Cuba: un proceso histórico endógeno

Sin equívocos podemos parafrasear la idea aplicándola a nuestra realidad nacional siendo consecuentes con el Apóstol de nuestra independencia: «Esta es mi patria. Es como es. A nadie la pedí prestada»; y así significar el carácter endógeno de nuestro proyecto político, económico y social.

Cuba es el resultado de sí misma; no por ello ha sido ni es ajena a las realidades de la contemporaneidad de la cual forma parte. Nuestras experiencias son propias, también se nutren de las ya asumidas por otros pueblos, cada uno en su circunstancia. Pero como las abejas, sabemos libar de cada flor para elaborar nuestra propia miel.

Cierto es que las recetas no existen en lo que a edificación nacional de un país se refiere. Hay sí principios, ideales e inspiraciones filosóficas, pero cada país debe de hallar sus soluciones y rumbos a partir de sí. Eso es precisamente lo que hacemos cubanas y cubanos comprometidos en el proyecto revolucionario iniciado desde 1959 bajo la guía infalible de Fidel. 

El devenir histórico cubano se vincula hoy a un Proyecto de Constitución. El que estos meses discutimos, al que le aportamos y en muchas ocasiones manifestamos desacuerdos e inconformidades, forma parte de un ejercicio plenamente democrático-participativo sin exclusiones porque solo así repensamos el modelo de país al que aspiramos tener y legar a nuestros descendientes.

Se trata éste de un acto de principios, consecuente con el ideal que inspiró a la Generación del Centenario. Recordemos con Fidel la importancia de «hacer en cada momento lo que en cada momento deba hacerse».

Cuba no da ni dará marcha atrás. Siempre daremos un paso adelante. No habrá restauración capitalista ni divisiones en clases. Esos estigmas los desterró para siempre la Revolución.

Las nuevas formas de propiedad en la producción y los servicios no riñen con el Socialismo; más bien se articulan al proyecto para crear más fuentes de bienestar común y garantizar la sostenibilidad próspera de nuestro proyecto.

El Socialismo cubano se actualiza, pero no deja de serlo en su esencia ni en su praxis y mucho menos en sus principios. Los cambios que nuestro país se propone implementar no responden en lo más mínimo a presiones ni recetas foráneas.

Son fruto de la reflexión profunda, el patriotismo y la realidad. Solo quienes conozcan qué es una Revolución verdadera – como lo es la nuestra – podrán comprender la dinámica de nuestro perfeccionamiento estructural.

Hacemos hoy lo que hoy corresponde, y al hacerlo nada anterior se niega, más bien se reafirma en su legitimidad histórica. Ni cantos de sirena ni presiones o cualquier otro disparate imaginable guardan relación con lo que como pueblo y país soberano emprendemos.

He ahí la fortaleza de una Revolución en su capacidad de cambiar para el bien de su pueblo, lo que equivale a para bien de sí misma y de su razón de ser.

Estamos convencidos de que el camino es largo y siempre perfectible, y para andarlo nos asisten voluntad política y unidad nacional.

Al respecto de la solución de cada problema, fue totalmente esclarecedor el Presidente Miguel Díaz-Canel durante su entrevista a Tele Sur: «Todo no tiene una solución inmediata, pero el problema no crece si le vamos arrancando pedazos, y se va creando una sinergia de solución». Hacia cada solución nos encaminamos con firmeza y realismo.

En cuanto al criminal bloqueo impuesto a Cuba, sigue ahí. Su permanencia anacrónica no es impedimento para que continuemos andando. Urge que sea levantado, pero sea o no, Cuba va a continuar cifrando su futuro por voluntad de sus hijos e inspirada en Fidel, Raúl y la Revolución que nos legaron.

Nuestro Proyecto de Constitución, a la par que más desarrollo, justicia social y bienestar para todo el pueblo significa por antonomasia más Revolución, más Socialismo porque solo mediante ellos lograremos lo que aspiramos.

El proceso cubano es endógeno; parte de sí mismo y de su experiencia revolucionaria que se remonta a las primeras luchas por la independencia del colonialismo. Como los Versos Libres de nuestro José Martí: es como es, a nadie se lo hemos pedimos prestado. Es el ejercicio soberano de todo un pueblo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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