Consuelo Vidal, un diamante auténtico

Fracasa en su primer intento en un concurso buscando voces nuevas de la RHC Cadena Azul,  cuando optaba por una plaza que gana Raúl Selis, pero no se detiene. En su próximo intento, con sólo catorce años, gana el concurso frente a Reinaldo Miravalles. A partir de ahí, alguien dice que es un diamante en bruto, que se puede pulir con los años.

Para conversar sobre su vida, visito a Consuelito en su residencia de Miramar, un domingo de 1999.

¿Qué es lo primero que hace en la radio?

«Mi papá era ebanista, tremendo tallista en madera, de Orbay y Cerrato, empresa que se anunciaba en Cadena Azul. Él tenía su bichito, en madera, por supuesto, era un artista y logró que una amiga le dijera a Amado Trinidad: Dénle un chancesito a la muchachita esta a ver si sirve o no».

«Empiezo a trabajar en un programa campesino, con Juan Vicente Salgado. Era como un abuelito que contaba a la nieta cosas que pasaban en el campo. Amado Trinidad, guajiro al fin, hacía mucho hincapié en ese tipo de programa campesino. Iba por todos los programas para que me dieran una oportunidad, por supuesto, arranqué como todo el mundo, cuatro o cinco frasecitas, un papelito más chiquitico que se fue agrandando. El primer año lo hice de gratis».

Para Consuelito, la Radio, tiene una gran significación.

«Aunque amo profundamente la televisión, es la radio quien descubre mis potencialidades y cualidades histriónicas y me proyecta como actriz dramática y locutora comercial. La radio contó con verdaderos maestros».

«Enriqueta Sierra fue una maestra excelente en radio. También Luis Manuel Martínez Casado. Nosotros hicimos El ladrón de Bagdad, de Félix B. Caignet, con la dirección de Enriqueta y creo que todos los actores que se formaron a su alrededor, como el que tuvo la oportunidad de ser dirigido por ella, fue un privilegiado» .

«No quiero discrepar, hay gente que tiene su formación en el teatro y lo defiende, además, con todos los valores que tiene el teatro».

Para Consuelo Vidal, la perfección de un actor, de un locutor, hasta de un técnico, o musicalizador, se obtiene en la radio. «Para mí, la radio está por encima del teatro. Los que comienzan en el teatro tienen que reajustarse a la técnica de la televisión».

¿Y a qué atribuye esta capacidad de la radio por encima de otros medios?.

«Como es todo voz y la imaginación la pone el oyente, es más intimista, es más…cerquita, porque tienes el radio al lado, te es mucho más fácil después captar y no pasarte y no sobreactuar. Ése es el encanto que tiene la radio. Muchas personas que fueron grandes figuras, pero cuyo físico no las acompañaba, como es el caso de Luis López Puente y Santiago García Ortega, cuando trataron de hacer televisión no lograron ni el triunfo ni el éxito. No porque fueran feos, sino porque la gente se había imaginado aquellos galanes de otra forma y cuando los vieron se les cayó aquella imagen, porque la gente suelta su imaginación cuando el narrador te dice: «Y llegó el muchacho alto, rubio, de ojos azules, sonriente, atlético.»

¿Cuándo comienza a proyectarse la locutora Consuelito Vidal?

«Me examiné como locutora en 1946, en Falgueras y Domínguez, una escuela católica, Nuestra Señora del Buen Consejo. Tengo por ahí guardado mi diplomita donde dice que yo oficialmente soy locutora».

«Siempre he sido una persona que me he tirado en todas las piscinas. Cantaba los jingles acompañada por Eduardo Saborit sólo con la guitarra. Viene el salto y Publicitaria Siboney me ofrece un buen contrato. Me voy de Cadena Azul, pero le pongo como condición que les anunciaba todos los productos en radio sin problema ninguno, pero que no me quitaran mi aval de actriz»

¿Y aceptan?

«¡Cómo no! Eso me permitió hacer las novelas de Iris Dávila y de Carballido Rey, para el espacio de La novela cubana».

Llega a CMQ-Radio a finales de 1949. Asiste al nacimiento de la televisión cubana. Su proyección profesional amplía los horizontes y su vida personal adquiere un nuevo estadio. Una vez le comento a Amaury Pérez García que guardo, entre las memorias de la vida artística de los cincuenta, la fotografía que publica Bohemia, anunciando aquel enlace matrimonial. ¿Recuerda su debut en televisión?

