Campesinado de vanguardia

Una Revolución verdadera y profunda como la nuestra, no podía prescindir del campesinado como uno de sus actores principales. En nuestros campos se libraron las más trascendentales batallas desde 1868, que continuaron en el 95 y culminaron en la Sierra Maestra durante la primera mitad del siglo XX. 

Fidel enfatizó como meta cardinal, la redención del campesinado– los más explotados entre los explotados –, propósito que desde la alborada guerrillera cristalizó como paradigma del camino emancipador. 

“Con los pobres de la tierra”, en el decir del autor intelectual del Moncada, comenzó la Revolución Cubana desde los arduos y heroicos días de la Sierra Maestra. Junto al fusil libertador y en cada palmo de territorio liberado, se organizaron los embriones de una realidad que tras la liberación abarcaría todo el país. Prueba de ello es que el 10 de octubre de 1958 se promulgó de puño y letra de nuestro Líder Histórico, la Ley No. 3 del Ejército Rebelde, más conocida como  Ley Agraria del Ejército Rebelde. Con ella se ratificó el Derecho del campesinado a la tierra que trabaja. Una ley que más allá de la entrega de tierras, incluyó el acceso universal a la salud, la educación y la plena justicia social.

La Ley Agraria del Ejército Rebelde fue antesala de la Ley de Reforma Agraria firmada en La Plata por nuestro invicto Fidel, el memorable 17 de mayo de 1959. Se escogió la fecha porque 13 años antes fue asesinado el líder campesino Niceto Pérez en el realengo guantanamero “El Vínculo”. El crimen, perpetrado por matones a sueldo, cumplía la encomienda de un mal recordado terrateniente de la zona que al triunfo revolucionario pagó su felonía. 

Con la Ley de Reforma Agraria rendimos ayer y hoy respeto póstumo al humilde luchador agrarista; con ella se entregó la tierra a quienes la trabajan, quedó eliminado definitivamente el latifundismo, y la clase campesina cubana se insertó para siempre como actora de primera fila en el proyecto social emancipador, incluyente y democrático de la Patria. 

El trabajo agrícola y las labores pecuarias constituyen actividades de las más nobles. De sol a sol nuestro campesinado fertiliza con su sudor las plantaciones cuyos frutos darán el alimento a todo el pueblo. No tiene límites ni final la gratitud que se les debe.

En estos tiempos en que la pandemia de la Covid-19 azota al mundo y a nuestro país, los campesinos cubanos – hombres y mujeres – con las medidas de protección indicadas se mantienen encima de los surcos para extraer de ellos sus frutos generosos. 

Esta pandemia es una experiencia para todos. La producción de alimentos, su perfeccionamiento e inserción con la pequeña agroindustria – elocuente ejemplo de la Alianza Obrero Campesina – , deviene cimiento del progreso del país, la soberanía alimentaria y del desarrollo agropecuario, próspero y sostenible que todos necesitamos. Nuestros campesinos también son milicianos productivos de avanzada contra el criminal Bloqueo imperialista, recrudecido hoy más que nunca.  

El devenir económico cubano precisa del campesinado para los pasos firmes que reclaman el presente y el futuro, inspirados en el Concepto de Revolución legado por Fidel. En este día histórico para el campesinado y para toda nuestra vida nacional, celebramos también el aniversario 59 de la constitución de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), organización de masas que aglutina a quienes cada día acarician con mano callosa y alma pura la tierra productiva que nos sustenta. 

La felicitación a los campesinos de Cuba, trabajadores de la vanguardia presentes en la Radio Cubana a través de espacios dedicados a ellos, y en las noticias donde con alegría damos a conocer sus metas y sus logros. 

¡Feliz Día del Campesino Cubano!

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