Raquel Revuelta y la Radio

Este 14 de noviembre, hubiera cumplido 97 años la habanera que todos conocemos por su vasta obra en teatro, cine y televisión: Raquel Revuelta Planas; pero muy poco se promueve del importante papel de la radio en su vida y en su obra.

Nacida en 1925, sus primeros pasos en el arte fueron en una pequeña emisora  de radio guiada por sus padres, donde era una niña diciendo poesías; soñó ser médico, pero con solo 11 años de edad, en 1936, triunfó en La Corte Suprema del Arte y en La Escala de la Fama, lo que le abrió las puertas de las principales emisoras de radio.

Ya en 1941 está en la fundación de Teatro Popular, que se vinculaba con la Central de Trabajadores de Cuba y con cuyo director Paco Alfonso, en 1943 participa en la fundación de la emisora radial Mil Diez, proclamada como “la Emisora del Pueblo”, que había sido creada por el Patido Unión Revolucionaria Comunista.

En radio hacía “de todo”: desde abrir la emisora por la mañana y dar noticias hasta el programa a las 9 de la mañana, llamado La mujer y el hogar, o era la actriz en la novela de las 9 que escribía Félix Pita Rodríguez, espacio estelar de esta emisora, donde Raquel actuó también en Blanca Nieves y los siete Enanitos, y a las diez y media de la noche era recitadora en Show de Shows, programa con público donde recitaba diariamente.

Al cerrar Mil Diez en 1948, Raquel incursionó por varias emisoras comoCadena Azul, Unión Radio y CMQ, y ya se dedicó totalmente a las novelas.

En RHC Cadena Azul en los años 40, trabajó en ¿Por qué engañan las mujeres?, y El gran teatro RHC, donde actuó en Que el cielo la juzgue, a partir de la película de 1945 de John Stahl, y La sombra de una duda (Duda en el alma) dirigida por Alfred Hitchcock en 1943.

En los años 50 la llaman para contratarla en el cuadro dramático de Radio Progreso para protagonizar La novela FAB, o Su programa FAB, que no era el programa homónimo de televisión, y que lo hizo sin dejar de hacer teatro.

Eran melodramas que duraban media hora cada uno, y que se transmitían los lunes a las 9 de la noche, la mayoría escritos por Olga Ruilópez y dirigidos por Antonio Vázquez Gallo, quien ocasionalmente los escribió, así como César Leante, o Hilda Morales de Allouis,  o Reynaldo de Zúñiga.

Entre aquellos melodramas donde Raquel trabajó, se citan El honor de un hombre; Bastó una noche para amarte; Sacrificio de mujer; Su pecado de ayer; Engaño; Ilusión de amor; Destinos en lucha; Cautivo del pasado; Envidia; El dolor de un recuerdo, Dos mujeres frente a frente; Yo soy la culpable; La solterona; Cadenas de ayer; Tú no puedes quererme; Su hora; Una mujer con pasado; Pasión gitana; Yo compro esa mujer; Pasión en el desierto y Gracias doctor, el concebido por Olga Ruilópez, no el homónimo de Enrique Núñez Rodríguez.

También en Radio Progreso trabajó en episodios trasmitidos en Mi sombra y yo, un programa episódico semanal escrito por Marcos Behmaras donde los protagónicos se alternaban según el tema de la obra, y un vagabundo contaba las distintas historias; y en Historias del Puerto, otro programa episódico semanal de corte policíaco que dirigía Sirio Soto, donde también alternaban los protagónicos en función de la trama.

Mientras tanto, desde mediados de los años 40 era frecuente su actuación en las puestas en escena del grupo ADAD (Academia de Artes Dramáticas), y en 1947 ganó su primer gran reconocimiento: el Premio Talía a la mejor actuación femenina por su actuación en Nada menos que todo un hombre, del español Miguel de Unamuno, dirigida por Luis Amado Blanco; premio que de nuevo lo gana por segunda vez en 1952 junto al Premio de la Unión de la Crónica Tele Radial Diaria, entidad que le reitera este su reconocimiento en 1953; así como sendos Premios de los diarios Avance e Información; y en 1954 el Gran Premio Avellaneda, de los Críticos Asociados de Radio y Televisión, que así la reconocieron como la Actriz más Valiosa del año.

Muy al inicio de los años 60, la llama Violeta Casal, que era la directora de Radio Rebelde, para que protagonizara la adaptación de la novela Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos, con Manolo Coego, y fue la primera vez que ella interpreta ese personaje, que repetiría y quedaría emblemático de toda su carrera; luego Raquel quedó bastante tiempo en Radio Rebelde protagonizando La novela de las 12, novela que escribía Marcos Behmaras, y algunas otras adaptaciones.

A Coego lo recordaba como la contrafigura con quien más trabajó, aunque reconocía otros actores y actrices muy valiosos en los repartos; y de los directores y otros en general trabajando con ella en radio, a pesar de su mala memoria que ella confesaba tener, citaba a Sol Pinelli, Oscar Luis López, Roberto Garriga y Antonio Vázquez Gallo en Unión Radio.

Ya estaba en televisión pero nunca se alejó de la radio, y en 1956 por ejemplo, protagonizó a la vez la novella Entre cuerpo y alma y el Gran Teatro de los sábados de CMQ-TV; de la escritora habanera Inés Rodena trabajó en María Salomé donde cantaba el tema de la novela, y en Destino de Mujer, La Señorita Carbonell y Charito Carvajal, y luego en Valle de los Lirios, de Mercedes López.

Raquel y su hermano Vicente fueron miembros de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que agrupó durante el Batistato a los más progresistas artistas cubanos.

Dejó importantes aportes para la modernización y desarrollo del teatro cubano, y su impronta en la enseñanza como profesora del Instituto Superior de Arte, hoy Universidad de las Artes, de cuya Facultad de Artes Escénicas fue Decana; institución que ya en 1985 la condecoró como Doctora Honoris Causa en Artes.

Fue fundadora y desde 1988, presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, y fue presidenta de la filial cubana del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral CELCIT-Cuba.

Indispensable en la historia del teatro cubano, en distintos espacios le han dedicado y le siguen dedicando tiempo de investigación, reflexión y promoción necesarias de su vida y de su obra como enseñanza para todos, Esther Suárez Durand, Jorge Rivas Rodríguez, Lillian Navarrete Vaillant y otros muchos expertos, en disímiles espacios, órganos e instituciones.

Desde 1958 Raquel y Vicente con otros seis artistas, habían instituido Teatro Estudio, que más que un teatro Raquel reconocía como una escuela y que dirigió hasta fallecer por complicaciones cardiovasculares el 24 de enero de 2004, con 76 años de edad.

Autor

  • Dr. C. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez

    (La Habana, 1957) Licenciado en Historia del Arte (1982) y Licenciado en Historia General (1986), Técnico Medio Superior en Arqueología (1984) y Técnico Medio Superior en Museología (1985), Doctor en Ciencias sobre Arte (2001) y Máster en Antropología con Mención en Antropología Sociocultural(2001), Diplomado en Historia General Contemporánea (2006), Profesor Titular de la Universidad de La Habana (2002) e Investigador Titular (Ministerio de Cultura y Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, 2004).

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