«Tiene para mí un recuerdo muy especial de mi vida artística y personal. El primer programa que hice en televisión fue humorístico. Trabajaban Julito Díaz, Amparo Jordán, Armando Soler (Cholito), que dice siempre que es mi verdadero novio, y estaba de coordinador un señor llamado Amaury Pérez García y comenzó, como empiezan entonces los noviazgos, todo muy lento. Hija única y criada por gallegos, la virginidad significaba para mí lo más sagrado».

«Amaury me invita allí, en La Arcada, al refresquito, al dulcecito. Un día me dice: «Vamos a dar una vueltecita porque yo tengo un carrito.» Era un Ford viejo, negro, más feo que el coño de su madre. Cuando llevamos como diez o doce salidas, dando la vuelta al Malecón, al Parque Maceo y de allá para acá, le digo: «Llevamos ya muchísimo tiempo paseando, a mí me gustaría que tú me dijeras tu nombre porque para mi Bambi es un apellido.» Él me contestó: «No, es que no es Bambi, yo me llamo Amaury.»

«Nos hicimos novios estando ese programa en el aire, y, por supuesto, él le tumbó la novia a Cholito. Nos llegamos a casar el 15 de junio de 1952, en la iglesia de Monserrate, situada en la calle Galiano».

Por lo que significa Amaury Pérez, le pido a Consuelito nos hablara de su labor en la televisión, en sus primeros años como director.

«Amaury comenzó como creo que deben empezar todos los directores de televisión, haciendo un pequeño noticiero cuando existía el cierre de la planta y ahí estuvo más de un año. Después, pasó a hacer, durante mucho tiempo, un programa parecido a Cocina al Minuto. Fue poquito a poco haciendo programas cada vez de más envergadura, hasta que se cumple su sueño eterno de hacer Jueves de Partagás. Fue una labor de años. Se cuidaba mucho a quién se le entregaba un programa. Había que demostrar muchas cosas primero y estos directores, a su vez, cuidaban muy bien las imágenes que ponchaban, su vestuario, su presencia física, gente que tenía que convencer con su gentileza, por su agradabilidad, para que tú te quedaras frente al televisor, aunque se cambiaran los programas por causas mayores».

Consuelo hacía locución comercial, sin abandonar el trabajo como actriz. Cuando entra en televisión, comparte exactamente igual los anuncios comerciales con las actuaciones. Hace muchísimos teatros, novelas y otros programas como actriz y locutora.

«¿Qué pasaba? Por ejemplo, en Rancho Luna, lo que es Media Luna o Tierra Brava, ahora, hace el papel de Niña Lala. En el programa donde era actriz no hace comerciales. En Garrido y Piñero anunciaba el queso crema Nela porque no trabaja como actriz y así los patrocinadores van preservando la imagen, el producto y el programa».

Comienza en Televisión con Este hogar moderno, que es un programa humorístico y, más tarde, en 1957, la famosa Detrás de la fachada. Después, Roberto Garriga comienza los domingos a las 9:00 de la noche, con un programa que se llama La comedia del domingo. Ella trabaja un domingo. Los otros correspondían a Maritza Rosales, Rosita Fornés y Margarita Balboa. El galán es Eduardo Egea, primero y cuando éste fallece en 1964, lo sustituye Enrique Almirante. Como era comedia musical, todas cantaban en aquella época.

«Tengo el altísimo orgullo de haber cantado con Mantovani y otras orquestas. No había tiempo para orquestar, la parte que nos quedaba el tono muy alto, la recitábamos, y cuando nos quedaba bien, tanto Bebo Egea como yo, cantábamos»

Al evocar a grandes figuras de la escena internacional su memoria trata de apresar recuerdos perdidos entre tantos momentos de sus años jóvenes

«En Cadena Azul, conocí y estuve muy cerca de Libertad Lamarque, y puedo decir, que las manos más lindas del mundo que he podido ver son las de Libertad Lamarque» .

