventuras como Los Tres Villalobos, que han pervivido con todo éxito durante generaciones en lo más íntimo de la memoria histórica de nuestro pueblo; así como las radionovelas, desde la primera original en Cuba (Ave sin nido, 1941, de Leandro Blanco, con Gina Cabrera y otros grandes en su reparto; rescate de la Cué), seguida por otras y en 1948, El derecho de nacer, de Félix B. Caignet…

Aun fresco, “recién salido del horno” (de la imprenta) hace apenas par de semanas, aguardemos ansiosos el lanzamiento de este libro que llegue a manos de todos los interesados, como auténtica fiesta que bien requiere el centenario de la radio cubana.

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