De la Operación Fangio. Acción revolucionaria a recordar

Llegaba el momento de poner en jaque a la dictadura con un golpe contundente de alcance internacional con el secuestro del corredor argentino. Fue la decisión del Movimiento 26 de Julio bajo el mando de su jefe en La Habana, Faustino Pérez (Ariel).

Para el II Gran Premio de Automovilismo, a celebrarse el 24 de febrero de 1958, el gobierno del batistato había invitado a corredores de fama internacional, encabezados por Fangio, a la vez que proclamaba la supuesta estabilidad y felicidad que reinaba en el país.

Era parte de una campaña propagandística con la cual se trataba de que los visitantes y la prensa extranjera tuvieran una visión contraria a la realidad que vivía la isla.

A partir  del día 21, cuando se produce la llegada de Fangio a La Habana, el M-26-7 no le perdió pies ni pisadas. Por colaboradores se conoció de su programa de estancia en Cuba y de sus prácticas con su auto de carrera en el malecón habanero.

Como jefe del comando que secuestraría a Fangio, la jefatura del Movimiento designó a Oscar Lucero (Héctor ), quien había sido uno de los participantes en el ajusticiamiento del chacal de Holguín, el coronel Cowley Gallegos.

Se tenía muy en cuenta la existencia de la libertad de prensa decretada por Fulgencio Batista como parte del show propagandístico que deseaba montar.

Ello permitiría que realizado el secuestro, tendría una amplia difusión, desde un primer momento, en la radio, la televisión y la prensa escrita. Al parecer, las autoridades gubernamentales confiaban en que todo marcharía sin dificultad alguna.

Sin poder lograr el secuestro de Fangio en los puntos en que se le seguía, debido a la custodia que tenía de agentes de los cuerpos represivos, y cuando ya parecía que no se podía  concretar la misión se decidió ejecutarla de manera inexorable, en lo que restaba de la noche del 23 de febrero de 1958.

Era indispensable impedir, a toda costa, que el mundo recibiera la visión distorsionada de cuanto acontecía en Cuba.

Además, el 24 de febrero significaba la grandeza de una fecha de la historia patria, el inicio de la Guerra Necesaria organizada y desencadenada por nuestro Héroe Nacional José Martí, junto a Máximo Gómez y Antonio Maceo.

No había otra opción. Los tres autos con los participantes revolucionarios se situaron muy próximo a la entrada del hotel Lincoln, donde se hospedaba Fangio, al igual que muchos otros corredores extranjeros. En total eran nueve combatientes.

Había que cumplir la orden. Allí entraron unos tres miembros del comando encabezados por Héctor y Sarita, su esposa.

Se dirigieron al lobby donde apareció el corredor argentino, momento en que uno de los combatientes, Manuel (el Moro) Uziel  se dirigió a Fangio y para sorpresa de todos, pistola en mano, le dijo que se trataba de un secuestro y que se hacía en nombre del Movimiento 26 de Julio, por lo que debía acompañarlo.

Todo ocurrió faltando pocos minutos para las nueve de la noche del sábado 23 de febrero, sin realizarse un solo disparo.

En uno de los autos, Fangio fue llevado a una primera dirección y después a un apartamento de la calle 22 No.1060, en el Vedado, y finalmente a la casa situada en la calle Norte No. 42, Nuevo Vedado.

De inmediato, y con llamadas telefónicas a  las emisoras Radio Reloj y CMQ, así como a los periódicos El Crisol y Alerta, con salida los lunes, se dejó el mismo mensaje «Habla el 26 de Julio, Fangio está en nuestro poder, no competirá mañana». 

En la casa del Nuevo Vedado, con Fangio conversarían Faustino Pérez, Marcelo Salado, Arnol Rodríguez y otros combatientes.

Se le pidió excusas por lo sucedido y se le brindó todo tipo de seguridad dándole a conocer la razón de la lucha contra el batistato, la situación en Cuba, y sobre todo la gran estela de asesinatos, torturados y desparecidos, en su mayoría jóvenes.

Antes de terminar el día 23 la noticia del secuestro era difundida por todas las agencias de prensa extranjeras acreditadas en la mayor de las Antillas.  