«Amado Trinidad trajo a la radio a los Chavales de España. Oscar Luís López, entre otros, dirigió programas desde el Estudio No. 2 de CMQ, donde se presentaban figuras como Hugo del Carril, Pedro Vargas, Jorge Negrete y el trío Los Panchos. El prestigio artístico que tenían la radio y la televisión cubanas las convirtieron en un trampolín para conseguir contrato en centro y Suramérica».

«Tuve la oportunidad, anunciando en el Cabaret Regalías, de pasarle por delante a Edith Piaf, a Johnny Matis, a Jorge Negrete, a Hugo del Carril y a Dolores del Río».

A principios de la década de los años 60 surge el espacio Teatro ICR en televisión. La complejidad de las obras en su recorrido por la mejor literatura universal y en vivo, hacen de estas creaciones una verdadera escuela. Consuelo Vidal integra la selecta nómina. Supongo que son muchos los recuerdos. ¿Estoy en lo cierto?

«El Teatro ICR lo creó Marcos Behmaras. Reunió a los artistas en el Estudio No. 2 de Radiocentro. Les explicó el proyecto y quedó como una ley, no escrita, que para trabajar en Teatro ICR había que ganárselo».

«Entre los directores que le aportó mucho a este espacio hay que señalar a Roberto Garriga y a Antonio Vázquez Gallo. Entre las obras que tiene a Consuelito en el papel protagónico recuerda a Intimidad de una estrella, con Enrique Santiesteban, Enrique Almirante y Luis Alberto Ramírez; Réquiem para una reclusa, con Elvira Cervera y Un tranvía llamado deseo, con Raquel Revuelta. Otro que no puede olvidar es Enrique VIII y sus hijos, donde asumió el personaje de Catalina de Aragón. Pero, sin dudas, un momento inolvidable para ella fue la Trilogía de Electra, de Eugene O´Neill. Era la primera vez que se hacía en televisión en América Latina. Se trataba de tres Teatro ICR, con una duración de cuatro horas y treinta minutos y que tenían seiscientos bocadillos, totalmente en vivo, como era la televisión de la década de los 70».

«Entre los momentos inolvidables debo resaltar Yerma, de Federico García Lorca. Se hizo en el Estudio No. 19 del Focsa. Compartí la escena con otro gran actor, Sergio Corrieri. Tuvo una semana de estudio y fue la primera película de dieciséis milímetros para la televisión. La dirigieron Mirta Muñiz y Amaury Pérez».

«Otras actuaciones en televisión que, a pesar de ser cortas, me marcaron para toda la vida fueron el papel de Toti de En silencio ha tenido que ser, frente a ese actorazo que fue Enrique Santiesteban y la Elena de Julito el pescador con otro grande de la escena, René de la Cruz»

Consuelo Vidal está vinculada a momentos trascendentales de la radio y la televisión. Un nombre basta para perpetuarla en el corazón del pueblo. Con su agudeza característica añade nuevas savias al decir popular.

«Detrás de la fachada supuestamente es un gran edificio de apartamentos con distintas parejas y lo que sucedía en el acontecer diario. Ese programa fue creado y escrito en sus comienzos por Marcos Behmaras y dirigido por José Antonio Caíñas Sierra». Lo inició como figura central José Antonio Cepero Brito y su contrafigura era Mimí Cal, hasta que ella fue contratada por unos meses en Puerto Rico. Mimí no tenía un compromiso con el programa y como eran tres locos, tanto Leopoldo Fernández, Aníbal de Mar, como ella, se fueron para Puerto Rico. Eloísa Álvarez Guedes lo hizo provisionalmente, hasta que se les ocurre proponerme el papel.

«¿Tú te atreves a hacer esta animación?», me preguntaron. La labor de animación es harina de otro costal, porque la gente les dice ahora locutores-animadores y la animación es muchísimo más. Entonces me dije:»Vamos a probar, qué puede pasar, ¿qué el programa no sirva? Bueno, pues que continúen buscando a la sustituta de Mimí Cal».

«Empecé en 1957 en Detrás de la fachada hasta que salió del aire, veintisiete años después. Parece que le caí bien a la gente. Era bonita, jovencita, hice empatía muy grande con Cepero Brito. En aquel momento, él era la parte graciosa y yo era como la contrafigura y Marcos Behmaras, Carballido Rey y Caíñas fueron virando las acciones y vieron que aquello tenía un poquito de VIS cómica. Cepero estuvo perfectamente de acuerdo en convertirse en la contrafigura mía y que la de los chistes fuera yo»

Detrás de la fachada, une a Consuelito Vidal a muchas personas que dejan una profunda huella en el quehacer cultural del país. Otras veces la he oído decir que su amistad con Carballido Rey fue algo especial.

