El buen Casanova de la Radio Cubana

El 3 de septiembre de 2008 dejamos, definitivamente, de oír en vivo aquella excelente y cálida voz melodiosa de registros inconfundibles ya con 62 años de edad que con su peculiar estilo de declamar la poesía “parecía acariciar”, mientras complacía peticiones no solo musicales, sino también con los mejores poemas cubanos y de otros países y disímiles épocas, clásicos o no tan clásicos, fueran del chileno Pablo Neruda (1904-1973), del mexicano Amado Nervo (1870-1919) o de los menos conocidos de nuestro Martí (1853-1895), y tantos más.

Desde que le solicitaron en 1994 trabajar en Nocturno de Radio Progreso, emisora en la que ya laboraba desde enero de 1970, y aun incursionando en algunos espacios dramatizados de la televisión, enamoraba noche tras noche a sus oyentes, por lo que al coincidir su apellido con el de aquel universal amante veneciano del siglo XVIII, devino el secreto Casanova de millones de cubanos y no cubanos, lo que se demostró con el Premio a la Popularidad que en 2006 ganó como locutor animador en el programa de televisión Entre tú y yo (Cubavisión).

El habanero Julio Alberto Casanova Leara, nacido también en septiembre pero el día 14 de 1945, nunca había proyectado conducir aquel programa que oía fiel desde sus primeras emisiones en 1966, pero que 24 años después lo identificaría ante todos; le habían ayudado, sin duda alguna, ser tan ávido lector y su vasta experiencia actoral, entre otras virtudes. En Vivo (26 de agosto de 2023) narra que al llegar a la cabina decía “Llegó la hora del amor”.

También en Radio Progreso protagonizó fundamentalmente novelas, teatros y cuentos y durante más de diez años, guió a la radio audiencia por lo mejor del pentagrama nacional e internacional, incorporando todo el romanticismo de la mejor poesía, y el dominical Los aires de España, con los distintos ritmos y voces de lo más representativo del pentagrama español de todos los tiempos; varios de sus reconocimientos fueron en esta emisora, por ejemplo en los Festivales Nacionales de Radio, el Primer Premio como actor protagonista en el dramático seriado Patria (1994), y Segundo Premio por La Gran Aventura de la Humanidad (1995, con la que también ganó Mención Especial en 2001), Premio Actuación por Fortunata y Jacinta (2000), y varios Premios Caricato como actor en la novela Clave 8.30 (2002, 2003 y 2004).

En la radio, que lo apasionaba desde niño, había comenzado en 1968, protagonizando múltiples novelas y series en radio y televisión, como las radionovelas Chaplin, El pistolero Omar González, Van Gogh, Toulouse Lautrec y Nikita Artamonov, entre otras.

La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (en adelante, Uneac), de la que era miembro, lo premió como actor en la serie Pequeña sinfonía para un héroe, escrita por Carmen María Acosta, donde interpretó al guerrillero Eliseo Reyes, “Capitán San Luis” (por la que confesaría sentir “algo especial” a pesar de lo difícil a escoger entre tantos personajes a los que se entregó; 1984, Radio Liberación); Primer Premio de Actuación en Radio, con la obra La Luz y las Sombras (1993); y los Festivales Nacionales de la Radio le otorgaron también Primer Premio con las obras Cuando la vida vuelve (1997) y la novela Tú, mi gran amor (1998), y en los Premios Caricato ganó Mención Especial en Doblaje en Radio y Televisión (1992), Primer Premio en Doblaje con Amigas para siempre (1998), Premio Actuación en Radio por El Ciego (1999), y Gran Premio Protagónico en Radio por Hemingway, hombre y leyenda (2000).

Sin embargo, sus inicios fueron mucho antes, en su natal Guanabacoa, donde estudió la primaria y Comercio; era un niño cuando ya actuaba en los actos cívicos y actividades de fin de curso de las Escuelas Pías. En 1960 se abre un anfiteatro con una escuela de actuación donde hizo sus primeras obras dirigido por Jesús Hernández “Chucho”, interpretó al marqués de Mascarilla en Las preciosas ridículas del francés Molière, el secretario en Farsa y Justicia del Sr. Corregidor del asturiano Alejandro Casona, y otros personajes en varias obras hasta que en diciembre de 1962 se incorporó a las brigadas de teatro Francisco Covarrubias como actor eventual, trabajando en dos puestas en escena. Desde 1963 incursionaría en presentaciones teatrales, y en 1965 integró el Grupo de Teatro Juvenil de La Habana, en varias obras.

En televisión actuó en Aventuras como “La isla del tesoro”, en telenovelas como “Teresa Raquin”, “Ilusiones perdidas” y “A pesar de todo”, y ha hecho grandes los spots tan subvalorados, pues en tan escasos minutos de Para la vida, nos retrató sin palabra alguna a un alcohólico re-educando contra esta adicción que sigue siendo referencia, sobre todo ante otras interpretaciones caricaturescas; y en el cine, fue el traidor Eutimio Guerra (1920-1957) en el largometraje de ficción Uvero: asalto al amanecer (1988), que dirigió Miguel Torres.

También dio lustre al tan difícil, subvalorado y hasta anónimo arte que es el doblaje, y que tanto hizo; no extraña entonces que en el concurso de la Uneac en televisión ganara Mención con la novela Teresa Raquin (canal 6, 1985), y en los Premios Caricato Mención con la serie de aventuras Shiralad: el regreso de los dioses (1993); Premio en doblaje por 102 Dálmatas (2002), y nominado a doblaje por Enrique VIII (2005).

Fue alfabetizador, combatiente internacionalista, Vanguardia Nacional de la Cultura desde 1999 hasta 2005, y condecorado con la Distinción por la Cultura Nacional, la Raúl Gómez García, la Nicolás Guillén, la Majadahonda (como internacionalista), la Gitana Tropical, la Medalla Alejo Carpentier, la 70 aniversario de Bellas Artes, Artista de Mérito de la Radio y la Televisión, Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, Micrófono 70 aniversario de la Radio Cubana, el Sello del Laureado de la Cultura, el del 80 aniversario de la Radio Cubana y el del 45 aniversario del Ministerio del Interior.

Como si fuera poco, este actor, locutor y declamador, también condujo presentaciones en vivo, siempre con mucho rigor profesional, y además, se destacó sus últimos años como Coordinador de Cultura Comunitaria de la Uneac en el Concejo popular El Carmelo donde residía en calle 12 hacia 23 en el municipio capitalino Plaza de la Revolución, hasta su deceso mientras luchaba valiente y optimista contra el cáncer, legándonos tanta obra en la que, a pesar de tanta variedad y otros medios que amó, llegó a confesarse como un hombre de radio.

Autor

  • Dr. C. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez

    (La Habana, 1957) Licenciado en Historia del Arte (1982) y Licenciado en Historia General (1986), Técnico Medio Superior en Arqueología (1984) y Técnico Medio Superior en Museología (1985), Doctor en Ciencias sobre Arte (2001) y Máster en Antropología con Mención en Antropología Sociocultural(2001), Diplomado en Historia General Contemporánea (2006), Profesor Titular de la Universidad de La Habana (2002) e Investigador Titular (Ministerio de Cultura y Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, 2004).

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