El boom de la música popular bailable

Si la década de los sesenta fue llamada prodigiosa para la canción ligera interpretada por grupos españoles, el liderazgo musical en los escenarios todos, y por supuesto, en la radio, treinta años después fue para Adalberto Álvarez y su Son, Irakere, la Aragón, la Original de Manzanillo, Paulo FG y su Élite, Pachito Alonso y sus Kini Kini, Clímax, Anacaona, los grupos Moncada, Mayohuacán , Mezcla, Revé y su Charangón, Juan Carlos Alfonso y su Dan Den, Yumurí y sus Hermanos, Manolito Simonet y su Trabuco, la Charanga Habanera, Rojitas y su orquesta, las orquestas de Isaac Delgado, Ángel Bonne y Cándido Fabré, el Sierra Maestra, la Maravillas de Florida, Bamboleo con las voces de oro de Hayla y Vania; Pedrito Calvo y la Justicia; y la más popular de todas, durante más de treinticinco años: Juan Formell y los Van Van. Como regalo de principio del milenio y para enriquecer aún más las ondas, llegó Pupy y que son, Son.

Asimismo, la popularidad y preferencia en la difusión radial de Silvio Rodríguez, Sara González, Pablo Milanés y Amaury Pérez se ha mantenido por sus altos valores humanos y artísticos. También resultó interesante el trabajo de Liuba María Hevia, Carlos Varela, Marta Campos y Kiki Corona, con una canción genuina reconocida entre lo más valioso que han reflejado las ondas.

De Gerardo Alfonso solo dos temas bastarían para ubicarlo en un lugar destacado en la difusión, dos poemas emblemáticos: a su Habana y al Guerrillero Heroico Ernesto Guevara.

Cerca del nuevo siglo la cancionística fue recuperando un lugar destacado. Encontró las voces de: Elena Burke, Omara Portuondo, Fernando Álvarez, Miriam Ramos, Mundito González, Lino Borges, Roberto Sánchez, Orestes Macías, Lourdes Torres, Kino Morán, María Elena Pena, Beatriz Márquez, Alfredo Rodríguez, Farah María, Alfredo Martínez, Ela Calvo, Manolo del Valle, Miguel Ángel Piña, Héctor Téllez, Elizabeth de Gracia, Anaís Abreu, Raquel Hernández, Anabel López, Miguel Ángel Céspedes y Sergio Farías, entre otros de gran valía.

Surgieron además nuevos valores que asumieron con éxito esta forma de expresión, entre ellos: Emilia Morales, Augusto Enríquez, ahora como solista; Eduardo Antonio, Raquel Zozaya, Rebeca Martínez, Ramón Fabián Veloz, Leo Montesinos, Rafael Espín, Lourdes Libertad, Leo Vera, Evelyn García Márquez, Tania Tania, Ovidio González, Joel David, Liván Rafael. La mayoría de estos, fruto del sistema nacional de enseñanza artística. En ese aspecto ha sido decisiva la celebración en Cuba del Festival Internacional Boleros de Oro, auspiciado por la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

El rock y el rap a lo cubano abrió su espacio, y recalco lo de cubano porque, aunque la génesis de estos ritmos es exótica, nuestros muchachos tienen una forma de crear su música que lo acercan a nuestras raíces. Con una obra ya reconocida se destacan Moneda Dura y Los Orishas, que se dieron las manos en la popularidad con grupos de jóvenes salseros como Juego de Manos. En todos los casos sonido obligado en las salas de baile de la juventud y en los programas musicales para marcar el inicio del milenio.

También en estos años finales de siglo se produjeron dos hechos que tuvieron expresión singular en la radio. La integración del Grupo Sampling, bajo la dirección de René Baños e integrado por egresados de las Escuelas de Arte, con una forma nueva de expresarse, que asumen los más variados géneros musicales cubanos sin necesidad de instrumentos, sólo con el uso de sus cuerdas vocales.