«Carballido Rey empezó en Cadena Azul, con un programa de aventuras que se llamaba Roldán el temerario. No lo olvidaré nunca porque siempre fue muy respetuoso y talentoso. Tenía catorce o quince años y ya él tenía treinta y pico. Me decía que yo tenía una voz muy buena, que la conservaba de maravilla y siempre todos los capítulos los terminaba con un gran grito de terror, que me tocaba a mí».

«La fachada la empieza a escribir Carballido Rey cuando muereMarcos Behmaras. Detrás de la fachada tenía un colectivo de gente aportando ideas para llegar al tema. Vivencias de la calle, lo que sucedió ayer, hoy, mañana o antes de ayer».

«Tuvo gran cantidad de escritores, muy buenos todos. Algunos, lamentablemente han fallecido, otros, se fueron a hacer otras cosas. Para mí la muerte de Manolo- como le decía a Carballido Rey- fue muy dolorosa porque era como un padrino, una gente que siempre me animó, diciéndome: «Usted llega, usted llega si se lo propone, usted llega y cuente siempre conmigo».

«Caíñas Sierra fue inolvidable, Marcos era un gran talento porque escribía lo mismo una cosa dramática, que ponía a la gente a llorar, que hacía un Detrás de la fachada con el que la gente se moría de risa. Un excelente escritor, maravilloso, y cuando Marcos sufre el accidente, allá en Oriente, todo el grupo sigue trabajando junto. Detrás de la fachada tuvo muchos padres y muchas madres»

Iris Dávila es, junto a Eduardo Saborit, la creadora de aquellos jingles que, con el pretexto del Jabón Rina, llevan el aliento al pueblo en 1958. Iris manifiesta que desde el principio piensa que aquel diseño lograría mayor impacto en la voz creíble y los matices singulares de quien ya tiene un nombre y prestigio artísticos bien ganados. ¿Usted conoce el proyecto?

«Había pasado la huelga del 9 de abril. Amaury era miembro del 26 de Julio. Yo no sabía absolutamente nada porque, confieso, de verdad, lo único que yo hice en 1958 fue esa mención comercial».

«Amaury me mantiene aparte de todo, tal vez pensando que teníamos dos niños chiquitos. Leía en el periódico los muertos y las cosas, pero si digo que tengo medallas por la clandestinidad, estaría mintiendo, yo no le tiré un «hollejo a un chino»».

«Regreso a Cuba, con Amaury, el 8 de enero. Fui a visitarlo a Venezuela y allí trabajé en El Indio Azul, que transmitía para la Sierra Maestra. Me metí en la Marcha con Bolívar con Amaury, Gabriel Palau y todos los compañeros que habían participado en la huelga del 9 de abril en CMQ, pero fui porque allí estaba mi marido».

¿Cómo logra salir Amaury de Cuba?

«El sale del programa Jueves de Partagás y yo cronometro con el cónsul de Venezuela, que era de descendencia alemana. Después que lo dejé en la Embajada, fui a CMQ». Hice mi capítulo de Media Luna en vivo y, terminando, caí redonda en el piso, me tuvieron que llevar al hospital y todo, pero era el problema de los nervios. Mi marido marchaba al exilio, me quedaba con dos hijos, tuve que firmarle a Mestre la renuncia de seiscientos pesos mensuales que ganaba Amaury Pérez, mantener mi casa con dos hijos que tenía nacidos, Amaury y Aimée, y mantener a la familia de Amaury también. Fui a verlo dos veces y me daba pena, Amaury Pérez, de gran director de Jueves de Partagás, andaba por las calles de Caracas con un carrito vendiendo helados, porque fue un exilio muy duro para esa gente»

En este momento de la conversación, Consuelo, se deleita con cada frase, parece que vive intensamente aquel 1958 y los primeros días de enero de 1959.

