El súmmun de la injusticia

Y lo más insultante es que los promotores de tanta villanía se jactan de serlo y se burlan de esta humanidad. ¿Será el pataleo de la fiera herida de muerte? ¿Estará llegando al umbral de su desintegración? ¿Somos muy románticos al pensarlo? Veremos. Por el momento lo que no debemos hacer es acostumbrarnos a la perniciosa idea de que este mundo es así, donde tienen que existir ricos y pobres, explotadores y explotados, amos y siervos.

Cuando penetramos en el mundo de los poderosos salta a la vista lo que ocurre hoy mismo con las vacunas para combatir la pandemia de covid-19 que afecta, incluyendo la muerte, a toda la humanidad. Al iniciarse el mal se creó el mecanismo Covax  (Fondo de Acceso Global para Vacunas). Estaba y está claro el objetivo: brindar acceso justo a las vacunas a los países, y entregarlas gratuitamente a las naciones más pobres. ¡Maravillosa propuesta, obviamente!, propósito que en los primeros momentos el mundo pobre celebró con entusiasmo. Pero bajó el telón, y detrás la cara oculta del mundo rico tenebroso empeñado en continuar con su loca carrera por el poder económico, cueste lo que cueste y muera quien muera.

Pero hay mucho más. Digamos que no se ha cumplido la promesa de los países ricos de donar 785 millones de dosis, ya que solo  han aportado el 18%, según refiere Our World in Data. Definitivamente, no hay arreglo con los millonarios, porque para el capitalismo la salud es una mercancía más; no quieren ceder ni un mínimo por ciento de sus amasadas fortunas a costa del sudor ajeno, porque entienden que ellos son los fundadores del progreso humano y, por tanto, hay que rendirle pleitesía y obediencia. Es, sencillamente, una droga siempre anhelando más y más.

Pero el espanto mayor está en los que aún creen que ese mundo rico puede y debe seguir existiendo. ¿Se necesitan más argumentos para demostrar que el gran capital es el que debe estar sentado en el banco de los acusados?; ¿Cuántas pruebas más hay que aportar? ¿Seguiremos viendo reuniones internacionales que nada aportan a los pobres? ¿Por qué no se acaba de cambiar el lenguaje edulcorado y temeroso por otro que denuncie con claridad nombre y apellidos de los culpables, y que lo hagan como se merecen, es decir,  disparos de dignidad. Es que hoy no hay caminos alternos. Es falso que la pasividad y la discusión es la solución  del problema. Pero sí lo es la denuncia y la lucha tenaz y vigorosa por un mundo más justo.

“Prefiero morir de pie, a morir arrodillado”. “Seamos realistas y hagamos lo imposible”. Ernesto Ché Guevara.

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