EE.UU. un monstruo capitalista

¿Qué tenemos que agradecerle si tenemos en cuenta que su objetivo supremo es la ganancia y no garantiza derechos supremos de los pueblos? En realidad no es nada difícil penetrar en su esencia depredadora. Por estos días se ha demostrado con creces, es como si abriéramos una gran puerta, penetramos a una enorme estancia y descubrimos en todo su magnitud lo ya descubierto hace ya muchos años; sólo que ahora se nos muestra quizás más arrogante y vil.

Vea usted el ejemplo simple de la pandemia que azota a la gran mayoría de los pueblos, y compruebe los tremendos problemas que enfrentan países del llamado primer mundo como España, Francia, Inglaterra, Italia y, por supuesto, Estados Unidos, que marcha hoy como líder de la desgracia por su muy probada incapacidad para, al menos, aliviar el gran sufrimiento de su propio pueblo. ¿Se quieren más pruebas de la incapacidad que surge directamente de la ambición desenfrenada del capitalismo? El propio presidente del imperio ha llegado a extremos jamás concebidos, como proponer olímpicamente que se utilice un desinfectante para combatir la Covid-19 y hasta atreverse a discrepar con los científicos del mundo, para erigirse –como gran bestia- en el supremo salvador del mundo.

Las grandes empresas del país del norte no están preocupadas por las altas cifras de infectados, sino por las ganancias que les puede producir la gran tragedia de esta enfermedad. Hay ejemplos que producen verdadero pavor: Los equipos de ventilación imprescindibles para los enfermos graves empezaron con un precio de 25 mil dólares pero ahora llegan hasta 40 mil. Y en un colmo inaudito, recientemente acabo de leer en nuestra prensa que se ha llegado al extremo de una espera paciente para que avance más la enfermedad y así poder vender los equipos a precios más caros. Por tanto, es imposible creer que exista algo tan abyecto e inhumano. Más claro ni el agua.

Si todo está en función del gran capital no existe ni la más remota posibilidad de obtener resultados verdaderamente positivos en función de los pueblos.

Definitivamente el capitalismo es un gran tumor maligno que a estas alturas, por sí mismo, no puede dejar de serlo, porque ha echado raíces muy poderosas que ya no puede eliminar.  Creo que lo único que puede extirpar el gran mal es  la acción de los pueblos, incluido el de Estados Unidos.

No podemos ser expectantes de tanta injusticia. No es posible adaptarnos a la idea de que unos 6 millones de niños mueren anualmente en el mundo, una gran parte por  hambre o  enfermedades curables; valga ese solo ejemplo entre cientos que exhibe el gran capital. Pienso en mi Cuba y su abismal diferencia con ese mundo putrefacto, pero ni siquiera quiero relatar lo que nos hace diferente del engendro capitalista, porque es demasiado obvio y está a la vista del mundo. Solo la califico con dos palabras: justicia y solidaridad.

Dato elocuente:  360 personas poseen una riqueza anual superior a los ingresos del 45% de la población mundial

El egoísta es dañino, enfermizo, envidioso, desdichado y cobarde”. José Martí

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