«Para sorpresa mía, cuando regreso el 8 de enero, empiezan a levantar el césped de mi casa en Fontanar. Lo que había de armas, pistolas y balas era mucho. Los compañeros del 26 de Julio, para mantenerme tranquila y al margen, los enterraban de madrugada y yo no sabía nada. Puse como un «Bombin» a Amaury Pérez. Le pregunté: «¿Porqué no me dijiste?» y me contesta: «Porque tú eres muy comunicativa y las personas comunicativas no pueden participar en esas cosas».

¿Y los esbirros del régimen los molestaban entonces?.

«Cuando Amaury se va para Venezuela, a mí me descontroló mucho la gente del BRAC. Tuve un automóvil detrás de mí cuarenta días, hasta que ellos vieron que no estaba en ninguna «movida» y dejaron de vigilarme».

Y realmente no estabas en nada?

«Eso creía yo. Cuando Amaury estaba en la Embajada de Venezuela, poquito a poco, le mandaba un calzoncillo hoy, un tubo de pasta de dientes mañana, en un carro chiquito que tenía Caíñas Sierra. Después cuando triunfamos y todos éramos felices, Caíñas me dice: «No, calzoncillos sólo no, ametralladoras, balas.» «¿Por qué no me dijeron esas cosas, yo no soy valiente, yo soy cobarde?»

Amaury me dijo: «Para qué te iba a preocupar, vieja, con veintipico de años y recién parida, no me ibas a servir de nada, sino de estorbo.»

Con esa alegría y gracia natural, forma parte de las brigadas culturales que llevan su arte para el disfrute de combatientes internacionalistas en Angola. ¿Alguna anécdota?

«Muchas. Soy muy cobarde, cuando fui tres meses en 1978 a Angola, tenía tanto miedo a las emboscadas de Savimbi, que tomaba dos o tres buches de ron antes de montarme en aquellos jeeps. Yo decía: «Por si me muero, morirme contenta.» En viaje a Lobito, de pronto, el chofer dice: «Consuelito, ¡Mire como usted tiene el arma!» Tenía el cañón arriba del muslo y la culata saliendo por la ventana, yo misma me hubiera matado».

«Empecé divina, con unos discursos que me quedaban estelares, hasta que, en el mismo predio de Luanda, me llamó el jefe de todos los médicos y me dijo: «Consuelito, no. Ya ellos reciben bastante teoría, su misión aquí es hacer reír».

Esa Consuelo que encuentro sin maquillaje, cómoda en su bata de casa y sus chancletas, con su cabello original, bajo el tinte porque sus hijos no la quieren con canas, tiene, entre sus mayores orgullos, la descendencia de aquel joven que demoró muchos días para decirle que se llamaba Amaury.

«Todos sus nombres comienzan con A, porque eso viene de la familia de los Pérez Cabrera. Son todos de Puerto Padre, del Central Delicias y ya venía aquella costumbre de ponerle a toda la familia los nombres con A, y cuando empecé a salir en estado Amaury me dice: «¿A ti no te importa?» «No me importa, pero vamos a buscarlos bonitos porque tienen un Pérez detrás que está…ya Pérez Vidal más o menos suena un poquito musical.» Entonces les pusimos Amaury, Aimée, Ariana y Arán»

Los lazos que la unen a Germán Pinelli trascienden los límites de la amistad formal. Es el padre que la aconseja, el profesional que la enseña, el amigo que la guía, el compañero que la cuida, es sencillamente una gente que la quiere y la admira.

«En el programa del 31 de diciembre de 1998 busqué un poema para él. Se llama Un amigo se va. Cada vez que voy a hacer algo, como este mismo programa, tantas horas, tanto trabajo, con mis fracturas de cadera y todas las cosas habidas y por haber, el saberlo a mi lado me da fuerzas».

Recuerdo que dice Julio Pulido, el director: «Vamos a empezar a grabar.» Fue a lo loco para armarlo después como se graba en televisión. Y pensé lo felices que hubiéramos sido haciendo juntos aquel programa.

Con la franqueza que la caracteriza habla con amor y orgullo del hijo, por su autenticidad, también como animador.

«Amaury empezó con una guitarrita vieja a los dieciséis años más o menos, a hacer algunas cancioncitas. Algunas se convirtieron en canciones que crecieron como Vuela Pena, la hizo con diecisiete o dieciocho años; Acuérdate de abril, Hacerte venir, todas esas canciones son de aquellos primeros años».

