Es que hoy no será lo habitual.
No voy a contar la historia de ellas o de ellos, aunque de alguna manera sí, seguramente que sí, pues para poder contar las historias de tantos y tantos compatriotas tuvo que existir un comienzo, y ese comienzo sucedió un día de abril, como el de hoy.
Transcurrieron exactamente veintisiete años.
Transcurrían los difíciles años de mediados de los noventa del pasado siglo, tras el golpe demoledor que convirtió en polvo el campo socialista asentado en Europa, y el imperialismo le sumó más fuerza a su crueldad contra nuestro pueblo. Las penurias materiales aumentaban, noches de perennes apagones, casi ningún papel para los periódicos, casi ninguna electricidad para la televisión.
Entonces Fidel, preclaro y avizor, dijo: la radio. Y dijo: Radio Rebelde.
No había mucho de nada, pero si teníamos, y bastante, capital humano, el más importante de los recursos.
Así, en apenas tiempo, se montaron oficialmente las ahora legendarias corresponsalías, en cada una de las provincias, con lo que apareciera, en medios y equipos, casi nada nuevo, y en locales facilitados por los gobiernos provinciales, atendido por un personal periodístico, decidido uno a uno, por las máximas autoridades políticas de cada territorio a partir de una indicación de la dirección del país.
Parto difícil, pero nacimos, y nacimos bien, listos para los combates que vendrían.
Unas antes, otras después, las corresponsalías de Radio Rebelde, la Emisora de la Revolución, se fueron extendiendo y comenzaron a sentirse.
“Ponen de pie a Cuba cada madrugada, y le toman el pulso a la nación” nos calificaba en una memorable noche la querida Josefa Bracero, entonces al frente de la radio en el país.
Y pasaron veintisiete años.
Veintisiete años, que, en lo personal, han sido de oportunidades únicas, alumno de una academia andante, de convertir en posible todo, de ver crecer una familia, y sobre todo, de sentir en carne propia lo que para un cubano significa Radio Rebelde.
Es suficiente tiempo como para archivar en la mente y el corazón, y jamás olvidar, por ejemplo, las tribunas por Elián, los coloquios por los cinco héroes, los embates de los huracanes, la zafra azucarera del 96, con el agua a la cintura, sacando las cañas que le dieron el 26 de ese año a Holguín, el nacimiento del trasvase, el del polo turístico como de los mayores de Cuba, entrevistar a un Héroe de Cabinda, a un campeón olímpico, al médico internacionalista, a la madre agradecida, a un campesino de cien años, a Frank Fernández en una plaza, a Silvio Rodríguez cantando en un centro penitenciario, y a Cándido Fabre en un amanecer de carnaval.
Veintisiete años para ver mil veces una plaza llena y estremecidos sus cimientos, acompañar por estas tierras a Fidel, a Raúl, a los demás líderes que hicieron la Revolución, ver la arrancada de la termoeléctrica en Felton, y de la fábrica de cervezas Mayabe, y las inundaciones en Sagua de Tánamo. Días suficientes como para llegar a La Melba, Arroyo Seco, Sabanazo, y Cananovas, estar por primera vez en la zona roja de un hospital, atacado por la pandemia, y escuchar a Maradona abrirte camino diciendo “venga, yo también soy Rebelde”, describir el paso del Papa por las calles holguineras; y transmitir, en el más difícil momento de nuestras vidas, el adiós eterno al líder, aquella tarde triste en su camino a la eternidad.
Veintisiete años de la corresponsalía de Radio Rebelde en Holguín, y buen momento para agradecer en grande y a todos.
Como la primera vez… “Aquí Radio Rebelde en Holguín”.
Veintisiete años, y como todos los días transcurridos:
“Desde la Ciudad cubana de los Parques, siempre Aroldo García, Haciendo Radio”.