Barbados, golpe a la sensibilidad

Por eso, el fatídico suceso golpea la sensibilidad del pueblo cubano, que rinde tributo a las víctimas de esa barbarie, y cuyas hazañas aún brillan en el fondo del mar.

Son múltiples los testimonios de familiares y amigos de las víctimas de ese crimen perpetrado por los terroristas Orlando Bosch (fallecido) y Luis Posada Carriles, quien todavía se pasea impunemente por las calles de Miami, Estados Unidos. 

Para Solangel Peláez, hermana de Milagros Peláez, una de las 73 víctimas del crimen de Barbados, ese día remueve el dolor que marcó su vida.

Recuerda que no estaba previsto que su hermana asistiera al IV Torneo Centroamericano y del Caribe de Esgrima en Venezuela, pero la llamada de su entrenadora lo cambió todo.

Con solo 20 años,  Milagros recibió con júbilo su inclusión en el equipo cubano de esgrima que representaría a la mayor de las Antillas en la cita deportiva.

“En casa todos estábamos felices por el hecho de tener a un miembro de la familia insertado en competiciones internacionales, nadie esperaba el desenlace final”, rememora Solangel con con voz apagada, al referirse a la explosión que cobró la vida de 57 cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos.

Aún recuerda ese día como si fuera hoy: “ya tengo casi 70 años pero la memoria todavía no me falla y el dolor permanece. En todos estos años lo único que siempre deseé fue justicia, ver tras las rejas a los responsables del delito».

Aida Domínguez, una madre cienfueguera, ha esperado que caiga el peso de la justicia sobre quienes troncharon la vida de su único hijo varón, sobrecargo del CU–455 que cubría el itinerario de Barbados a Cuba.

El joven Eusebio Sánchez Domínguez, quien cumpliría 25 años el siete de octubre de 1976, había planificado ir a Cienfuegos para celebrar su onomástico con sus padres y hermanas.

Sin embargo, un día antes volaría en pedazos en uno de los más terribles atentados en la historia de la aviación, y donde murieron también los integrantes del equipo de esgrima de Cuba coronado con medalla de oro en un campeonato centroamericano.

En todos estos años,  Aida ha tratado de superar la pérdida irreparable de su muchacho, aquel niño estudioso, el joven al que con solo 23 años le otorgaron la Medalla 20 Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada.

Eusebio era la alegría de la casa, no solo porque fuera el único vástago varón de la familia de Aida, sino porque su hijo mulato, alto, de sonrisa suave,  siempre resultó ser único e irrepetible.

Han transcurrido cuatro décadas de aquel criminal atentado. Barbados es la lección que nos fortaleció; que nos enseñó lo importante de armarnos con todo el poder de las ideas, seguros de que en ellas descansa la victoria final.

 

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