La repercusión del secuestro se reflejó en numerosos medios de países de América Latina, Estados Unidos, Canadá,  Europa y Asia, como fue el caso de la India.

Era constante la mención a Cuba, a Fidel, a La Habana y sobre todo a Fangio. Se lograba así uno de los principales objetivos del secuestro, a través de una victoria de la propaganda revolucionaria.

La dictadura quiso seguir con la farsa  y la esperanza de que Fangio apareciera a última hora para participar en las carreras, movilizando a cientos de policías, e integrantes de otros cuerpos represivos y su aparato de delatores.

En definitiva, el evento automovilístico se hizo sin Fangio. Un lamentable accidente producido por uno de los autos participantes hubo de ocasionar la muerte de  seis personas y heridas a otras treinta.

En  el tiempo en que Fangio secuestrado solo accedió a una entrevista con el periodista, Manuel Camín, de la redacción de los periódicos Excelsior y Últimas Noticias, de México, quien se hallaba en Cuba para entrevistar al Comandante en Jefe en la Sierra Maestra. 

A través de Camín, Fangio envió un mensaje a los lectores mexicanos en el cual decía en una parte: «mis secuestradores me han dado un trato familiar».

Al mediodía del día 24 Fangio fue acompañado en el almuerzo por Faustino Pérez, Oscar Lucero, Arnol Rodríguez, Marcelo Salado y Manuel Uziel.

Mientras esto sucedía se hacían las coordinaciones indispensables para la devolución de Fangio, la que debía tener la seguridad total para su entrega a las autoridades diplomáticas argentinas. 

De dicha coordinación se ocuparon  el periodista Carlos Lechuga, y la doctora Ada Kourí  pertenecientes al Movimiento de Resistencia Cívica.

Muy avanzada la noche Faustino hizo responsable de dicha devolución a Arnol Rodríguez, jefe de Propaganda del Movimiento en La Habana. 

En el auto además de Arnol y Fangio viajaron dos compañeras, Flavia y Emmita y el chofer Piniella.

La dirección para la entrega del pentacampeón fue el edificio situado en la calle 12, esquina a 1ra.,  piso 11, en el Vedado  (hoy residencia estudiantil), a las 11:30 de la noche.

Con la ecuanimidad que siempre lo caracterizó, Fangio se dirigió al receptor presentando cortésmente a los combatientes con la siguiente expresión:  «estos son mis amigos los secuestradores». 

La despedida de Arnol fue hecha con total respeto y también de una manera familiar: «Recuerde Fangio, que usted será invitado de honor cuando triunfe la Revolución».

Fangio no pudo regresar a Cuba cuando fue invitado especialmente en el año 1959, para los actos del 26 de Julio, el primero después del triunfo de la Revolución.

Lo haría en 1981 encontrándose con sus captores y entrevistándose con Fidel. Por ello, antes de regresar entonces a la Argentina declaró a la prensa: «Se han cumplido dos de mis mayores deseos: Volver a Cuba y conocer a Fidel Castro».

Indiscutiblemente, la organización, el valor y la disciplina del Movimiento 26 de Julio en La Habana quedaban demostrados. 

Los cuerpos represivos cayeron en el mayor despretigio, el gobierno en la ridiculez y cuestionado internacionalmente por su inefectividad y por la falta de seguridad a participantes en eventos como el II Gran Premio de Automovilismo de Cuba. 

El clandestinaje habanero había escrito una de las páginas más brillantes en su difícil actuar en una capital donde radicaban los principales cuerpos armados de los golpistas del 10 de marzo de 1952.

Un hecho importante se producía con la entrega de Fangio a funcionarios de la Embajada de Argentina. De ello muy certeramente escribió Arnol Rodríguez: «La devolución se había hecho como queríamos. Por una representación del Movimiento en Revolución, con la representación oficial del Estado Argentino. El gobierno usurpador no contaba para nada».

Cuando el 24 de febrero el clandestinaje en La Habana alcanzaba una victoria de trascendencia internacional, otro argentino de nacimiento, el Comandante Ernesto Che Guevara, fundaba y ponía en funcionamiento la emisora Radio Rebelde, en las montañas de la Sierra Maestra.

 

 

      

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