Con apenas cuatro años, se va con su familia a la provincia de Santiago de Cuba. Su casa siempre fue la sede del guateque en el vecindario, con su alegre canturía; sus padres cantaban tonadas campesinas con voces reconocidas como muy hermosas, y entre sus hermanos (hembra y varón) tocaban el tres y el laúd. Por su parte Celina, desde pequeña, siempre tuvo una voz clara, potente y rítmica.
Mediaba la década de los años 1940 cuando conoció al espectacular guitarrista y notable segunda voz guantanamero Reutilio Domínguez Terrero, con quien se casó y desde 1947 protagonizaron uno de los dúos musicales más representativos del campesinado cubano: “Celina y Reutilio”.
Desde muy joven, Celina había simpatizado con la Regla de Osha o Santería, religión de fuertes raíces africanas. Ella solía narrar que una noche del año 1948 se le apareció la Virgen católica de Santa Bárbara, que en la Regla de Osha sincretiza con la deidad yoruba el gran guerrero Shangó, dueño del fuego, del trueno, el rayo y de los alegres tambores, quien le aseguró a ella un total triunfo artístico si le dedicaba un canto de alabanza; y de ahí fue que surgió el famoso canto a Santa Bárbara¡Que viva Changó!, que tanto la ha popularizado en Cuba y en el resto del mundo.
Con Reutilio tuvo cinco hijos: Bárbaro Reutilio (1950); Regla Celina (1952); Nieves de las Mercedes (1954); Lázaro Reutilio (1956, quien luego sería también otra figura de la canción y composición cubana, recorriendo el país y otros escenarios con su guitarra) y Francisco Javier (1963). Nótese varios nombres explícitos al sincretismo de la Regla de Osha, desde su primogénito Bárbaro, luego Regla (la yoruba Yemayá), Mercedes (Obbatalá, “el orisha mayor”, redentora, la paz), Lázaro (Babalú Ayé, protector contra las enfermedades), y San Francisco de Asís, protector de los animales y de los tejedores, sastres y fabricantes de telas, que sincretiza con Orula, otra de las principales deidades yoruba, divinidad de la adivinación y la sabiduría, “testigo de Dios” (Olodumare) cuando este ideó y construyó el universo.
En 1958, Celina sintió la necesidad de tener su santo de cabecera, y en su ceremonia de Kari Osha o de Santo en busca de su verdadero Ángel de la Guardia, que estaría posado sobre su orí (cabeza) como futura iyawo (santera), le salió en los caracoles ser hija de Yemayá sincretizada con la Virgen de Regla, dueña del mar y de todo lo que existe en el mar y donde vive Olokún, en lo más profundo del océano.
Poco después, el dúo Celina y Reutilio compuso su obra Yo soy el punto cubano, que junto a Santa Bárbara (¡Que viva Changó!,), los llevó a la fama en Cuba y en toda Hispanoamérica, con numerosas grabaciones, en lo que la radio cubana y de otros países, fue determinante.
Así por ejemplo, mientras actuaban en el programa Atalaya Campesina, de la emisora Cadena Oriental de Radio de Santiago de Cuba, fueron descubiertos y traídos a La Habana por el ya afamado compositor de guarachas santiaguero Ñico Saquito (suyas son las famosas guarachas-sones María Cristina, y Camina como Chencha, la Gambá, entre otras muchas), de quien, además, recibieron gran ayuda musical y la influencia de su estilo peculiar.
Celina y Reutilio viajaron varias veces a República Dominicana y New York (Estados Unidos) y participaron en las filmaciones de las películas cubanas Rincón Criollo y Bella la Salvaje, junto a la vedette Blanquita Amaro, y los cantantes Celia Cruz, Olga, Tony y Ñico Saquito.
1964 significó un lamentable punto de giro para el dúo: se separaron, y Celina González comenzó su futura carrera como solista. En 1981, formó otro dúo con su hijo Reutilio Domínguez, para rescatar parte del repertorio de su antiguo dúo con Reutilio su esposo. Con él grabó en 1999 el disco 50 años como una reina, nominado en el 2001 al Grammy Latino, en Estados Unidos, en su segunda edición.
Acompañada por los excelentes conjuntos típicos Campo Alegre, Los Montunos, Los Pinares, y en el popular programa de televisión Palmas y Cañas, bajo la dirección del notable laudista Miguel Ojeda, la carrera de Celina González como solista cada día ascendía más. Se presentó con gran éxito en teatros, cabaret, radio, televisión, y graba numerosos discos en Cuba, que se reproducen en el extranjero, reclamada por los más importantes escenarios de distintas partes del orbe: Colombia, Ecuador, Argentina, México, Islas Canarias y otras regiones de España, Estados Unidos de América, África e Inglaterra, triunfando con sus grabaciones muy conocidas, ovacionada en los mejores teatros y estadios del mundo, y escuchada en diversas emisoras radiales cubanas y de disímiles latitudes.
Celina cantó junto a los cubanos Benny Moré y Barbarito Diez, el estadounidense Nat King Cole y el mexicano Pedro Vargas, entre otros.
Tras nueve años investigando sobre ella, Mireya Reyes Fanjul presentó el libro Celina González, una historia de amor, editado por Letras Cubanas, donde aborda inseparables, su vida y su amor por la música cubana, a la que permaneció fiel por más de 50 años; justo Celina atribuía el secreto de su popularidad, a haber sido siempre fiel a sus orígenes y a su pueblo.
Tan exitosa cantante y compositora, llamada “la reina del punto cubano”, el tan tradicional género de casi cuatro siglos en nuestra música campesina, devino una de las voces más reconocidas en Cuba en el ámbito musical, en cuya obra destacó las raíces campesinas y la influencia de las religiones de raíz africana.
Mereció entre otros, Premio de Honor (2001), Premio Nacional de Música (2002), Premio Especial (2005), Premio de la Fundación Fernando Ortiz en reconocimiento a su meritoria labor como artista, la gala dedicada a su música en el Cubadisco (2010), y ha sido el objeto e interés de numerosos espacio publicitarios, como Cubadebate.
Enferma ya le fue imposible presentarse en público sus últimos años, hasta que falleció en La Habana, ciudad donde durante décadas había fijado su residencia con su familia, el 4 de febrero del 2015, a sus 86 años.
Sin embargo, no obstante los años de su partida física, aún nos sorprendemos oyéndola, aun cuando no hayamos encendido la radio ni ninguno de los medios en que solía oírse… desde aquella santiaguera Cadena Oriental de Radio, todavía hoy, continúa imparable, pero no solo… también las tantas otras emisoras que luego desde La Habana, y después en los más diversos países, han hecho de ella el emblema nacional que es, y que nos sobrecoge al descubrirnos en nuestro más profundo inconsciente cubano, vitoreando a Shangó o confesándonos y auto-reconociéndonos cada uno de nosotros cuando entonamos, apenas sin darnos cuenta… Yo soy el punto cubano…