Hace dos años, la madrugada del domingo 8 de enero de 2023, falleció en La Habana con 80 años de edad, el periodista Arnaldo de Jesús Coro Antich, quien había nacido el 2 de julio de 1942. En 1950 su padre le regaló una bobina para enrollar y una piedra de galena con sus audífonos.
Hijo de profesores (él, de la Escuela de Medicina; ella, de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana; a lo que atribuía su noble vocación de enseñar lo que aprendía), ya en 1954 siempre motivado por innovar y conocer, comenzó como radioaficionado al sintonizar un radio RCA Víctor de su papá y así, logró escuchar sus primeras señales de radio aficionado (QSO) con otros colegas de la capital; ya entonces con apenas 12 años de edad, ingresó en la Asociación de Radioaficionados Radio Club de Cuba.
Estudiaba el bachillerato en el colegio de Belén cuando descubrió dos equipos de radio en uno de los recintos del plantel, operados por un sacerdote encargado del Observatorio Nacional, con quien comenzó a aprender a operar esa estación; cobró mayor interés para las trasmisiones a larga distancia cuando su padre compró un televisor y él estudió sus señales.
Según la entrevista de Jorge Gorgoy Crespo (cubaperiodistas: “Arnaldo Coro… siempre con el radio en la mano”; 18 de agosto de 2017, a tenor de su Premio Nacional de Radio), el 1ero. de julio de 1957 comenzó a trabajar en CMBA Televisión Canal 7, propiedad de los hermanos Mestre, que le fue muy útil porque igual que en la radio lo rotarían “por todas las posiciones: desde caminar por las parrillas para cambiar las luces hasta auxiliar de video porque no te dejaban tocar, pero te decían siéntate y mira cómo se hace”.
Dedicaría su vida a estudiar la radio, en lo que involucraría a su familia a manera de hobby; prefería la radio por ser más personal: el periodismo televisivo requiere de camarógrafo, sonidista, luminotécnico, editor y chofer como colegas inseparable (como recordaba el equipo de Santiago Álvarez), pero en radio él mismo selecciona el tema, lo edita si sabe editar, y es un producto que se entrega listo para salir al aire.
Consideraba al periodismo radial más dinámico, porque está en todas partes, y como logro de la televisión digital en Cuba, valora que ante la falta de radiorreceptores en nuestra población. las cajitas convertidoras permiten acceder a nueve emisoras radiales, lo que sugería promover, porque tampoco todos los teléfonos celulares captan las trasmisiones en FM, aun poniéndose los audífonos como antenas; recomendaba más confianza en nuestros periodistas para informar todo lo más completo y rápido posible sin dejar espacio a otras versiones, y que nuestros medios ganen en atracción, sobre todo dadas las dificultades de la prensa escrita, fundamentalmente en otras provincias donde se pierde la costumbre de leer, básicamente lo de cada localidad.
Citaba el 15 de octubre de 1959 como la fecha de su primera QSO, y sería el primero en lograr un contacto radial por rebote lunar. Durante una guardia en el Servicio Militar, fue testigo y alertó de un avión Douglas B-26 Invader hacia el aeropuerto cerca de su casa: era el preludio del ataque a Playa Girón. También estuvo vinculado a la captura de prisioneros en la Ciénaga de Zapata, algunos de los cuales habían sido sus condiscípulos.
Trabajó también en prensa escrita (Juventud Rebelde), siempre vinculado a la radio, escribiéndoles la sección de ciencia “Siglo XX” que ganó muchos seguidores, y aprovechando sus conocimientos, se montó en ese diario el primer centro de monitoreo de Cuba, para monitorear las radios de onda corta del mundo, con lo que por ejemplo, pudieron dar cobertura diaria y con gran aceptación, al caso Watergate.
En 1978 se graduó de Periodismo en la Universidad de La Habana, pero se seguiría superando mediante lo que llamó la “autoformación graduada inteligente”, haciendo su propio plan para aprender a utilizar y valorar las fuentes y perfeccionar el idioma inglés, que consideraba vital al periodista para acceder a la información en Internet.
Deleitaba narrando sus “inventos” y modificaciones a sus equipos y antenas para mejorar sus resultados en la trasmisión y recepción de señales. De hecho, dadas las tantas dificultades para adquirir los equipos de radio en Cuba, logró el suyo a partir de piezas de radios viejos en la era soviética de la televisión y los equipos de fax.
En la guerra de Angola fue técnico de la estación de comunicación montada en Luanda, desde la que mantenía informada a Cuba; era por tanto técnico, pero también periodista ayudando a que las noticias se hicieran correctamente, y profesor, porque no podía cubrir las 24 horas y tuvo que formar a otro operador.
