Violeta Casal: La voz femenina de «¡Aquí, Radio Rebelde …!

“¡Aquí, Radio Rebelde, transmitiendo desde la Sierra Maestra, territorio libre de Cuba!”, voz tan femenina y dulce como fuerte de elevados matices, se hizo tan familiar a nuestro pueblo por la onda corta, que es lo que más despierta mi memoria auditiva y la de tantos cubanos, cada vez que se piensa en la radio mientras se conmemora un nuevo aniversario del triunfo de la Revolución.

Por supuesto, no es otra que Violeta Casal Díaz (Ecured; según María Candela, 26 de marzo de 2016 en Caleidoscopio: Violeta Teresa Casal y Pérez), registrada para siempre en cintas magnetofónicas como testigo fiel y protagonista de aquella epopeya, quien nacida en la ciudad de Matanzas el 26 de marzo de 1916, muy cerca de la excelsa poetisa Carilda Oliver Labra, en la Calzada de Tirry # 61 según precisa el Máster Regino Rivas Díaz, presidente de la Comisión de Historia del Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte en la provincia de Matanzas y profesor de la escuela Conrado Benítez, quien la conoció personalmente; actuó por primera vez en 1935 interpretando a Lumbita en la farsa cómica La Eme, de Pedro Muñoz Seca, en el majestuoso teatro Sauto de Matanzas.

Estudiante extraordinaria de elevada cultura, profundos sentimientos humanos e infinito amor por su Patria, por los humildes y por la solidaridad entre los pueblos, en la Universidad de La Habana se doctoró en Filosofía y Letras, y en Pedagogía, al tiempo que culminó estudios en la Academia de Arte Dramático (ADAD), y aun treintañera, a fines de los años 40, era actriz de radio y del Teatro Universitario.

Mientras tanto, como profesora de Ciencias Sociales en la sesión nocturna en la Escuela Normal para Maestros de La Habana, contaba la gran actriz y locutora Margarita Balboa, que con la profesora Violeta Casal hacían obras de teatro que se presentaban en el teatro de la escuela, lo que demuestra además su talento y entrega docente y valentía para innovar y romper dogmas, revolucionando así también para la pedagogía con uno de los mejores empleos y valores del arte en la enseñanza y formación. El director de teatro y de televisión Antonio Vázquez Gallo, la recordaría junto a Marisabel Sáenz y Rosa Felipe, como las tres mejores actrices del teatro cubano de los años 50, y excelente compañera.

Perteneció al Teatro Popular de Paco Alfonso, y para el Patronato del Teatro actuó, dirigida por Lorna de Sosa, en Arsénico para los viejos (1942) y Deseo bajo los olmos (1943, y en 1945 la dirigiría de nuevo en obras de W.S.Maugham para Theatralia); y por Modesto Centeno, la Estela de Un tranvía llamado deseo (1948); obtuvo el codiciado Premio Talía en Theresa, de Zola-Job (1949); y por Reynaldo de Zúñiga en La hora radiante, de K. Winter (1951).

Para el Teatro Universitario actuó en México y en Guatemala y fue dirigida por Antonio Vázquez Gallo en Medea (Eurípides, 1948); por Ramón Valenzuela en Mariana Pineda, de Lorca (1950); por Luis A. Baralt en Juana de Castilla, de H. Rothe (1951); y por Rubén Vigón en Una choza para tres, de Roussin (1956). Con la compañía de Martínez Trives actuó en España.

Con el grupo Las Máscaras protagonizó de Lorca dirigida por Andrés Castro, Yerma (1950) y Bodas de sangre (1951); para la sala Prometeo dirigida por Francisco Morin, La voz humana (Cocteau, 1949) y La Dama del Trébol (Arout, 1955); y dirigida por Rubén Vigón inauguró la sala Arlequín con Veinticuatro rosas rojas (Mario Benedetti, 1957) y Espíritu burlón (N. Coward, 1958).

En teatro llegaría a protagonizar más de 60 obras de la literatura universal, relevante tanto en el drama como en la comedia.

Mediante su hermano Manolo, tan eximia actriz del teatro y de la televisión se incorporó al Movimiento 26 de julio buscándoles medicinas y armas hasta que fue apresada; Ventura la perseguía, le registraban su casa sistemáticamente y sus sicarios la vigilaban y amenazaban constantemente.

Había participado en la huelga del 9 de abril, y en agosto de 1958 durante la ofensiva de la dictadura, tuvo que huir en automóvil de La Habana a Morón, donde tomó un autobús a Canabacoa para luego, a lomo de mulo, subir a la Sierra Maestra donde estaría más segura que en La Habana, para unirse al Ejército Rebelde, donde según Hugo García (Juventud Rebelde, 25 de marzo de 2021), al llegar, el líder Fidel Castro la recibió afirmándole rotundamente: “¡Te estoy esperando desde hace diez días!”

