¿Hasta cuándo la barbarie?

Catástrofes, guerras, enfermedades, asesinatos selectivos, golpes de estado, injusticias por doquier golpean nuestra mente a diario. Los gastos militares a nivel mundial alcanzan cifras espeluznantes, hasta de un billón 816 mil millones de dólares; miles de seres, mujeres, niños y ancianos han perdido la vida; ciudades enteras han sido arrasadas; el imperio ya prácticamente se ha hecho enemigo de toda iniciativa para aliviar el cambio climático; es tanta la injusticia en Chile que el pueblo se lanza a las calles para impedirla; Trump sigue apretando la tuerca contra la hermana Venezuela y hasta la amenaza con un bloqueo naval.

Por supuesto, no es todo, porque Israel sigue cometiendo asesinatos contra los palestinos; permanece en la desvergüenza y la impunidad el gobierno de facto de Bolivia; se recrudece, una vez más, la odiosa ley Helms-Burton contra Cuba para hacer retroceder a la isla 60 años; el mundo se alarma al conocer cifras espantosas como: 11 millones mueren por hambre al año, mientras el mundo rico   vierte al basurero enormes cantidades de alimentos; 119 millones están subalimentados; 320 millones no tienen dinero para tratamientos médicos; y 312 millones viven sin techo; los conflictos bélicos han destruido servicios básicos de países enteros.

Para colmo vivimos actualmente bajo la amenaza del virus coronavirus, y es entonces cuando, increíblemente, se enseñorea la maldad y el egoísmo. Mientras muchos países que han decidido apartarse del yugo imperial luchan denodadamente por combatirlo, otros buscan la manera de aprovecharse de la situación y encarecen los medicamentos; los primeros cooperan unos con otros, mientras Estados Unidos intenta adueñarse, millones por medio, de una vacuna en la que está trabajando Alemania para que les sirva a ellos y solo a ellos, por aquello de que “Estados Unidos es primero”.

Mientras eso sucede Cuba da muestras, una vez más, de su alto sentido humanista, incluso salvando las vidas de personas que pudieron haber muerto dentro de un buque inglés, y además, ofreciendo medicamentos a muchos países que solicitan productos de nuestro prestigioso complejo científico.

Quizás la respuesta al título de este comentario sea: hasta que un día los pueblos se levanten dispuestos a combatir; hasta que un día también el propio pueblo estadounidense apoye la lucha de los pueblos; y hasta que un día la humanidad llegue a comprender que el capitalismo y la pasividad son los culpables de tanto horror.

Entonces se comprenderá que no es la hora del lamento y la plegaria, sino de la lucha. El propio Ernesto Guevara (Ché) definió con asombrosa claridad el espíritu que nos debe guiar:

Prefiero morir de pie, a morir arrodillado”. “Seamos realistas y hagamos lo imposible”. “Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro”.

 

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