Aniversario 125 del fin de la invasión encabezada por Antonio Maceo

La invasión a Occidente, fue algo que no se pudo realizar durante la Guerra de los Diez años.

Al reanudarse la denominada Guerra Necesaria en 1895 propiciar la lucha en el occidente de Cuba constituyó un anhelo de los generales insurrectos Máximo Gómez y Antonio Maceo, quienes pusieron en marcha la estrategia de no limitar la contienda libertadora al territorio oriental de la Isla, sino obligar a España a pelear simultáneamente en las seis provincias del país, con el fin de debilitarla en todos los frentes.

Incluso el 14 de mayo de 1895 en una Circular firmada de conjunto por José Martí y Máximo Gómez se detallaba al respecto:

«La parte más importante y decisiva de una guerra no está en las batallas, ni en los hechos de valor personal, sino en el sistema favorable con que en todas partes a la vez, se debilita y empobrece al contrario, se le quitan recursos y se le aumentan las obligaciones, se le obliga a pelear contra su plan y voluntad, y se le impide que reponga sus fuerzas”

Por supuesto llevar a cabo la invasión implicaba tener en cuenta numerosos retos atendiendo a que Cuba era una isla larga y estrecha, donde predominaban las llanuras, en la zona occidental se concentraban las mayores riquezas económicas y el centro del poder político de la colonia, así como el gobierno colonial español había concentrado la mayoría de sus fuerzas militares en la región occidental y dominaba las vías de comunicación. Extender la guerra a todo el país fue un objetivo esencial en los mambises. 

La  invasión tenía como objetivos aumentar en armas y combatientes al Ejército Libertador, abrir las costas cubanas a las expediciones que podrían llegar desde el exterior, dispersar las fuerzas españolas, impedir el desarrollo de la zafra, destruir la economía de Occidente, eliminar las manifestaciones de caudillismo y regionalismo, extender la República en Armas y lograr el reconocimiento internacional de la lucha de los cubanos por su independencia.

La Columna invasora compuesta inicialmente por 1 053 combatientes partió  desde Mangos de Baraguá, en la provincia de Oriente, el 22 de octubre de 1895.

Durante la invasión Maceo y sus hombres recorrieron cerca de 1800 kilómetros,   sostuvieron 27 combates, entre ellos una decisiva batalla la de Mal tiempo, en la entonces provincia de Las Villas, ocuparon 22 poblados, unos por medio del asalto y otros por la capitulación inmediata de las fuerzas españolas, y además pudieron ocupar más de 2 000 fusiles, millares de balas, múltiples caballos y otros equipos.

El máximo de integrantes que tuvo la columna invasora fue de 4 500 hombres, contingente que llegó a reunirse en el territorio de la provincia de La Habana pero por muy contados días.

El 22 de enero de 1896 el repique de campanas en Mantua anunció la entrada triunfal del Ejército Libertador en la localidad. Inicialmente Maceo, alrededor de las tres de la tarde, había acampado en las afueras de la villa y una comisión presidida por el alcalde se reunió con él.

Después Maceo entró en el poblado y los soldados españoles se refugiaron en el cercano barrio de Arroyo sin hacer resistencia.

Los habitantes de Mantua le tributaron una jubilosa bienvenida a los luchadores independentistas.

 

 

 

 

 

En la sala capitular del poblado se levantó el acta en la que se hizo constar la culminación de la invasión que fuera calificada posteriormente en distintas publicaciones de diferentes partes del mundo como una verdadera proeza e incluso como el hecho militar más audaz de la centuria.

El acta fue suscrita por el alcalde, el cura y el notario, así como por algunos habitantes del poblado.

Esa noche se festejó el triunfo de los patriotas cubanos en la Sociedad de Instrucción y Recreo de Mantua. Por su significación histórica a Mantua se le confirió la condición de  Monumento Nacional.

En la actualidad Mantua es el poblado cabecera del municipio de similar nombre ubicado en la provincia de Pinar del Río. 

Su nombre guarda relación con la ciudad italiana de igual denominación, desde la cual, según cuenta una leyenda, partieron unos navegantes quienes naufragaron en ese punto de la costa pinareña y fundaron la aldea de Mantua.

La edificación del poblado de Mantua en el lugar que hoy ocupa guardó relación con la presencia del río de ese mismo nombre y la existencia de fértiles vegas en ambas márgenes, regadas esporádicamente por sus crecidas.

Cerca de Mantua, en Mangos de Roque, donde acampó la columna  dirigida por Antonio Maceo antes de entrar al poblado, existe un monumento dedicado al soldado invasor  

Fue en 1946 que este lugar recibió un reconocimiento cuando se celebró allí un acto para conmemorar el cincuentenario del fin glorioso de la Invasión. Seis años después se creó un obelisco en forma de muro con una tarja conmemorativa  y en 1957 se le agrega una galería de veteranos.

Pero no es hasta después del triunfo de la Revolución Cubana que a este sitio se le confiere su verdadero valor histórico. En 1968 fue construido el muro de la portada con las letras: Mangos de Roque, además de un nuevo obelisco de cuatro metros de altura.

 

 

Y al conmemorarse  el centenario de la entrada de la columna invasora a Mantua, se construyó un nuevo monumento que fue inaugurado el 22 de enero de 1996.

El monumento, obra del escultor cubano Leo D’Lázaro,  está emplazado en el área más alta del lugar. Su base la cubre una roca como si el monumento saliera de ella.

Su estructura metálica se asemeja a una mata de mangos, las láminas verticales y puntiagudas, representan las hojas de los machetes y las fuerzas mambisas nucleadas alrededor de su jefe Antonio Maceo, cuyo rostro esculpido en bronce parece mirar la distancia recorrida de Oriente a Occidente.

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