JOSÉ MARTÍ: La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida

Puede decirse que por la trascendencia y vigencia de su vida y obra él hizo realidad un principio que había expuesto en un trabajo titulado Pilar Belaval reflejado en El Federalista, México, el 5 de marzo de 1876, en el que expresó: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida; truécase en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los pensamientos que en él se elaboraron». 

Desde la etapa de su adolescencia Martí patentizó el amor que sentía por Cuba  y el respaldo que le diera a la lucha por su independencia.

Estaba próximo a cumplir 16 años cuando elaboró un soneto titulado 10 de octubre, fecha en que en 1868 se había iniciado la guerra por la independencia de Cuba, y  también creó un drama en verso identificado como Abdala en el que narró la heroica actitud de un joven  que salió a combatir  en defensa su tierra natal que había sido agredida.

En la parte final de esa obra, a través del joven Abdala, Martí, destacó: 

¡Oh, qué dulce es morir, cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria!

Por sus convicciones de carácter patriótica y por su adhesión a la lucha por lograr la liberación de Cuba de la metrópoli española Martí sufrió presidio, la realización de trabajos forzosos y finalmente resultó deportado en dos ocasiones. 

Ya a partir del segundo lustro de los años ochenta él empieza a trabajar febrilmente en la reorganización de la guerra por la independencia. 

Para poder hacer realidad ese propósito crea el periódico Patria, funda el Partido   Revolucionario Cubano, contacta a experimentados combatientes de la primera etapa de la guerra, capta a jóvenes dispuestos a ser continuadores de la labor emprendida por sus antecesores y él, no obstante el gran esfuerzo realizado durante años, siente que su grado de compromiso se acrecienta con el desencadenamiento de lucha nuevamente. 

Un mes después de haberse reanudado la guerra en su tierra natal el 24 de febrero de 1895, José Martí, quién se hallaba en la ciudad de Montecristi,  desde donde ansiaba dirigirse hacia el territorio cubano en unión de Máximo Gómez, detalló en una carta a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal, fechada el 25 de marzo de ese año: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.” 

Y también le señaló: “Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano y amable al sacrificio; hay que hacer viable, e inexpugnable, la guerra: si ella me manda, conforme a mi deseo único, quedarme, me quedo en ella; si me manda, clavándome el alma, irme lejos de los que mueren como yo sabría morir, también tendré ese valor.”

Consecuente con lo que fuera capaz de proclamar tanto en cartas, como en discursos, trabajos periodísticos, e incluso poemas, José Martí actuó. 

De esta forma ya el 11 de abril logró llegar al territorio cubano por la zona de Playitas de Cajobabo. 

En una breve frase, tan sólo en dos palabras, reflejó en su diario de campaña lo que sintió en ese instante al escribir: “Dicha grande”

Durante su transitar por la parte oriental de Cuba Martí supo enfrentarse tanto a condiciones difíciles de vida así como al hecho de  encontrar la en algún combate. 

En cartas que envió a colaboradores suyos residentes en los Estados Unidos y a Carmen Miyares y a sus hijos se refirió a lo que experimentaba al hallarse en Cuba. 

Precisamente el 15 de abril les detalló a Gonzalo de Quezada y a Benjamín Guerra que en Cuba libre les escribía, al romper el sol en una vega de los montes de Baracoa, y significó al respecto: “Hasta hoy no me he sentido hombre. He vivido avergonzado, y arrastrando la cadena de mi patria, toda mi vida. La divina claridad del alma aligera mi cuerpo. Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio.” 

Y el 16 de abril en la misiva que escribió a Carmen Miyares y a sus hijos  desde Jurisdicción de Baracoa también especificó:  “…puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriagaba de dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable a mi felicidad.” 

Varios días después, exactamente el 25, vive una singular experiencia al hallarse en el escenario donde se libró un combate. 

Acerca de ello Martí dejó constancia en su diario de campaña en el que precisó:   “… jornada de guerra. A monte puro vamos acercándonos, ya en las garras de Guantánamo, hostil en la primera guerra, hacia Arroyo Hondo. Perdíamos el rumbo. Las espinas nos tajaban. Los bejucos nos ahorcaban y azotaban.” 