Y no puede faltar el éxito rotundo del Buenavista Social Club, organizado por el maestro Juan de Marcos, que ha constituido todo un suceso cultural con amplia repercusión en la radio nacional y extranjera. La producción de un disco por Ry Cudder y su lanzamiento a escala internacional han hecho que músicos de calidad indiscutible y consagrados desde hace muchos años como Compay Segundo (Francisco Repilado), Omara Portuondo, Ibrahim Ferrer, Pío Leyva y Eliades Ochoa, entre otros, surgieran a la palestra internacional para continuar enalteciendo el prestigio de la música cubana.

La última vez que vi a Compay Segundo fue en el Hotel Nacional, el 31 de octubre de 2002, en ocasión de actuar de forma especial para los integrantes de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Alemania Central. Tuve el honor de acompañarlo hasta el escenario y presentar al artista. Con esa jovialidad que siempre lo caracterizó ofreció un recital que emocionó a todos, en particular a los más de cien músicos alemanes presentes. Con su proverbial gentileza complació a todos, bromeó, habló de proyectos, e incluso del futuro…

El 14 de julio de 2003 la infausta noticia entristeció a todo un pueblo, que desfiló ante él en la ciudad de La Habana, que lo acogió como propio, y en Santiago de Cuba, la tierra y el cielo que por vez primera vieron sus ojos, allí donde descansan otros destacados músicos como Pepe Sánchez, Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Félix B. Caignet… y la inolvidable Macusa, que permaneció intacta en su recuerdo y en sus canciones. En el cementerio de Santa Efigenia se elevó la voz del musicólogo Lino Betancourt para decirle al amigo de la afable sonrisa, al artista que paseó el orgullo de su pueblo grande por los más prominentes escenarios internacionales: «Gracias por Chan Chan, gracias por las flores de la vida. ¡Gracias, Compay!8

Y como una revelación llegó para adueñarse del dial Polo Montañés, que se elevó desde el primer lugar en la difusión en la emisora provincial Radio Guamá, de Pinar del Río, en el año 2000, a un pedestal destacadísimo en la difusión musical de la radio de Cuba y de otros países iberoamericanos, que se sintetiza en discos de oro y platino obtenidos por su Guajiro Natural.

Polo Montañés fue la gran atracción de la gala de clausura del Festival Nacional de Radio del 2002 celebrada en la villa construida en las márgenes del río Yayabo, en Sancti Spíritus. Hasta allí llegó con su franca y abierta sonrisa de hombre de pueblo para dedicarle a la gente de la radio sus canciones, como él decía, «a mi gente que tanto me ha ayudado». Su presencia física pasó rauda ante su pueblo; sin embargo, fue de esas estrellas que siempre estará en el firmamento musical de Cuba, ejemplo de tenacidad y de amor por lo nuestro. Su obra y su recuerdo serán imperecederos.

También la música campesina contó siempre con programas en CMQ, Radio Liberación, Radio Progreso, Radio Habana Cuba, Radio Rebelde, Radio Taíno y en todas las cadenas provinciales y municipales, lo que permitió la diaria presencia de este género que representa lo más autóctono de nuestras raíces africanas y españolas.

De los exponentes de siempre, entre lo más popular y reiterado, la voz de auténtica raigambre de Celina González, lo mismo solista como en el dúo con su hijo Lázaro Reutilio. Pero Celina no sólo ha sido preferencia en programas dedicados a los hombres y mujeres de la campiña. Con su obra supo adueñarse del sonido de toda la radio. ¿Acaso no son antológicas su Santa Bárbara bendita y Yo soy el punto cubano, autoría compartida con su compañero en la vida y en el arte, Reutilio Domínguez?

Perenne reconocimiento en la difusión radial para el Indio Naborí, Chanito Isidrón, Justo Vega y Adolfo Alfonso, Ramón Veloz, como solista y a dúo con Coralia Fernández; Eduardo Saborit y su conjunto, Los Compadres, Radeúnda Lima, El Jilguero de Cienfuegos, Marthica Morejón, Pío Leyva, el sonido de Miguel Ojeda y su Conjunto Palmas y Cañas, como referencia obligada del buen quehacer musical a través de la radio en los últimos cuarenta años.

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