Meysel y Adrián sellan su amor en centro de aislamiento (+Audio y Fotos)

Adrián Silvio Ruiz Fuentes se convirtió desde entonces en un profesor, en un compañero, en un amigo. Turnos quirúrgicos, guardias, estancias, debates sobre procederes, prácticas para aprender los puntos el simple, el enterrado, el colchonero. Entre batas verdes, en salones de operaciones, entre sangre e instrumental quirúrgico nació un sentimiento.

A través de WhatsApp, Adrián nos cuenta cómo nació la unión:

“Nos conocimos en el trabajo. Recién llegaba de La Habana, en mi tercer año de la especialidad y ella aún comenzaba sus primeros pasos por la cirugía. Ahí surgió una amistad, que aún mantenemos desde hace 3 años. Una amistad que con el paso del tiempo llegó a lo inevitable, así inesperadamente y comenzamos nuestra relación hace 10 meses”.

Al cabo de casi 6 meses de relación entre Meysel y Adrián, el Hospital Militar Mario Muñoz, la cuna de su amor, fue escogido para atender a pacientes positivos y confirmados de la COVID-19. Estos jóvenes de 26 y 29 años de edad, respectivamente, durante el periodo de pandemia ya van por su tercera vuelta en Zona Roja.

Pertenecen ambos al equipo quirúrgico integrado por 3 especialistas de cirugía, 1 residente de la especialidad, 1 ginecólogo, 1 otorrino y 1 ortopédico.

“Al hospital cuando entramos, todos somos médicos de la COVID-19”, cuenta la Dra. Meysel.

Lejos de la realidad fue mi pensamiento que poco era el contenido de trabajo de los cirujanos en la Zona Roja, mientras la Dra. Meysel aclara:

“Allí somos como clínicos, pasamos visita en las salas, intercambiamos con los pacientes y si se debe tomar una decisión consultamos con los especialistas”.

Pero en caso de que cualquier enfermo de la COVID-19 o sospechosos que se encuentre en la institución necesite una intervención quirúrgica, ahí está el equipo al que pertenece Meysel y Adrián.

“Durante las 3 veces que hemos trabajado hemos realizado 2 apendisectomía, 1 pleurotomía, el drenaje de 2 accesos glúteos, la cura de 2 úlceras de cúbito y 2 cesáreas”.

Ahora mismo la pareja se encuentra en el Hotel Canimao donde viven la cuenta regresiva, los días de incertidumbre en espera del resultado del PCR. Las horas se dilatan luego de días de intenso trabajo. En medio de este ambiente decidieron sellar su amor a la atura de cómo nació, de cómo ha crecido.

La idea de casarnos siempre la tuvimos presente, relata el cirujano Adrián, donde y cuando eran dos incógnitas.

“Que mejor ocasión que esta. Pienso que para casarse no necesariamente tienen que estar creada todas las condiciones. Que mejor que nuestros compañeros de trabajo con los que llevamos meses en esta batalla nos preparen una ceremonia de manera imprevista y nos haya quedado tan bien. Estamos muy contentos y todos nuestros familiares que han podido ver desde lejos, lo que ha sucedido se sienten felices aún sin haber participado”.

Para la mayoría de las novias las cuestiones del maquillaje, el vestido, la decoración las hace perder horas de sueño. Sin embargo, la Dra. Meysel lo resolvió de manera simple.

“Los pulsos, los collares, los aretes estaban hechos con latas, el ramo de flores y el resto de la decoración de las mesas y las columnas se adornaron con plantas y flores del hotel. La persona que nos casó estaba disfrazada con un nylon negro, con hojas blancas, todo estaba sujeto con ganchitos de tender”.

Magnífica, así describe el galeno cómo quedó la ceremonia. “fue la brigada número 3 del Hospital Mario Muñoz y los trabajadores del Hotel Canimao los que cumplieron nuestro sueño”.

La idea de casarse en el centro de aislamiento fue de él, se lo comentó a Meysel aun cuando estaban en Zona Roja. Desde ese momento se percataron que para lograrlo debían contar con el apoyo de sus compañeros.

“Es insólito. No pasará dos veces. Cuando realicemos la otra boda será difícil superar esta”.

No fue una boda de mentira, no quieren llamarla así. Aunque faltó la presencia del notario, Meysel y Adrián fueron bendecidos por una cofradía de médicos y enfermeros que han sido testigos de su amor y de cómo no puede posponerse lo que los sentimientos ordenan.

Más allá de saldos negativos, la COVID-19 ha sido un campo fértil para fortalecer el amor, para que el sentimiento entre amigos, compañeros de trabajo, parejas, seres queridos, se prenda con la garantía de brotar en tiempos difíciles.

Meysel y Adrián, dos jóvenes médicos celebraron su boda espiritual en el centro de aislamiento.

  

 

 

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