Destruir también el futuro

Un niño que no excede de 10 añitos levanta un gran bloque en una construcción; otro grupo de ellos hurgan en depósitos de basura intentando encontrar cualquier cosa que les pueda resultar de alimento; hembritas son empujadas a la prostitución para complacer a seres de mente retorcida; muchos empuñan un fusil para servir en una guerra de rapiña.

Son muchos y aterradores los ejemplos que golpean con gran saña a la dignidad del ser humano, como por ejemplo, según dato del 2010, por falta de alimento muere un niño en este mundo cada 15 segundos.

En ese gran mundo capitalista escasean los millones para aliviar los insólitos problemas que padecen los menores; sin embargo aumentan cada día los gastos superfluos y hasta dañinos como los cosméticos, alimentos para perros y gatos, bebidas alcohólicas y estupefacientes; y el presupuesto para armas aumentan cada año hasta niveles de más de UN BILLÓN DE DÓLARES.

No obviemos una verdad espantosa: en el mundo llamado desarrollado se vierten al basurero increíbles toneladas de alimentos porque son muchas las familias adineradas que compran y no consumen, porque son cosas típicas del capitalismo. Además, hijos de millonarios disfrutan de buena salud, viven en mansiones de extremo lujo, poseen juguetes maravillosos y asisten a escuelas de élites. No se trata de hacer infelices a otros niños, sino de que todos puedan gozar de sus derechos más elementales, y es precisamente lo que no quiere el capitalismo salvaje.

Pero hay una isla pequeña del Caribe donde no existe un solo niño con hambre; todos van a la escuela; tienen asistencia de salud que sus padres no tienen que pagar; el índice de mortalidad infantil es envidiable, más bajo que en muchos países ricos; cuentan con organizaciones propias; una gran cantidad de ellos son protagonistas en eventos artísticos como La Colmenita, agrupación que produce una emoción sin par al comprobarse el altísimo nivel que poseen sus integrantes; asisten a Círculos de Interés donde se despierta la vocación y el conocimiento.

La propia isla pequeña puede exhibir ante el mundo una muestra de elevado valor humano, como lo es las escuelas creadas para la atención esmerada a niños y niñas con sensibles limitaciones físicas, seres que reciben, obviamente sin costo alguno, una atención colmada de sensibilidad y altruismo, que los hace ocupar un lugar digno en la sociedad y hasta llegan a disfrutar de apreciable cultura. La isla pequeña del Caribe se llama CUBA.

Y lo más curioso y enaltecedor es que lo que Cuba ha logrado ha sido contra viento y marea, contra un bloqueo criminal, contra invasión, ataques y atropellos de todo tipo por parte de Estados Unidos, o mejor decir, la antítesis de la igualdad entre los seres humanos, del respeto al derecho ajeno.

Me refiero al país millonario donde hay niños que duermen en la calle; niñas que se pasean como prostitutas en barrios marginales de New York y otros que, en el límite de la maldad humana, son utilizados para experimentos o llevados a ese gran país para extraerle un órgano que necesita otro niño hijo de millonario. Y no digo más, no porque no haya tela por donde cortar, sino por la profunda indignación que produce tanta afrenta a la humanidad.

El problema base es que en la carrera loca por eliminar todo lo bueno, se han propuesto el supremo objetivo de DESTRUIR TAMBIÉN EL FUTURO.

Ninguna pluma que se inspire en el bien, puede pintar en todo su horror el frenesí del mal”. José Martí

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