Ver con los ojos de la CMGI

Esta señal mide sus palabras frente a los micrófonos ya veteranos pero no por lozana los públicos se resisten a esos mimos que gratifican al oído.                                          

Parece que fue ayer cuando en los altos de la Dirección Municipal de Educación, el cantautor Arturo Alonso interpretó el himno de este pueblo mientras el éter de la isla retoñaba en el centro del país. Sin guiones ni mezclas perfectas, la radio hecha por y para los cabaiguanenses se multiplicaba en las bocinas.

Al aire estaba la heredera de aquellas transmisiones truncas de 1936 y que fructificaron en 1947 con la CMHP al más puro estilo comercial. La década del 50 recibió a “Radio Tiempo” devenida luego en “Radio Cubanacán” con residencia en la calle Masó. Aguardaríamos poco más de medio siglo para sintonizar otra vez imágenes sonoras.                                                           

La realidad del  municipio volvió a colarse en los equipos receptores y mientras la edificación escogida para el estreno tomaba forma y se despojaba del olor a cemento, sus realizadores soñaban sin acomodarse los audífonos.                                         

Algunos abandonaron las aulas, otros los escenarios para hacer de lo sucedido en la intimidad de una cabina su pasión. Aterrizaron incrédulos en la emisora y el recibimiento fue cargar con la responsabilidad de convertirse en hombres radio. El diarismo los retó a cursar la universidad del aire sin más compromisos que pensar en la programación.  

Cabaiguán habla a los suyos desde el 5 de septiembre de 2004.  Lo que acontece en cada uno de los puntos cardinales, la CMGI lo huele de lejos y llega primero con la noticia, calma, divierte, acompaña.                      

Cuando doce meses atrás el órgano de prensa bailó el vals en una celebración sin precedentes, las palabras de una voz con experiencia y más horas de transmisión viajan kilómetros acortados por Internet.            

Este medio de comunicación conquista de a poco el universo digital y las ciberaudiencias, en cualquier coordenada, junto a la familia radial más cercana, agradecen el palpitar de su pueblo que ve por los ojos del sonido de la comunidad.

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