En una ocasión anterior expresé mi opinión en torno al genocidio que comete Israel contra el pueblo palestino. Lamentablemente quiero alzar nuevamente mi modesto criterio respecto al tema, porque pareciera que por horas crece y crece aún más la barbarie que produce el odio. No pretendo ahora, ni mucho menos, hacer un estudio histórico que explique tanta maldad, porque ya lo han hecho muy reconocidas figuras de prestigiosos intelectuales de una forma magistral. Solo quiero expresar algunas ideas que muestren el pecaminoso trayecto que sigue el mal escoltado por las fuerzas más oscuras y fascistas de este mundo.
Las guerras no vienen solas espontáneamente. Son la consecuencia de la lucha eterna entre el bien y el mal, entre la codicia y la humildad, entre los que destruyen y los que fundan. En definitiva, entre los que anhelan paz y los empecinados en abultar sus arcas de muchos millones a costa del sufrimiento de otros; y ejecutan sus malévolas acciones con una hipocresía insultante hablando, en el colmo del cinismo, de derechos humanos y democracia.
Ahí están, disfrutando el patético espectáculo, los ejecutores del genocidio contra palestinos; y al lado de ellos sus lacayos, simuladores y los que están con Dios y con el Diablo. Me refiero a gobiernos desalmados que sienten placer coqueteando con el imperio, y el propio Estados Unidos dirigiendo como siempre tras las sombras.
Vivimos momentos prácticamente increíbles: Franja de Gaza. Hasta el momento que escribo estas líneas, el saldo de muertos palestinos ronda los 8 mil, de los cuales muchos son niños que aún yacen bajo los escombros; Israel ordenando cercarlos para impedir la entrada de alimentos, medicinas, agua y cualquier otro medio de subsistencia; el gobierno criminal alertando que continuará con sus acciones, hasta ejecutar una verdadera limpieza étnica. En el colmo no otorga visas de entrada a Israel de ningún funcionario de la ONU. Es como gritarle al mundo que continuará con los crímenes a pesar de los llamados a la paz, los ruegos y cualquier acción que los limite.
Estados Unidos, por su parte ¡quién si no!, con una ambivalencia que a nadie engaña. ¡Tira la piedra y esconde la mano! Y, sin lugar a dudas, es el gran y verdadero criminal de nuestro mundo. Los demás son alumnos aventajados. La Unión Europea como siempre, escuchando el silbido de las bombas y mirando a otro lugar para no comprometerse con el mandamás. Y como si no bastara tanta villanía, entonces muy posiblemente se vean involucrados otros países del medio oriente, porque Israel, de seguro, no tendrá el mínimo reparo en atacarlos también. Lo medular es que se siente seguro porque Estados Unidos es su papá y lo mantiene desde hace muchos años, incluyendo armas de destrucción masiva.
Sería como un festín macabro, obra y gracias del odio que engendra más odio. Y llegará el momento crucial de esta humanidad.
O nos levantamos todos, en cuadro apretado, contra la maldad o pereceremos en la hoguera. Guardemos el llanto, porque como dijo nuestro Maestro “la queja es la prostitución del carácter”. No pido desde mi modesta voz incendiar a Israel, porque también perecerá su pueblo. Pido, en cambio, la lucha tenaz e inteligente para que no triunfe el mal, y sí en cambio la paz para lograr enterrar a la fiera. Se puede lograr, pero sin unión seguirá muriendo, bajo la metralla y la agonía, el futuro.
No hay alternativa. Llegó la hora.
“Hay un límite al llanto sobre la sepultura de los muertos, y es el amor infinito a la patria y a la gloria que se pisaba sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abate, ni se debilita jamás- porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra”.
José Martí