El Che y ¿el valor de su imagen?

La prenda incluía la imagen de Ernesto Che Guevara, uno de los ídolos del joven desde su infancia cuando escuchaba historias acerca del médico argentino, que alcanzó el grado de Comandante en la Sierra Maestra y conquistó el corazón de millones en Cuba y otras partes del mundo.

En verdad, eran varias y de diferentes colores, todas atrayentes para el muchacho, quien miraba el precio de 15 CUC y levantaba las cejas, muestra de asombro.

Desde hace mucho deseaba llevar con orgullo aquella imagen en su pecho, para que los demás conocieran su admiración hacia el Guerrillero Heroico, convertido en un símbolo internacional de valor y lucha a favor de las causas justas.

El joven siempre andaba con los ojos bien abiertos y la esperanza de ver algún pulóver más barato, por eso entraba a diferentes establecimientos, pero ninguno costaba menos de 12 CUC, o sea, 300 pesos en moneda nacional, más de la mitad de su salario.

Un poco molesto, preguntó en uno de esos lugares la razón de tan altos precios, y la respuesta lo dejó bastante perplejo. Según una señora, con voz de sabihonda, los traen del extranjero y, además, la materia prima está demasiado cara.

Él sonrió de forma leve, por la inverosímil respuesta, y continuó en busca de aclaraciones. Algunos reconocieron que «ese producto es sobre todo para los turistas, por su alta demanda».

Y sintió tristeza, esas palabras fueron como golpes en su alma. Aquello con la imagen del ídolo, el ser humano admirado, era llamado producto, destinado especialmente a quienes viven fuera de esta Cuba, que fue tan de él y lo quiere como a un hijo eterno.

En nombre de muchos, casi le pidió perdón al hombre en la tela de las prendas, las cuales estaban en un lugar privilegiado de la tienda, como mercancías de lujo.

¿Acaso los símbolos de la nación y las imágenes de héroes deben ser comercializadas? Este es un tema recurrente en debates de académicos y de otras personas.

Para Eusebio Leal Spengler, uno de los principales historiadores del país, en lo referido al patrimonio, sea material o intangible, mientras se es más conservador se es también más vanguardista. Es en lo único, enfatizó. ¿Es favorable extender ese criterio al tema principal de este trabajo?

Según el sitio web Liberación, Aleida Guevara, hija del Che, afirmó: «Nosotros estamos en contra de la explotación indiscriminada de la imagen de mi papá. Y no aceptamos que fotos suyas estén en ninguna botella de vino o en ropa interior».

«Nos parece una falta de respeto. Pero que haya camisetas de jóvenes o banderas que se usen para el combate cotidiano, no puede molestarnos».

«Lo que sí quisiéramos es que siempre los beneficios económicos fueran a parar a la gente que realmente lo necesita. Todo depende del contexto en el uso de su imagen».

Tal vez Cuba sea el país del mundo donde más se aprecia la obra de Ernesto Guevara, uno de aquellos 82 corajudos que vinieron en el yate Granma, para hacer realidad el sueño de libertad, y quien, poco a poco, se convirtió en un cubano querido y amado.

Para ser consecuente con sus ideas no es imprescindible traer su imagen en un pulóver o una boina. Pero duele ver su rostro detrás de cristales, como algo inalcanzable, mientras otros lo llevan con ellos, gracias al dinero y quizá por una simple moda, sin sentir el simbolismo del Che guerrillero, amigo de la justicia y de los pueblos.

Ojalá adquirir esas prendas no sea un privilegio y muchos de nuestros estudiantes universitarios, artistas, trabajadores destacados y personas de otros sectores puedan tenerlas. Ojalá todos las valoren lo suficiente.

El ejemplo de ese gran hombre tiene un valor sin dimensiones, infinito, que crece en los corazones de jóvenes y adultos, seguidores de sus ideas. Ese jamás podrá tener precios y vivirá hasta siempre.

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