«Aunque uno va guiando a los hijos: «Vete de aquí, no te vistas así, no hagas esto.» su carrera la ha hecho él sólo. Nadie puede decir en este país que su papá o su mamá le hablaron a un director de televisión para decirle: «Ponme a mi hijo a cantar.» Inclusive Amaury tenía miedo, que es el mismo que sentí yo a que nuestro hijo fuera mediocre».

«Amaury Pérez Vidal es quien es, gracias a él, a su talento, a su cultura. Se ganó a la gente, tiene carisma, a la gente le cae bien, se preocupa mucho del buen vestir a la hora de actuar. Creo que hay que arreglarse, ponerse bonito, porque uno entra en las casas de las personas a una distancia tan pequeña, a un metro y pico, a dos metros del televisor, tienes que estar como cuando tú vas a salir a una fiesta».

«En su música no me he metido jamás. Hay canciones de él que me gustan mucho, otras que me gustan menos, otras que no me gustan, pero él no sabe cuáles son. Creo que a un creador hay que respetarle las cosas malas, regulares y maravillosas que pueda hacer».

«Ahora, si un buen día Amaury Pérez decidiera no cantar más, y se dedicara quizás a componer para la gente joven, creo, lo digo firmemente, que podría ser un tremendo conductor de televisión porque tiene la cultura que yo no tuve y no tengo todavía hoy»

«No adquiere estudios superiores, pero se preocupa por prepararse autodidácticamente. Aún hoy se esfuerza por leer y estudiar todos los días».

«Me pasaba la vida tomando algo del talento de los demás para adaptarlo a mi forma de expresión. Traté de adaptar lo que Germán me enseñaba de hombre para mujer, porque es distinto el atrevimiento que pueda tener un animador hombre al que pueda tener una mujer, porque en mi boca a lo mejor puede sonar grosero y no quiero, soy cubana, soy criolla, hablo aquí en el terreno personal, los que me conocen saben que digo muchísimas malas palabras. Pero no he sido nunca vulgar en televisión, nunca he sido chusma, nunca he sido chabacana porque he cuidado mucho eso. He tratado de ser criolla, simple y llanamente, hablar como habla la gente en la calle, como habla la gente en un mercado, no tengo por qué hacer un personaje».

«La gente sigue diciendo que soy la mejor, no soy la mejor, yo lo que creo es que soy la más auténtica y también cuido mucho la calidad de mi trabajo».

«Hice el programa del 31 de diciembre de 1998, grabé voces, pero no sabía cómo había quedado. Mis hijos querían venir para esperar el año nuevo y les dije: «No, me voy a sentar frente al televisor y voy a ver lo que hice, la «metedura de pata», lo que dije que no tenía que haber dicho, las cacofonías que cometí, cuántas veces me repetí… déjenme verme, solita, igual que lo verá todo el mundo».

Todo el pueblo disfruta este programa, Conozco el resultado de las encuestas, pero quise saber la opinión de la televidente Consuelo Vidal ¿Cuál es su calificación? Con ese desenfado y sinceridad que la caracteriza, sonríe picarescamente para decir:

«Me di sobresaliente».

Autor

  • Josefa Bracero Torres

    Josefa Bracero Torres [Camagüey. 1942]. Multipremiada investigadora, locutora, periodista, realizadora e historiadora de la Radio Cubana. Licenciada en Periodismo. Primer expediente 1974-1979. Locutora de primer nivel. Jefe de Información y Directora provincial de Radio y TV y de Radio Cadena Agramonte, [1969 y 1985]. Vicepresidenta del ICRT [1985 y 2004]. Entre los reconocimientos que posee se encuentran: Cuadro destacado del Estado, Orden Ana Betancourt, Distinción por la Cultura Nacional, Premios Nacionales de Radio y Actuar por la obra de la vida, Artista de Merito de la Radio y la TV, Hija Ilustre de la provincia de Camagüey. Premiada en Festivales Nacionales de Radio, 26 de Julio y Caracol, y por la Caribeann Broacasdting Awards. Tiene 12 libros publicados, sobre la historia de la Radio y la Televisión, así como el libro TULA, escrito en honor a la ilustre principeña en su el año de su bicentenario.