La animación el más alto escalón con la guayabera por dentro: Cepero Brito

Hace 106 años, el 21 de mayo de 1918, nació en Manacas (entonces Las Villas) el singular locutor y animador de muy peculiar estilo, carisma y jovialidad. José Antonio Cepero Brito Duarte. Aun adolescente, laboró durante tres años como fogonero de locomotoras en el central azucarero Washington; en 1937 era oficinista en el ingenio Estrella, en Camagüey, ciudad con la que lo relacionan siempre.

En 1939 buscó nuevos horizontes en La Habana: fue técnico de placas de acumuladores y se introdujo en las emisoras de radio pequeñas, supliendo como locutor, sobre todo leyendo algunos anuncios comerciales y presentar creaciones musicales en varios programas, lo que entonces se le llamaba “anunciador”. Así, en septiembre de 1940 se estableció el título oficial de locutor de radio, y es de los primeros en examinarse oficialmente en gramática elemental y ejercicios prácticos de dicción y ser aprobado con el título número cinco de los nuevos profesionales, hasta que el 19 de diciembre de 1945 es solicitado y contratado en una plaza fija como locutor exclusivo conduciendo un programa en una de las emisoras más importantes de entonces, la CMQ, situada en Prado y Monte, en La Habana; régimen de exclusividad que solo concedían los propietarios de las emisoras más importantes a quienes consideraban por su profesionalidad y excelencia, pero a cambio de grandes beneficios y elevada remuneración, les prohibían emplearse en otras emisoras.

El 18 de diciembre de 1950 devino uno de los fundadores de CMQ televisión, canal que a la sazón estaba surgiendo experimentalmente, y en cuya presentación participó, aunque los dueños querían que hiciera radio y televisión por un mismo sueldo y por un tiempo, solo se dedicó a la radio; luego lo vuelven a llamar accediendo a su justa demanda, y lo absorbería cada vez más la televisión, cuando ya disfrutaba de significativa notoriedad por su labor en programas de radio y televisión y presentando espectáculos variados.

Al intervenirse el consorcio CMQ por el nuevo Gobierno, la noche del 13 de septiembre de 1960 es una de las voces que en el teatro Martí denunciaban los programas políticos de los hermanos Mestre para confundir y atacar el nuevo proceso. En aquellos primeros años de la década del 60, su voz acompaña los actos más significativos del nuevo proceso nacional, como también animaría en varias galas musicales, concursos reconocidos como el Adolfo Guzmán que animó en 1979 junto a Germán Pinelli, y otros espectáculos. Justo con Pinelli y Consuelito Vidal, completa la trilogía de grandes conductores y animadores mediáticos cubanos de todos los tiempos, ejemplo a seguir por las nuevas generaciones del gremio.

Su calidad depurada, su gran versatilidad le permitió asumir  las más diversas facetas de su profesión: locutor comercial, de informativos y noticieros, moderador de paneles, narrador de novelas, célebre animador de programas y espectáculos, y fue su voz miliciana la que en abril de 1961 informaba ante las cadenas de radio y televisión sobre aquellos acontecimientos, y la que conmovió a toda Cuba al concluir la epopeya: “Ha caído Playa Girón”, emocionado por la victoria tras los costos de vidas, obras y otras tensiones del momento.

Especial cariño popular ganó en televisión en el programa humorístico Detrás de la fachada entre 1957 y 1987, primero junto a la gran actriz y humorista Mimi Cal como su contrafigura, luego Eloísa Álvarez Guedes y muy pronto aún desde 1957  Consuelito Vidal con su bocadillo que dirigía a su compañero, “Mira para allá”, con quien contrastaba su medida elegancia para más felices resultados de ese dúo histórico de nuestros medios por su visible empatía y talento histriónico, además con tantas facilidades para la improvisación que permitía a los guionistas intercambiar los roles entre ambos narradores y Cepero trastocarse en la contrafigura de Consuelito, quien haría los chistes.

También se distinguió en el corazón del pueblo cubano por la forma jocosa y culta con que conducía otro programa emblemático y de los más tradicionales que aún identifican nuestra pequeña pantalla, del que fue conductor fundador: Escriba y Lea, que le granjeó gran popularidad y prestigio por su carácter interactivo y combinación armoniosa entre cultura y entretenimiento, espacio que confesaría que lo obligó a incrementar su cultura a un alto nivel  para poder desarrollarse junto al prestigioso panel de intelectuales; así como de locutor en el Noticiero Nacional de Televisión, considerado “la meca de la locución cubana” por la profesionalidad que exige, él con su locución única y universal.

Según Víctor Pérez Galdós Ortiz (2023, 19 de julio), fue además, el profesor que contribuyó a formar locutores y animadores; aseguraba que “la locución depurada se podía lograr con buena voz, dicción y técnica, y que en la animación había que tener agilidad mental y siempre atender el estudio sistemático” por la amplia cultura y el buen nivel de información que se requería; apoyaba singularmente a los locutores que se iniciaban, y los conminaba a “ser capaces de asumir cualquier situación sin un guion y hacerlo mucho mejor que si estuviese escrito”. Cimentaba su alto nivel cultural y profesional con la picardía característica del pueblo cubano, al tiempo que aseguraba que la animación era el escalón más alto de la locución y de la actuación.

Falleció el 20 de julio de 1989, pero le han perpetuado su voz y su sonrisa contagiosa; hoy la Casa de Cultura de su Manacas natal, con el más legítimo orgullo, ostenta su nombre. El destacado escritor de programas de radio y televisión Enrique Núñez Rodríguez le llamaba entre sus bromas, “el guajiro de Manacas” y que de tanto profesar su amor a Cuba, “usaba una guayabera por dentro”. Al morir, lo calificó como “la risa- Una carcajada en guayabera, olorosa a meladura”, como cuando grababan juntos en los estudios de Radio Taíno, después de Eduardo Robreño, que tanto se querían; recordaría el enorme aguacero tras hablar Gary en nombre del Instituto Cubano de Radio y Televisión, como una salva dedicada a Cepero en su sepelio, donde había hablado Pinelli, “su maestro”; recordó que le llamó su hijo… a Consuelito con su viuda “la entrañable María”, a Sirio y Héctor Soto, Cataneo, Juan Carlos Romero y muchos más, porque en verdad, “estábamos enterrando un pedazo de la gracia criolla”.

Autor

  • Dr. C. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez

    (La Habana, 1957) Licenciado en Historia del Arte (1982) y Licenciado en Historia General (1986), Técnico Medio Superior en Arqueología (1984) y Técnico Medio Superior en Museología (1985), Doctor en Ciencias sobre Arte (2001) y Máster en Antropología con Mención en Antropología Sociocultural(2001), Diplomado en Historia General Contemporánea (2006), Profesor Titular de la Universidad de La Habana (2002) e Investigador Titular (Ministerio de Cultura y Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, 2004).

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