Ricardo Martínez, fundador de Radio Rebelde desde el 24 de febrero de 1958 (cuyo tema musical inicial el Himno Invasor, sería sustituido luego por la Marcha del 26 de julio), refirió a García que ella, tan bonita como era, sensible y profunda en sus convicciones patrióticas, pensaba ser allí maestra de combatientes y campesinos, pero Fidel decidió: “No, tú vas para Radio Rebelde”. Y del brazo de Martínez, Orestes Valera, Guillermo Pérez y Jorge Enrique Mendoza (quien despediría su duelo en 1992), devino símbolo de la mujer en la locución cubana, leyendo vehementemente noticias y mensajes que emocionaban al pueblo, con el patriotismo y seguridad en la victoria con que ella los leía.

En la casa de Morán en La Plata, vivía la mayor parte del personal que hacían triunfal realidad aquel Radio Rebelde, en pleno campo insurreccional donde se luchaba en la Sierra Maestra; ella, además de locutora en la emisora, era secretaria, practicaba tiro, escalaba las montañas, bajaba al llano…

Llegó a sentir miedo cuando por ejemplo, se supo que los aviones de Batista iban a bombardear el campamento, y Fidel enmascaró el lugar mandando a sembrar árboles donde no los había, cambiando de lugar los techos de guano, creando otra escenografía, y el ataque se produjo contra el falso cuartel improvisado.

Cuenta García que según Regino le comentó que ella le había narrado, Fidel le dijo a ella que lo acompañara, pero se le adelantaba mucho, y ella sintió un avión sobre su cabeza: sola y a campo traviesa, a merced del avión, sentía su sangre helándose en sus venas, y un triste árbol en la agreste soledad le sirvió para girar alrededor de su tronco, y el avión giraba vomitando metralla… al lograr eludirlo dos veces se sintió más confiada y se sorprendió ya sin tanto temor cuando el avión se cansó de jugar con la vida de ella y se alejó.

Fue por la radio que ella oyó que había caído el régimen de Batista; como tantos, primero temió que fuera un engaño… pero con la certeza enmudeció… y lloró.

Ya tras el triunfo, durante algunos años dirigió Radio Rebelde, donde continuaba trasmitiendo con Noel Pérez entre otros, y creó un cuadro dramático que descolló por su calidad, alternando teatro, radio y televisión; fue dirigente del Sindicato de Artistas y trabajó en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado; viajó por el gobierno con varios compañeros de la Operación Verdad a Colombia, Panamá, México y Chile. Fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas, cumplió numerosas encomiendas del nuevo gobierno revolucionario.

En 1961, con Asseneth Rodríguez, Carlos Ruiz de la Tejera, José Antonio Rodríguez, Vicente Revuelta y otros actores, fundó el Conjunto Dramático Nacional, con el que comenzaron talleres de danza, expresión corporal y música, para cubrir las necesidades de los actores en formación.

En 1962 protagonizaría en teatro La Madre (obra en que trabajaría con Alejandro Lugo y Carlos Ruiz de la Tejera), de Gorki-Brecht, dirigida por el argentino N. Raimondi con música de Leo Brower con gran éxito de público y crítica, y una gira de 34 funciones por toda Cuba, con un escenario en la sala y otro al aire libre, para mayor relación (por primera vez) de los artistas con el público, con escenas de una campaña de alfabetización como la que protagonizaba Cuba antaño, según María Caridad Pacheco (Unión de historiadores de Cuba, 24 de noviembre de 2022).

García la valoraba aún memorable entre sus últimas apariciones escénicas en Teatro Estudio en colaboración con el Berliner Ensemble, dirigida por Ulf Keyn en su versión de La Madre (1975). Por dificultades personales se retiraría de las artes.

Al fallecer en la Ciudad de La Habana el 28 de octubre de 1992, sus restos fueron depositados en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en la necrópolis de Cristóbal Colón; pero en la historia del teatro, de la televisión y de la radio cubanas, y sobre todo al estudiar la lucha revolucionaria de nuestro pueblo, es inevitable seguirla oyendo exclamando, apasionada y grave, “¡Aquí, Radio Rebelde…!”

Autor

  • Dr. C. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez

    (La Habana, 1957) Licenciado en Historia del Arte (1982) y Licenciado en Historia General (1986), Técnico Medio Superior en Arqueología (1984) y Técnico Medio Superior en Museología (1985), Doctor en Ciencias sobre Arte (2001) y Máster en Antropología con Mención en Antropología Sociocultural(2001), Diplomado en Historia General Contemporánea (2006), Profesor Titular de la Universidad de La Habana (2002) e Investigador Titular (Ministerio de Cultura y Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, 2004).

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