por En la enfermería hay dos pacientes. Se les administran aerosoles. Sostienen la boquilla y en sus ojos parece disiparse la intranquilidad que provoca la falta de aire. Uno de ellos inhala con fuerza. En su cuello se le hace un agujero cada vez que contrae el diafragma. Par de veces la enfermera ha tenido que acercarse para arreglar la manguera que une el botellón de oxígeno con la boquilla.
El Dr. Castaño está en su consulta, pero desde la enfermería siente los gritos: ¡No respira, el paciente no respira!
En cuestiones de segundo el galeno ya se encuentra encima del enfermo. Comienza las maniobras de reanimación cardiopulmonar. Despeja vía aérea, ordena la enfermera que prepare un broncodilatador.
Con esta intervención temprana el Dr. Gilberto acumula otra vida salvada. Esta es una de las experiencias más preciadas del especialista de Primer grado en Medicina General Integral.
“Afortunadamente pude sacarlo de la parada cardiorrespiratoria. Actualmente ese paciente viene al policlínico a verme, a agradecerme. Ese es, sencillamente, el objetivo por el que trabajo, salvar la vida”.
Un día cotidiano en la vida de este médico de 34 años de edad parece tener más de 24 horas.
Me costó localizarlo, poder tener un espacio en su agenda. Las mañanas agitadas se las pasa organizando el cuerpo de guardia, atendiendo a los pacientes; en las tardes, después del trabajo, los ensayos de danza de la niña, las tareas escolares de los otros retoños. ¿Cómo hace el médico, el jefe, el padre de 4 hijos, el esposo, el hijo, para dividir su tiempo y ser reconocido como profesional y ser humano?
“Hay muchas veces que llego a la casa y lo niños ya están durmiendo. Mi esposa es bien consciente de que ese fue el camino que escogí, pero siempre se saca un tiempecito para atender a la familia”.
Actualmente el Dr. Gilberto Castaño es el Jefe del servicio de Urgencia del Policlínico Reina perteneciente al Consejo Popular Los Sitios, en el Municipio Centro Habana, un área de complejidad por características sociodemográficas, donde hace 9 meses se trabaja casi en medio de una guerra, una beligerancia epidemiológica cuyas armas son la pesquisa, el diagnóstico temprano, las soluciones hidroalcohólicas, las máscaras, el distanciamiento, …; el objetivo: asesinar a un enemigo que se atrinchera y se hace llamar COVID-19.
“Primer caso positivo que se diagnostica en el policlínico fue remitido por mí en el mes de abril. Un paciente que arribaba desde Panamá. Como ese, muchos otros casos los atendí personalmente y han sido diagnosticados después”.
En 6 años de ejercicio médico, el galeno cubano Gilberto Castaño nunca ha cumplido misión en el extranjero. Al contrario de como pregona la campaña de desprestigio de la medicina cubana, dirigida desde EE. UU., a él nunca se le ha obligado, siempre se le ha respetado la decisión.
“Me han llamado para misiones, pero en la primera estaba esperando el nacimiento de mi primer hijo y después en la segunda por problemas personales no pude salir de misión en ese momento. He seguido superándome, de hecho, el mes que viene tengo el examen para la categoría docente. Pienso que cuando me llamen nuevamente pueda salir, a probar esa experiencia que te lleva a otra realidad y te forma”.
Ser médico de un policlínico, llevar las riendas de un Servicio de Urgencias, clasificar, diagnosticar, tocar al paciente, aconsejar, es de las cosas que más le apasionan al joven Castaño Martínez.
“Por lo menos nosotros, los médicos de la atención primaria, hemos tenido experiencias que nunca imaginé cuando me gradué. Independientemente de que cuando empezó en marzo el tema de la COVID-19 asumí la consulta y fue impactante; de hecho, me hizo superarme para manejar lo mejor posible los casos”.
Casi al concluir el 2020 el Dr. Gilberto Castaño Martínez confiesa que ha sido un año intenso: se ha arriesgado, ha salvado vidas, ha desafiado las carencias de un criminal bloqueo de Estados Unidos que se siente allí, como nunca antes, en su Cuerpo de Guardia, pero aún habla con apasionamiento, enamorado de su carrera, sueña, se reinventa, y se supera.