Así somos los cubanos

Así somos los cubanos: hombres y mujeres que en la cotidianidad y por antonomasia, apenas sin caer en la cuenta, portamos las virtudes que definen nuestro distintivo que nos diferencia en cualquier parte. Somos los que hablamos en voz alta en cualquier lugar y acerca de cualquier tema; agitamos las manos como si pareciésemos enojados y, en cambio, lo hacemos así solo por temperamento.

Si alguien nos visita a cualquier hora, enseguida «plantamos» la cafetera que en nuestro caso es un brindis por la amistad y signo de buena acogida hogareña. Nos gustan el lechón asado, el congrí, los moros y cristianos y la yuca con mojo; también la cerveza y el ron.

Para los postres comemos de todo, sin olvidar que nuestro sello de sobremesa pasa por el flan de calabaza, un dulce de boniato o un majarete calientico o al tiempo si nos «sopla» un frente frío.

La cubanía también se caracteriza por la ayuda entre vecinos y el auxilio a quien lo necesite, incluso tratándose de personas desconocidas, ya que el más genuino humanitarismo no entiende de distinciones.

Es por esto -y más- que cuando vamos a cualquier parte del mundo enseguida nos reconocen y se nos multiplican amistades que ríen y disfrutan con el típico modo de expresarnos.

Somos depositarios de una tradición rica y diversa, ese ajiaco inmaterial definido como cultura cubana que merece protección y mimo, de la misma manera como un hijo o una hija cuidan de su madre; así como se custodia con celo un tesoro que a todos y cada uno de nosotros pertenece dándonos razón de ser.

Hablamos en «cubano», una variante original del español o castellano con sus giros y expresiones propios, heredados muchos de nuestros aborígenes, así como del antecedente africano y de los laboriosos asiáticos que dan sazón a este sabroso y único plato cultural.

Por estas razones y muchas más, y sin que se nos tilde de chovinistas, -porque en nada lo somos- sentimos el orgullo de ser así: ni mejores ni peores, pero sí patriotas al extremo de arriesgar nuestras vidas por todo lo que somos, tenemos y amamos; por esa riqueza espiritual y material innegociable que resumimos como venerables símbolos en nuestra bandera de la estrella solitaria, el escudo y el himno que nos estremece la piel cada vez que lo entonamos.

Así es nuestra Patria: nacional y universalmente hospitalaria, tal como su legendaria Santiago de Cuba, cuna de la nacionalidad, y así es desde San Antonio a Maisí de hospitalaria, rebelde y heroica. Así somos los cubanos.

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