Cienfuegos le dice ¡Hasta siempre! a Fidel

Este jueves, la ciudad centrosureña amaneció levemente soleada; la gente por las calles, en una cotidianidad silenciosa, evidenciaba sus sentimientos de tristeza.

Lentamente y al filo de la tarde aparecieron las nubes, irrumpiendo como repentina metáfora de una naturaleza que se une al dolor del pueblo de la Perla del Sur.

En las primeras horas de la mañana partió desde La Habana el cortejo para recorrer la misma ruta de la Caravana de la Libertad encabezada por Fidel en 1959.

Los momentos de su paso por Cienfuegos hicieron evocar sus palabras para con esta ciudad que el 5 de septiembre de 1957 se levantó en armas contra la tiranía batistiana.

Fue en 1950 cuando estuvo aquí por primera vez, ocasión en que fue apresado por dar su apoyo a la lucha de los jóvenes estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza.

En la memoria de todos se mantiene el recuerdo del 6 de enero de 1959 cuando vino a esta misma ciudad para honrar a aquellos marinos y civiles del Movimiento 26 de Julio que dieron una muestra de elevado patriotismo.

El pueblo cienfueguero lo recuerda cuando habló en el vigésimo aniversario de los sucesos del 5 de septiembre, cuando en su voz enardecida se escuchó una clase magistral sobre aquel capítulo todavía reciente de nuestra historia: «El hecho del levantamiento de Cienfuegos significó un aliento moral extraordinario para los combatientes de la Sierra Maestra. Ya la tiranía no podía continuar hablando de la unidad de sus fuerzas armadas».

Lo recordamos igualmente cuando volvió a obsequiarnos su presencia el 26 de Julio de 1984, en la celebración del XXXI Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, y aquella frase de confianza y cariño: «Y si no… ¡Que lo diga Cienfuegos!».

En la ocasión rememoró: «Fue el 6 de enero de 1959, y ya en horas de la madrugada del día 7, me reuní con el pueblo cienfueguero. Era difícil imaginar entonces que 25 años y medio después, nos reuniríamos para conmemorar el aniversario del 26 de Julio, y hacer un recuento de la obra de la Revolución en esta provincia».

Desde horas tempranas de la tarde, trabajadores, jóvenes, estudiantes, amas de casa, combatientes, pueblo en general, se congregaron a lo largo de la Calzada de Dolores abarcando el Prado, el Parque Martí y toda la avenida de Punta Gorda para rendirle postrer tributo.

A uno y otro lado los rostros entristecidos, las lágrimas de hombres y mujeres que no han podido contener el llanto, y al mismo tiempo los emocionados gritos de: ¡Yo soy Fidel! ¡Viva Fidel!

Más allá de tan enorme e indescriptible dolor, prevalece la confianza en el presente y el futuro, ya que la obra de Fidel es para todos los tiempos. Es por ello que cienfuegueros y cienfuegueras acudieron masivamente a plasmar su firma de apoyo -para hacer suyo una vez más- el Concepto de Revolución que enunciara el Jefe de la Revolución el 1º de mayo del año 2003.

Por todo, tras el dolor y la lágrima enjugada está el orgullo de haber contado con un líder de gigantesco pensamiento que continuará guiando a toda Cuba. Fidel cumplió a plenitud la obra de la vida; es por ello que a lo que se le llama muerte no es en él sino un tránsito seguro y certero a la inmortalidad.

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