Y seguidamente  hace la siguiente descripción con respecto al combate: “Comienza a las once el tiroteo…Tiro graneado, que retumba; contra tiros velados y secos. Como a nuestros mismos pies es el combate: entran, pesadas, las tres balas que dan en el tronco. ‘Qué bonito es un tiroteo de lejos’ dice un muchachón  agraciado, un niño. ‘Más bonito es de cerca, dice el viejo”

Los luchadores independentistas pudieron salir airosos ya que los soldados españoles fueron derrotados, gracias a la oportuna intervención de fuerzas cubanas  dirigidas por José Maceo y Victoriano Garzón que acudieron con prontitud hasta el lugar donde se hallaban sus compatriotas para prestarle la ayuda necesaria. 

Una vez concluido el enfrentamiento los luchadores independentistas realizaron un emotivo encuentro con el pequeño grupo en que se hallaba Martí,  quién algunas horas después reflexionaría en sus anotaciones en el diario de campaña sobre el desarrollo del combate. 

Detalló: “¿Cómo no me inspira horror, la mancha de sangre que vi en el camino?” y agrega: “¿Ni la sangre a medio sacar de una cabeza que ya está enterrada? Y al sol de la tarde emprendimos la marcha de victoria, de vuelta al campamento.” 

En el transcurso de algo más de 20 días Martí continuó sobresaliendo por su firmeza en los campos de Cuba. 

Elabora junto a Máximo Gómez circulares a los jefes y oficiales del Ejército Libertador así como redacta y envía, también firmada de conjunto con Gómez, una comunicación al Director del The New York Herald en la que precisan los objetivos de la guerra que se libraba en Cuba. 

Se expresó: “Cuba se ha alzado en armas, con el júbilo del sacrificio y la solemne determinación de la muerte, no para interrumpir con patriotismo fanático por el ideal insuficiente de la independencia política de España el desarrollo de un pueblo que hubiera podido llegar en paz a la madurez, sin estorbar el curso acelerado del mundo que en este fin de siglo se ensancha y renueva, sino para emancipar a un pueblo inteligente y generoso, de espíritu universal y deberes especiales en América, de la nación española…” 

En la citada comunicación  José Martí y Máximo Gómez igualmente resaltaron lo que podía significar para América y el mundo en general la liberación de Cuba del dominio colonial español ya que como ellos explicaron podría entonces fomentarse un comercio libre al tener acceso Cuba a los mercados naturales de América y otras zonas del mundo.

Y detallaron el sacrificio de los cubanos en aras de alcanzar esos objetivos al exponer: “Plenamente conocedor de sus obligaciones con América y con el mundo, el pueblo de Cuba sangra hoy a la bala española, por la empresa de abrir a los tres continentes en una tierra de hombres, la república independiente que ha de ofrecer casa amiga y comercio libre al género humano.” 

Martí además, con Máximo Gómez, sostuvo un importante encuentro con Antonio Maceo, el 5 de mayo, en La Mejorana, para analizar lo referido a la  organización y desarrollo de la guerra por la independencia. 

Una semana más tarde Martí le escribió lo que fue su última carta dirigida a Maceo en la que le ratificó su confianza en el papel que podía desempeñar en la gesta independentista. Le manifestó: “Súbase en los estribos, y haga arder los hombres a su voz.” 

El 18 de mayo, cuando ya se hallaba en la zona de Dos Ríos, comenzó a escribirle una carta a su gran amigo mexicano Manuel Mercado. 

En dicha misiva, que quedó inconclusa al no terminarla de elaborar en esa fecha y al día siguiente producirse su caída en combate, Martí especificó en forma significativa: “Mi hermano queridísimo: Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.” 

Seguidamente puntualizó: “Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiados recias para alcanzar sobre ellas el fin.” 

El 19 de mayo de 1895 Martí entrega su vida en aras de tratar de lograr la liberación de Cuba del dominio colonial español y contribuir así a fortalecer la independencia de los pueblos de lo que él calificó como Nuestra América. 

Despareció físicamente pero su existencia, su legado han continuado siendo fuente de motivación y enseñanza a través del tiempo para nuestro pueblo y para hombres y mujeres de diferentes partes del mundo que lo reconocen como un hombre de estatura universal. 

Precisamente un continuador de su obra, el máximo líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, aseguró en la clausura de la Conferencia Internacional por el Equilibrio del mundo, en ocasión del aniversario 150 del natalicio de José Martí: “ Más allá de Cuba, ¿qué recibió de él el mundo? Un ejemplo excepcional de creador y humanista digno de recordarse a lo largo de los siglos. 

“¿Por quiénes y por qué? Por los mismos que hoy luchan y los que mañana lucharán por los mismos sueños y esperanzas de salvar al mundo, y porque quiso el azar que hoy la humanidad perciba sobre ella y tome conciencia de los riesgos que él previó y advirtió con su visión profunda y su genial talento.”

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