Muy activo y con su eterna excelente vitalidad, era una fuente obligada para escribir la historia de la radio-afición cubana (su señal era CO2KK), en la que era valorado como suerte de gurú, ganando muchos seguidores en los Estados Unidos de América. Experimentando, recomendaba mucho antes de que hubiera telefonía celular y equipos de VHF, cuando la banda de los 40 m era la más popular, que no faltara en ningún Radio Club un radio VEF sintonizado a través de un oscilador de batido, que permitía escuchar a los radioaficionados y fue, ciertamente, un receptor muy utilizado.
Hablaría mucho en las “Ruedas Radiales” y conduciría la Rueda del Multímetro acerca de la construcción de los “Jagüey” y de los “Islander”, entre otros proyectos, siempre innovando y sugiriendo las soluciones más modestas al alcance de la mayoría.
Reconocido como “el ingeniero cofundador de Radio Habana Cuba” (1ero. de Mayo de 1961), “la emisora internacional más famosa de Cuba”, le dedicó sus últimos años laborales, atesorando vasta experiencia como redactor reportero de prensa en el Departamento de Inglés (“DX Sin límites”; radioaficionado) con dos frecuencias semanales. Autodidacto, alcanzó el nivel de un ingeniero avanzado, lo que se le reconoció con la Distinción al Mérito Técnico.
Profesor en la Universidad de La Habana especialista en Medios de Comunicación Masiva y Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, era Profesor Adjunto del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García (Ministerio de Relaciones Exteriores), fundador del Instituto Internacional de Periodismo José Martí (17 de octubre de 1983; Unión de Periodistas de Cuba, Upec), y Vicepresidente de la Comisión Cubana para la Preservación del Patrimonio Audiovisual, creada por la Unesco; gran maestro reconocido por quienes laboran en la técnica y en radiocomunicaciones, y profesor de Tecnología e Innovación en la Radio.
Al recibir el Premio Nacional de Radio en 2017 (que tanto valoró por coincidir con los 95 años de la radio cubana y por compartirlo con el director radial y musicólogo Guillermo Vilar y con el director y escritor de programas radiales Fabio Bosch Hernández, evidenciando el imprescindible trabajo en equipo) se le reconocía sus extraordinarios aportes y consagración demostrada en el desarrollo de la radio en Cuba.
Además de su libro La guerra radial de los Estados Unidos d América contra Cuba (y en su expansión), premio del concurso “13 de marzo” (Universidad de La Habana, 1984), tiene numerosas otras publicaciones científicas y técnicas; pero no trabajaba para ser premiado: cuando ganó tres premios en un concurso 26 de julio, se sintió incómodo por el egoísmo de haber participado en tantas categorías, restando posibilidades a los otros concursantes.
Según Pedro Manuel Otero, se autodenominaba “El tres en uno de la radio cubana” (Kaléidoscope, 14 de agosto de 2017), y no le faltaba razón: técnico, periodista y profesor, y más, pues como experto diexista elevaba el rigor en el manejo de nuestro idioma, y con tan intensa actividad técnica, radial e investigativa sobre los medios de comunicación, era miembro de la Upec y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en cuyo evento teórico Caracol de la Asociación de Cine, Radio y Televisión, aún se recuerda su ponencia iniciando este tercer milenio sobre la batalla desde Estados Unidos contra la radio cubana, en la que defendió la contraofensiva insular, labor que también desplegaba desde Radio Habana Cuba y desde Radio Progreso, donde el suyo era un “nuevo periodismo” por la retroalimentación que incentivaba mediante el sistema nauta de correo en los teléfonos celulares, o mediante infomed, logrando que el público aprendiera y se sintiera parte del proceso del periodismo y de la comunicación, y desarrollándoles el interés por la ciencia, la técnica y la protección medioambiental.
En Radio Progreso, que le dedicó momentos especiales como el profesor que era, se esforzó durante décadas con evidente profundo amor para que sus “Ondas de la Alegría” tuvieran la calidad requerida; fue uno de los fundadores de su revista informativa A primera hora de lunes a sábado, con sus acertadas glosas, y colaboraba por teléfono en su revista dominical RP 105.
“Siempre con el radio en la mano”, lo describió el sitio web Cubaperiodistas, al que sugería mayor contenido científico remedando el Centro de Estudios de los Medios Masivos que habían creado en la Upec bajo la presidencia de Ernesto Vera, cuyo boletín se imprimía con buen papel en Praga con el apoyo de la Organización Internacional de Periodistas, y se distribuía en toda Cuba, importante para poder experimentar, investigar y llegar más a los jóvenes; otra forma creativa de extender su docencia al futuro, que ya es hoy.