Adiós a los mitos, miremos la realidad (+Audios)

Detengámonos por un instante a pensar en algunas de esas frases que muchas veces escuchamos al caminar por las calles, al presenciar o conocer sobre algún acto violento contra una mujer o una niña; incluso, quizás por desconocimiento sobre el tema, nos hemos hecho eco de estas afirmaciones tan comunes en nuestra sociedad.

Se dice que “entre marido y mujer nadie se debe meter”, porque “eso es problema de ellos”. Algunas de las personas con las que conversamos sobre el tema refirieron que en ocasiones han sido meros espectadores ante manifestaciones de violencia entre parejas, y aunque se autocritican por ello, también señalan que “en situaciones de este tipo no sabes a qué te vas a enfrentar”.

Muchas personas se cohíben de emitir criterios sobre el tema, dar algún consejo, incluso socorrer a la mujer cuando se trata de violencia física, por temor a quedar ridiculizados o agredidos por la pareja.

Alegan que en ocasiones la propia víctima defiende al agresor, y arremete contra esa o ese que fue en su auxilio. De ahí las frases, “ella se lo buscó, algo habrá hecho, a ella le gusta que le den golpes”…

“A mi no me violenta nadie”, dice un hombre, quien agrega que tiene varias amistades mujeres que no se dejan violentar, que la mujer que se deja violentar es porque le gusta, se ve disminuida y no tiene suficiente valor para exigir su derecho. La mayoría prefieren callar para no recibir represalias mayores.

Isabel Moya en su libro Letra con GéneroLa violencia hacia las mujeres y las niñas es un problema que nos concierne a todos, por lo que no debemos ser indiferentes ante este fenómeno. Ningún acto que dañe a la persona física, psicológica o sexualmente, puede considerarse como privado, debe entenderse como falta o delito.

Estudiosos del tema refieren que la mayoría de las mujeres que mueren en el mundo por causas violentas, lo hacen en el espacio privado, a manos de su pareja, ex-pareja o algún familiar cercano.

Ellas tardan en denunciar o retiran las denuncias por la vulnerabilidad en que viven, y el miedo a las represalias del agresor, pues muchas mujeres que se enfrentan a las amenazas e intentan desmarcarse sufren un incremento de la violencia.

Las mujeres maltratadas están en una situación de debilidad psicológica, y escasa o ninguna autoestima. En muchas ocasiones no tienen a donde ir, ni creen tener alternativas, solo piden ayuda cuando descubren sus propias fuerzas y se valen de los recursos comunitarios que ofrecen un ambiente seguro.

Necesitan ayuda para salir del círculo de la violencia, por ello es que muchas veces continúan en la relación abusiva. Además, es un ciclo donde se conviven periodos de luna de miel con los de tensión aguda.

En ocasiones se dice que la violencia contra la mujer sucede en sectores con bajos ingresos, de poco nivel educacional y cultural, o en barrios marginales; pero la realidad es que se produce independientemente de la posición socioeconómica de las personas.

La Doctora Isabel Moya nos recuerda en su texto que “La violencia de género es un mecanismo de la sociedad patriarcal para mantener el poder masculino y la subordinación femenina. La cultura machista se expresa a través de las normas sociales y culturales que afianzadas por la tradición, intentan garantizar la sostenibilidad de ese poder masculino”.

Si justificamos al agresor, culpamos a la víctima o vemos la agresión como un asunto privado, somos cómplices de la violencia contra las mujeres por motivo de género. Desmontemos los mitos, miremos la realidad.

El pasado 10 de diciembre concluyeron los 16 días de activismo por la no violencia contra las mujeres y niñas, en Cuba y el mundo; sin embargo Cosas de la Vida extiende sus emisiones dedicadas al tema, por la importancia que este amerita en el desarrollo pleno de la sociedad y las múltiples aristas que aún quedan pendientes por abordar.

Coautora: Isel Quintana Freyre.

Escuche el reporte en los siguiente audios:
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