por Leonardo Moncada convierte al actor Eduardo Egea en el héroe que diseñan los escritores Leovigildo Díaz de la Nuez y Enrique Núñez Rodríguez, para que día a día a las 7:00 de la noche, cabalgue sobre “Ligero” y en unión de Bejuco Ramírez (Antonio, Ñico, Hernández) y Pedrito Iznaga (Ramón Veloz) y a su perro “Campeón” recorra la llanura para llevar justicia y restablecer los derechos de los desposeídos frente a los opresores explotadores.
Ese es el primer recuerdo del magnífico actor que llega a El Progreso Cubano cuando todavía no ha cumplido los veinte años. Con la pasión que siempre lo caracteriza, la sensibilidad y la vocación de artista, se abre paso rápidamente y ya a principios de la década de los años cuarenta del pasado siglo, logra incorporarse al codiciado Circuito CMQ, emisora que ya se perfila, junto a la RHC Cadena Azul, como las dos más importantes del país. En esta emisora también le asignan los personajes masculinos protagónicos, entre los que destacan, además de Leonardo Moncada, las novelas de Félix B. Caignet Pobre Juventud al lado de Marina Rodríguez y la última que escribe para la CMQ, La madre de todos, en 1958.
Cuando llega la magia de la televisión en 1950, sin abandonar la radio, es de los primeros que presta su rostro y su voz de matices inconfundibles para protagonizar junto a Minín Bujones y Conchita García uno de los programas pioneros, que logra elevado rating, Ellos dos… y alguien más…
Novelas, teatros, cuentos, y el género que domina como un experto, la comedia, hacen de él, al igual que en la radio, a uno de los actores más codiciados de la televisión. Es la contrafigura de las más prominentes actrices. Lo recuerdo junto a Gina Cabrera en Sueños de mujer.
Como actor de fibra asume los más diversos personajes dramáticos. Lo recordamos en el rol protagónico de El alma encantada, como el atormentado amor de Anita Riviere, creado por Romain Rolland o en aquellas personificaciones del famoso compositor alemán, autor de Amor de poeta, Roberto Schumann o en la del célebre pianista y compositor polaco romántico, Federico Chopin, en guiones que escribe Justo Rodríguez Santos para el espacio de CMQ Televisión, Imágenes.
Es precisamente Justo Rodríguez Santos quien piensa en Egea, cuando decide llevar a la pantalla la vida del famoso poeta y escritor francés Charles Baudelaire. A su lado se presenta la magnífica actriz de la radio y la televisión Tita Elvira Cervera.
Roberto Garriga lo llama y lo convierte en el protagonista masculino de La comedia del domingo, espacio que el pueblo espera y agradece al final de cada semana y donde comparte con destacadísimas actrices… Rosita Fornés, Maritza Rosales, Margarita Balboa, Consuelito Vidal que se alternan a su lado, cada domingo. Precisamente su última aparición en la pantalla lo hace con el título Dos para el cachumbambé.
Además de la radio y la televisión, otros medios lo acogen por su calidad. En México filma dos películas, Un cuerpo de mujer y La mujer del puerto. Las salas de teatro se nutren de su arte, fundamentalmente en el género comedia. Entre ellas La importancia de llamarse Ernesto, de Óscar Wilde, Gracias, doctor, con el sello autoral de un maestro de la escena Enrique Núñez Rodríguez. En el Teatro Auditórium, con la dirección del doctor Luis Alejandro Baralt, director del Teatro Universitario, lleva a la escena en 1948, la primera presentación en Cuba de una obra cumbre del inglés William Shakespeare, Hamlet, con la primera actriz Minín Bujones en el papel de Ofelia, secundados por los actores Ernesto de Gali, José de San Antón, Rafael Ugarte, Ángel Toraño, entre otros.
La poesía y la pintura, son dos amores que comparte con el de la actuación dramática… Una vez me comenta un productor de CMQ Televisión: – Bebo (como le dicen sus compañeros) casi siempre estaba en CMQ y cuando no era así, iba a su casa seguro de encontrarlo ante un óleo armado con un pincel. Su localización era inmediata siempre que se le necesitaba -.
La última novela que hace en televisión es Los hermanos Karamazov. Si se fuera a analizar su trabajo personificando al Dimitri que diseña el escritor ruso Fedor Dostoievski y que él recrea en el espacio que se reserva a las grandes novelas del canal 6 a las diez de la noche, no se encontrarían fáciles las palabras para describir el heroísmo y la voluntad del actor de 43 años que enfrenta la difícil tarea en el momento que acaban de extirparle un pulmón, en el intento desesperado y esperanzador de preservar su valiosa existencia.
Su corazón deja de latir un día sábado del mes de enero de 1964, cuando todavía tiene tanto que ofrecerle al pueblo en cuya columna interminable marcha, fiel a sus convicciones, a su tierra, que lo acoge aquella tarde mientras José Manuel Carballido Rey, su amigo y compañero busca las palabras que puedan expresar el sentimiento, el pesar del mundo artístico y de todo un pueblo, que lo sabe enfermo, pero no se lo imagina muerto…
Aquel domingo de enero, los artistas de La comedia, no salen a la pequeña pantalla del Canal 6 de la Televisión Cubana… En su honor, se baja el telón.